A fin de que no haya muchas malinterpretaciones, recurro a la fuente más “fiable”, a fin de ver cómo analizan la gloriosa frase de que “en los 70, la pedofilia se entendía como algo completamente en conformidad con el hombre e incluso con los niños“. Claro que “hoy hay también hay fenómenos preocupantes, como la droga”… Un par de meses después, ABC señalaba cómo el papa condenaba a los curas pederastas: “La Iglesia siempre ha promovido la tutela de la dignidad y de los derechos de los menores. Por desgracia, muchas veces, algunos de sus miembros, actuando en contra de ese compromiso han violado esos derechos, un comportamiento que la Iglesia jamás dejará de deplorar y de condenar“, afirmó el Papa. Para completar el mensaje de amor de la Iglesia, “el Obispo de Roma agregó que ‘las duras palabras’ de Jesús contra quien escandaliza a los pequeños (‘los que escandalizan a los pequeños merecen que les cuelguen una piedra de molino al cuello y los tiren al mar’) ‘obligan a todos’ a no bajar, nunca, el nivel de ese respeto y amor”.
Aquí tenéis literalmente el artículo de la Sala de Prensa de la Santa Sede: “En su discurso de felicitación de la Navidad a la Curia Romana, Benedicto XVI ha hecho una amplia referencia a los fundamentos ideológicos de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes.
En su discurso de felicitación a la Curia Romana, que suele ser como un resumen de acontecimientos destacados del año, Benedicto XVI ha hecho una nueva referencia a la crisis de abusos sexuales del clero, atendiendo también a sus fundamentos ideológicos. Hizo alusión a una visión que cuenta la mística Hildegarda de Bigen, en la que aparecía una bella mujer que representaba a la Iglesia, pero con el rostro cubierto de polvo y el vestido desgarrado, por culpas que la visión atribuía al mal comportamiento sacerdotal. ‘Así como ella lo vio y expresó, lo hemos vivido este año’, comentó el Papa. ‘Debemos aceptar esta humillación como una exhortación a la verdad y una llamada a la renovación. Sólo la verdad salva. Debemos preguntarnos qué podemos hacer para reparar lo más posible la injusticia cometida. Debemos preguntarnos qué era equivocado en nuestro anuncio, en toda nuestra forma de configurar el ser cristiano, de manera que una cosa semejante pudiera suceder. Debemos encontrar una nueva determinación en la fe y en el bien. Debemos ser capaces de penitencia. Debemos esforzarnos en intentar todo lo posible, en la preparación al sacerdocio, para que una cosa semejante no pueda volver a suceder’. Al mismo tiempo el Papa agradeció también su labor ‘a todos aquellos que se han empeñado en ayudar a las víctimas y en devolverles la confianza en la Iglesia, la capacidad de creer en su mensaje. En mis encuentros con las víctimas de este pecado, siempre he encontrado a personas que, con gran dedicación, están al lado de quienes sufren y han sufrido daño. Ésta es la ocasión también para dar las gracias a tantos buenos sacerdotes que transmiten en humildad y fidelidad la bondad del Señor y que, en medio de las devastaciones, son testigos de la belleza no perdida del sacerdocio’.
Una concepción errada de la moral
Pero el Papa no se limitó a señalar una vez más la lacra de los abusos, sino que echó una mirada a ‘sus fundamentos ideológicos’. ‘En los años 70, la pedofilia fue teorizada como algo totalmente conforme al hombre y también al niño. Esto, sin embargo, formaba parte de una perversión de fondo del concepto de ethos. Se afirmaba –incluso en el ámbito de la teología católica– que no existían ni el mal en sí ni el bien en sí. Existirían sólo un ‘mejor que’ y un ‘peor que’. Nada sería de por sí bueno o malo. Todo dependería de las circunstancias y del fin pretendido. Según los fines y las circunstancias, todo podría ser bueno o también malo. La moral se sustituyó por un cálculo de las consecuencias y con ello dejó de existir’. ‘Los efectos de tales teorías son hoy evidentes. Contra ellas el papa Juan Pablo II, en su encíclica Veritatis splendor de 1993, indicó con fuerza profética en la gran tradición del ethos cristiano las bases esenciales de la actuación moral. Este texto debe ser puesto hoy nuevamente en el centro como camino en la formación de la conciencia’. Sin dejar de reconocer ‘la particular gravedad de este pecado cometido por sacerdotes’, Benedicto XVI ha señalado también fenómenos preocupantes del contexto actual contra los que la sociedad no lucha con decisión y que ponen en peligro a los niños y jóvenes. ‘Existe un mercado de la pornografía que afecta a los niños, que de alguna forma parece ser considerado por la sociedad cada vez más como algo normal. La destrucción psicológica de niños, cuyas personas son reducidas a artículo de mercado, es un espantoso signo de los tiempos’. Igualmente, en muchos países del Tercer Mundo, ‘el turismo sexual amenaza a una generación entera y la daña en su libertad y en su dignidad humana’. En este contexto, se plantea también el problema de la droga: ‘Todo placer resulta insuficiente y el exceso en el engaño de la embriaguez se convierte en una violencia que destruye regiones enteras, y esto en nombre de un malentendido fatal de la libertad en el que precisamente la libertad del hombre es minada y al final anulada del todo’.
[Benedicto XVI: "los fundamentos ideológicos de la crisis de abusos sexuales". Fuente: Sala de Prensa de la Santa Sede, 21 Diciembre 2010]
[Por si queréis ver un análisis desde una óptica más "normal", por ejemplo ésta recogiendo al Belfast Telegraph: http://es.sott.net/articles/show/2323-Indignante-El-Papa-dice-que-la-violacion-de-ninos-no-es-tan-malo-era-normal-en-su-epoca]