El factor chino en la crisis de Ucrania

Publicado el 28 febrero 2014 por Vigilis @vigilis
No creo que se pueda llamar escalada a lo que sucede en Ucrania. Una escalada de tensión se produce cuando dos o más partes en conflicto aumentan el nivel de alerta, el tono del lenguaje y el nivel de riesgo que están dispuestas a asumir. En el caso de Ucrania sólo aumenta la tensión la Federación Rusa, que se está convirtiendo en un paria internacional.

Una a una, los rusos están cumpliendo todas las condiciones del manual "Cómo ser un paria internacional y tal vez morir en el intento". Son cosas al estilo de los estados fallidos de África Central. El caso es que Rusia es un estado sistémico en el orden internacional y si falla más de la cuenta, lo que viene detrás es impredecible. Por eso nos debe preocupar que se estén comportando con su política exterior y de defensa como una quinceañera a las puertas de un concierto de Justin Bieber.
Lo primero que hay que hacer para ser un paria es lograr que tus acuerdos internacionales no valgan nada. Con la independencia de Ucrania en 1991, Rusia, Estados Unidos y Reino Unido firmaron un Acuerdo de garantías de seguridad (llamado Memorandum de Budapest) por el que Ucrania se incorporaba al Tratado de No Proliferación Nuclear. Los rusos se encargaban del material nuclear soviético en territorio ucraniano, los ucranianos no aspiraban a ser una potencia nuclear y todos se comprometían a respetar la integridad territorial y la independencia política del nuevo país. El Acuerdo también comprometía a las partes a no recurrir al uso de la fuerza contra Ucrania. Pero se diría que esta última parte se olvidaron de traducirla al ruso.
Sin embargo, hoy vemos que el ejército neosoviético organiza maniobras militares en la frontera ucraniana, los militares del enclave naval de Sebastopol mueven sus tropas por los sesenta kilómetros que la separan de Simferópol (la mezquita blanca de los tártaros de Crimea y capital de esa región autónoma), ciudad nudo de comunicaciones y con un aeropuerto internacional. Es decir, los militares rusos siguen el manual de conquista militar de un territorio.

Grupo de Boy Scouts llegando de noche al aeropuerto de Simferópol. Ni llevan distintivos militares ni se han leído la Convención de Ginebra.

La excusa de "proteger a la población" ya fue empelada con éxito por Rusia en Osetia del Sur y en Abjasia, en 2008. Y no olvidamos que Georgia era (y sigue siendo) un aliado de occidente. En Ucrania hay quien dice que se repiten los mismos pasos. De momento, los asesores militares rusos y las milicias rusocrimeas no llevan ningún distintivo a la vista, pero dudo que muchos crimeos tengan en el garaje de su casa BMR y fusiles de asalto.
El ministro del interior ucraniano, Arsen Avakov, calificó estos movimientos como intervención armada y ocupación en incumplimiento de los acuerdos internacionales. El Consejo de Seguridad de la ONU acabará pronunciándose, pero como ahí al menos hay tres estados parias (dos cuando Francia tiene el día bueno) no parece que vaya a haber una respuesta contundente para defender la integridad ucraniana.

El típico miliciano espontáneo con sus pertrechos militares espontáneos y su rifle de asalto espontáneo. Al menos no lleva puesto el cargador.

Rusia está echando una partida. Echaba de menos el viejo juego y ha decidido rememorar los viejos tiempos. Es dificil entender qué gana Rusia con sus provocaciones: amenazar a un país arruinado, enfrentarse a occidente, dilapidar la poca reputación que les queda, defender a unos tipos que robaron a Ucrania unos 70.000 millones de dólares (el nuevo gobierno de Kiev ha pedido una inyección inmediata de dinero para no colapsar y parece que EEUU, la UE y el FMI van a empezar a echarles un cable).

Intentando comprender a Rusia
Tan solo analizando el movimiento neosoviético en clave interna se podría empezar a comprender por qué Rusia actúa de esta manera. Si rascamos la costra comunista rusa desde Stalin, nos queda un nacionalismo ruso de caracter étnico. Los famosos desplazamientos de población de la época estalinista incluyeron también a no pocos rusos hasta convertirlos en relevante minoría en muchas de aquellas repúblicas que formaban la URSS. Los rusoscrimeos entran en este saco.
La península de Crimea solía estar llena de tártaros que fueron diezmados por hambre y después desplazados hasta Uzbekistán. Para añadir perspectiva puedo añadir que otros tártaros que hoy tienen su república en el distrito federal del Volga organizaron un refrendum por la independencia en 1992 animados por los vientos de cambio. En aquel año votaron a favor de su independencia pero Moscú no reconoció el resultado. Como este, múltiples ejemplos (los más sangrientos en el Cáucaso). El nacionalismo ruso tiene un grave problema con las minorías nacionales. Pero tratar de mantener su relevancia en lugares como los países bálticos o Ucrania con la excusa de proteger a su minoría nacional tan solo es síntoma de su profunda debilidad. Son los países débiles los que recurren a la fuerza, como vemos, por cierto, en Caracas.

Rusia tiene la baza de sus Fuerzas Estratégicas de Cohetes. Empujados por el escudo antimisiles de la OTAN y por el tamaño del ejército chino, los rusos se preocupan de modernizar esta parte de su ejército, como sucede con los nuevos SS-29.

Este juego de apariencias por el que Rusia pretende presentarse con una fortaleza de la que carece adeuda no poco a la deteriorada situación en el cuerno de África y el Índico. Y aquí estad atentos porque voy a jugármela con una teoría.
China. En China hay un montón de chinos. Los chinos han pasado a tener una mediocre economía de transformación de materias primas en bienes industriales y de consumo en las últimas décadas. La mayor parte de la Rusia asiática ha sido incapaz de competir con el desarrollo económico chino. Hace diez años los chinos podían enviar barcos a la costa oriental africana a recoger materias primas y llevarlas a sus fábricas. Al deteriorarse la seguridad en el transporte marítimo por el sudeste asiático y el Indico, los chinos buscaron una ruta alternativa. De hecho, la única que tenían: cruzar Rusia.
El caso es que esto ha llevado a los chinos a ser los principales inversores en Siberia y en Rusia central. Los rusos no son tan imbéciles como para rechazar estas inversiones (inversiones que tienen mucho de caracter neocolonial). China y Rusia son aliados que se apoyan mutuamente. Pero el nacionalismo ruso de Moscú tiene que enviar un mensaje a China. Naturalmente no hará nada que pueda enturbiar su relación simbiótica con Pekín, así que este mensaje lo lanza desde su frontera europea.

Ositos chino y ruso de la amistad y la paz saludan a los viandantes en la ciudad rusa fronteriza de Chita. Recordemos que en 1969 chinos y rusos estuvieron en guerra.

La crisis crónica rusa, maquillada por el alto precio del petróleo, es económica, sí, pero también demográfica. Y esta crisis demográfica se nota más en el Extremo Oriente ruso que en la zona europea. El Distrito Federal de Extremo Oriente cuenta con seis millones de habitantes repartidos desigualmente (75% población urbana) por... seis millones de kilómetros cuadrados.

Distrito Federal de Extremo Oriente (Federación Rusa). ¿Cuántos chinos caben ahí?

En comparación, la región china de Mongolia Interior tiene 25 millones de habitantes, Heilonjiang 40 millones y Jilin 28 millones. Regiones estas del noreste chino fronterizas con el inmenso vacío —lleno de recursos— del Extremo Oriente ruso. Y por si os lo estabais preguntando, sí, ya llevamos unos cuantos años con inmigración china en el este ruso. De momento limitada (los sobornos de las aduanas rusas tampoco nos ayudan a calcular) y con un alto grado de temporalidad. Pero esta inmigración y estas inversiones como factor de cambio en la política de Moscú no pueden ser descartadas. Ni tampoco podemos descartar las provocaciones chinas por las Senkaku como un mensaje a su vez hacia Moscú.

Esto lo traigo de vez en cuando. La Teoría del Heartland es de 1904, pero se puede actualizar.

Ah, qué sencillo y tranquilo sería el mundo con una Rusa occidental, que atrajera una confiable inversión japonesa en Siberia frente a los intereses dudosos de Pekín. Y cuánta más tranquilidad y paz traería tener en ese escenario a China dividida en muchos pequeños estados dedicados a competir comercialmente.