Protagonista de una trágica historia vital, pintora y escritora, a la que se le negó un merecido lugar en el panteón prerrafaelita, popularizando su figura meramente por ser la musa y modelo de grandes artistas masculinos de su época.
Luego de una extensa enfermedad, que aliada con una devastadora adicción al láudano tomaron poco a poco su salud fallece Elizabeth Siddal, en 1862, exactamente un año después de haber dado a luz a una pequeña, que nació muerta, hiriendo fatalmente el corazón de su madre.
Beata Beatrix 1870
Cuentan que tal era su dolor tras la pérdida de su hija que en varias ocasiones fue descubierta acunando tiernamente el fantasma de la pequeña en sus brazos. Su esposo, Dante Gabriel Rossetti, pintor y poeta la envió a su morada final junto al único manuscrito de sus poemas y en homenaje la inmortalizó retratándola como Beata Beatrix.
La joven Siddal fue descubierta trabajando en una sombrerería, su larga melena roja y sus grandes ojos vivaces capturaron la atención del artista Walter Deverell, que la convirtió en modelo para un destacado grupo de pintores ingleses, entre los que estaban Hunt, Millais y el propio Rossetti, quien luego la haría su esposa.
Elizabeth fue la musa prerrafaelita por excelencia, rol que eclipsó su propia genialidad como pintora y escritora. Como sus colegas masculinos, pintaba temas medievales y sus poemas, que cantaban a la inconsistencia y el fracaso del amor, fueron publicados únicamente mucho tiempo luego de su muerte, pues años después de su fallecimiento su esposo lamentó haber enterrado su obra y decidió llevar a la luz los poemas que condenó junto a ella a la oscuridad del sepulcro.
Cuenta la leyenda que cuando la desenterraron yacía Elizabeth más hermosa que nunca y que su cabello había crecido tanto que llenaba todo el ataúd. Dicen que desde ese momento el bello fantasma comenzó a visitar a Rossetti, enojado por la profanación al sepulcro.
Elizabeth es popularmente recordada por la famosa pintura de Millais en la que representa a Ofelia, el
Ofelia 1852
afamado personaje shakesperiano al que iguala en esa mezcla de locura y belleza trágica. Para esta pintura posó en invierno en una bañera durante largas horas. En un intento fallido por calentar el agua se colocaron lámparas debajo de esta pero luego un tiempo se quemaron y Elizabeth se fue congelando casi al punto de la hipotermia. Tal vez es esto lo que le concedió la pintura el realismo que refleja tan sorprendentemente la aleación de la muerte y la belleza. A raíz de la prolongada exposición al frío Siddal enferma de la afección que luego le causaría la muerte.En vida fue musa y modelo y en la muerte se convirtió en un fantasma gélido que embrujaba no sólo Rossetti, sino a una sociedad completa que hizo invisibles a todas las artistas de su época borrándolas de la historia y condenándolas a vagar en las penumbras del desconocimiento.