El faro de los corazones extraviados de Celia Santos

Publicado el 27 diciembre 2011 por Oly
Editorial:Ediciones Toromítico
Publicación: Octubre 2011
Precio:14,00€
ISBN:9788496947849
Ilustrado: Sonia Sanz
¿Qué ocurre cuando se rompe un corazón? ¿Quién se ocupa de curarlos para que se pongan bien de nuevo? La  niña de este cuento vive en un faro, junto a una playa en la que cada mañana recoge los corazones heridos que quedan allí varados. Ella se ocupa de cuidarlos para que vuelvan a latir con fuerza. Porque un corazón debe estar alegre para poder amar a los demás. Pero... ¿quién cuida del corazón de la niña que vive en el faro?

No sé muy bien por dónde comenzar, ni cómo continuar, y si soy sincera tampoco de qué forma terminar. Mi única meta desde que abrí el blog es aportar mi granito de arena, dar mi sincera opinión sobre los libros que leo, siempre intentando ser honesta. Creo que de momento lo he conseguido, incluso en esas ocasiones en las que me es más difícil expresarme, reflejar con palabras todo aquello que me ha hecho sentir un libro. En esta ocasión, si no os importa, voy a dividir la reseña en dos partes; una más desapasionada en la que intentaré ser lo más objetiva posible, y otra en la que daré rienda suelta a las emociones que he sentido al leer esta historia y mi libre interpretación del mensaje que transmite.
El faro de los corazones extraviados es un cuento que consta de unas escasas cuarenta páginas; ilustradas y con un pequeño texto en casi todas ellas. La narración es simple y con frases cortas, ideal para niños pequeños. Las imágenes son llamativas, cautivadoras, sin duda imprescindibles para realzar aquello que la autora quiere expresar. No puedo más que elogiar el trabajo conjunto de Sonia Sanz y Celia Santos. Ambas han conseguido una obra que va mucho más allá de un cuento infantil, o de un producto  atractivo para el mercado editorial. Se trata de una relato que aporta un mensaje maravilloso tanto para niños como para adultos. Una de esas joyas literarias que son imprescindibles en cualquier estantería, pues aquellas personas que adoren la lectura estoy segura sabrán darle el valor que merece.
Celia Santos nos cuenta la historia de una niña pequeña que vive en un faro. Pero no se trata de un faro cualquiera, sino uno muy especial. A él llegan corazones extraviados, corazones que llevan tiempo a la deriva en el inmenso y aterrador mar. La niña es la encargada de mantener el lugar en buenas condiciones y recoger esos corazones heridos y cuidarlos. Hace todo lo posible por ellos hasta que están lo bastante sanos para seguir su camino.
Los cuida con mucho amor, pues es el único remedio cuando un corazón enamorado está malito. Todos los días abre la ventana para que la luz del sol les haga sonreír. Les cuenta historias divertidas de todo tipo... 


Estoy segura de que mucha gente consideraría este cuento una historia sencillas para críos, pero nos hallamos ante mucho más. Encuentro muchas palabras con la que describir lo que me ha hecho sentir, pero sin duda me quedo con ESPERANZA. Todo el mundo pasa por situaciones duras, todo el mundo sufre, pero no hay que perder la esperanza; todo pasa, el dolor en algún momento desaparece, y cuando eso sucede la vida continúa, con nuevas sorpresas, nuevos lugares y nuevos amores. Pero hasta que ese momento llegue, hasta que nuestro corazón sane, siempre habrá alguien que nos ayude, que nos apoye, un puerto seguro donde refugiarse. Nos habla de las segundas oportunidades, pero también de la superación, del coraje para enfrentarnos a aquello a lo que tememos, hacer frente a nuestros miedos, tener la valentía para arriesgar todo por ello, incluso sin poseer garantías de que lleguemos a conseguirlo. Si no apuestas no ganas, y cuando lo consigues, cuando por fin tienes ese final feliz, te das cuenta de que todo aquello que has hecho ha valido la pena.
Como he dicho, una historia sencilla pero con una profundidad que llega al corazón, tanto de los extraviados como de los sanos. La esperanza no entiende de edades, al igual que este maravilloso cuento. 
Esta vez voy a prescindir de nota, creo que queda todo dicho, y añadirle un número a un sentimiento está de más. Me quedo con las sensaciones que me ha transmitido; con el optimismo, la esperanza, la ilusión, la seguridad de que todo va a ir bien, y la promesa de que si no lo hace, en algún momento todo mejorará...