El feminazismo estructural de la izquierda deja en evidencia a la pesebrera Susana Díaz

Publicado el 08 agosto 2019 por Mike Sala @mikesala65

Puede escuchar el texto  al final del artículo.

Campaña de apoyo a las mujeres víctimas de malos tratos. Junta de Andalucía.

Respecto a la última campaña contra la violencia de género que el actual gobierno de coalición de centro-derecha en Andalucía acaba de hacer pública, es posible que los socialistas andaluces no hayan caído en un pequeño detalle;  que todos los descalificativos que, de forma tan absurda, han dirigido contra los organizadores, bien pueden aplicarse a los anteriores gobiernos socialistas que planificaron campañas idénticas.
O quizás sí es posible que los socialistas hayan caído en ese detalle sin importancia y les dé absolutamente igual que alguien pueda recordarles los hechos del pasado, porque saben que en esta España envenenada y desquiciada son muy pocos los votantes que van a tirar de hemeroteca y, sin embargo, a una gran mayoría de ellos les importa muy poco que su partido caiga a menudo en la incoherencia más estúpida y en el mensaje fácil de descalificar a otros por lo que su partido también ha hecho.

Campaña de apoyo a las mujeres víctimas de malos tratos. Gobierno de Aragón (PSOE).


Sin embargo, no conviene pasar por alto algo en lo que nadie parece haber reparado. Para las subvencionadas organizaciones ultrafeministas y de ideología similar, siempre enfocadas en criminalizar exclusivamente a la figura del hombre blanco y heterosexual, el hecho de que una campaña a favor de las mujeres maltratadas no arrastre explícitamente a la figura masculina es completamente inaceptable. Porque, en estos movimientos que practican el linchamiento a diario, la ideología principal se basa en tres premisas comunes y válidas para todos ellos:
.- La necesidad de crear una figuraculpable al que satanizar y convertir en blanco de las iras de las masas de esas ideologías.
.- El ejercicio continuado de victimismo sobre las mujeres agredidas, que conduce incluso a excusar a las culpables y a hundir social y económicamente a los inocentes.
.- Conseguir que el gobierno afín de turno subvencione las dos premisas anteriores regando generosamente con dinero público a toda una multitud de asociaciones que, si no recibieran el dinero de los contribuyentes, tendrían una existencia tan efímera como insignificante.
Estereciente caso de rechazo izquierdista a una iniciativa que en el pasado también fue de izquierdas es mucho más insidioso de lo que a primera vista ha advertido la mayoría.
El tremendo ridículo de la socialista Susana Díaz al criticar descarnadamente ahora lo que su admirado líder Rodríguez Zapatero también hizo en el pasado es casi anecdótico. Al fín y al cabo, es lo que se puede esperar de una profesional de lo público que, si tuviera que defenderse en el mercado laboral por sus propios méritos, acabaría viviendo en un albergue. Pero más allá de haber quedado como una estúpida demagoga, la verdadera importancia de lo sucedido es que al feminazismo no le interesa tanto la imagen de una mujer agredida que se repone a fuerza de valentía, tesón y optimismo. Lo que verdaderamente le importa al feminazismo es que esa imagen de mujer agredida transmita que el agresor, el hombre blanco machista, heterosexual y dominante, sea visto como un instrumento del mal que es necesario erradicar pero que es muy útil para lograr el fin máximo de contaminar con ese mal ejemplo a la figura masculina que, ya es una realidad, siempre es culpable hasta que se demuestre lo contrario.
En este caso, el gobierno de coalición andaluz se ha defendido convenientemente de los ataques enloquecidos de una oposición de manipuladores que aún no acepta haber sido desalojada del poder. Ciertamente, en campañas de concienciación similares, el ofrecer un mensaje de esperanza también es positivo y ayuda a no saturar a un público harto de recibir calamidades a diario. Y en esta campaña tan positiva y optimista, lo único negativo ha sido el conjunto de reacciones desmedidas y demagógicas de una izquierda que no duda en mostrar lo peor de sí misma cuando intenta hacerse con el derecho exclusivo de apoyar a las mujeres víctimas de la violencia, aunque esto suponga dejar en evidencia sus verdaderas y malsanas intenciones.


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