El feminismo parece inofensivo y limitado a reivindicar el papel protagonista de la mujer, pero en su versión radical marxista, que cada día más es la dominante en el mundo, va muchos más lejos y pretende nada menos que destruir la familia tradicional y desmantelar por completo el mundo actual, que, según ellas dicen, está tan contaminado por el hombre, que no tiene remedio, salvo construyéndolo desde los cimientos.
El movimiento feminista radical que aparece en los 60 , así como la generación hippie, es fruto de los postulados de la Escuela de Frankfurt, todos ellos marxistas que siguieron las directrices de Gramsci ( marxismo cultural) y propugnaron la caída de la sociedad desde dentro , socavando la familia y buscando el enfrentamiento , en este caso de hombres y mujeres. Este pensamiento se infiltró en las universidades americanas (donde los integrantes de la Escuela de Frankfurt fueron admitidos como docentes) y se ha terminado imponiendo en todo el mundo.
Parecerá paradójico, pero tanto los integrantes de la Escuela de Frankfurt en su día, como los grupos feministas radicales de hoy están siendo financiados por magnates financieros como la Fundación Rockefeller. Los agentes globalistas en la sombra comparten metas con el marxismo: control de la sociedad gracias a la destrucción de la familia, el individualismo a ultranza (en el caso del marxismo se puede hablar mejor de colectivización) y la atomización del ser humano sin referencias y sistemas de apoyo. Esto nos hace ser un rebaño más fácilmente controlable .
En su locura de odio, las feministas radicales del socialismo han aplastado al hombre y lo han devaluado ante la sociedad y las leyes. Hasta han llegado a proponer la destrucción de la familia, la admisión del incesto y la pedofilia, el asesinato de todo verón que nazca y el ingreso forzoso de los hombres en campos de concentración.
Cuando veáis a Pedro Sánchez y a sus secuaces del socialismo degradado (sanchismo) defendiendo el feminismo radical, que sepáis que están defendiendo la destrucción completa del mundo que conocemos, desde la familia a los valores fundamentales, desde la democracia a la libertad y derechos básicos.
Según estas energúmenas, muchas de ellas potenciales asesinas, el fracaso de revoluciones socialistas como la soviética, la cubana y otras se debe, principalmente, a que no destruyeron por completo la familia y no cambiaron las reglas de la sexualidad.
El colmo de la locura se da en la propuesta de nada menos que abolir la infancia y normalizar el incesto y la pedofilia.
Está orgia demente de las locas tiene que ser frenada por el bien de la humanidad y los partidos y gobiernos que las protegen y alientan, creando leyes contra el varón, como ocurre en España, ya sea porque creen en sus tesis o porque buscan votos, claramente por caminos contrarios a la Constitución y los derechos humanos básicos.
Con el feminismo radical no se juega, ni debe producir risa o desprecio porque la única receta es cortar de raíz su peligrosa escalada hacia la destrucción de todo lo que conocemos como civilización, derechos conquistados y libertades ganadas con sangre y dolor.
Francisco Rubiales