El fenómeno psicológico que inhibe el altruismo, el "efecto espectador"

Por Sleticias

Sois estudiantes universitarios, probablemente de psicología (raro es pasar por la facultad sin participar en algún experimento) estáis rellenando a solas un sencillo cuestionario. La investigadora que os lo ha proporcionado se aleja por unas escaleras. Inmediatamente escucháis un golpe y algunos lamentos “¡Dios mío, mi pie, no puedo moverme!”. ¿Cuál sería vuestra reacción?....
 
Lo más probable es que corráis raudos a socorrer a la pobre mujer. Pero… imaginaros la misma situación esta vez no estáis solos os acompañan cuatro estudiantes más, que ante las mismas condiciones experimentales no reaccionan en forma alguna. ¿Qué pasaría entonces?...
 
Seguro que creéis con vehemencia que vuestra reacción sería exactamente  la misma, pero lo cierto es que el experimento demostró que sólo un 20% de alumnos en estas nuevas circunstancias prestó auxilio. Sorprendente ¿verdad?.

 
Los estudios psicológicos de este tipo proliferaron tras a un trágico suceso. Catherine Susan Genovese fue una mujer de Nueva York apuñalada hasta la muerte cerca de su casa. La falta de reacción por parte de más de una decena de vecinos que pudieron escuchar en mayor o menor medida sus gritos de auxilio conmocionó a la sociedad neoyorkina poniendo de manifiesto la apatía y la falta de humanidad reinante en las grandes áreas urbanas.
Algunos vecinos justificaron su inactividad con argumentos del tipo “no quería verme implicado”, “seguro que la policía ya habría recibido un montón de llamadas”… La conmoción fue tan fuerte que provocó  la inmediata necesidad de explicar este fenómeno que posteriormente recibió el nombre de “efecto espectador” o “síndrome Genovese”.
El efecto espectador nos indica que cuando una persona está en una situación de emergencia es más probable que reciba ayuda cuanto menor sea el número testigos.
John Darley y Bibb Latané en 1968 llevaron esto al laboratorio. Diseñaron un experimento conocido como el experimento del espectador apático. Los sujetos experimentales fueron colocados en distintas salas y sólo podían comunicarse a través de un intercomunicador. En realidad sólo escuchaban una grabación y en un momento de la misma uno de los sujetos fingía un ataque epiléptico. Descubrieron con sorpresa que el tiempo que se tardaba en avisar al investigador variaba inversamente al número de sujetos:
  • Cuando en la "conversación" sólo estuvo presente el sujeto estudiado y la víctima de convulsiones, el 85% de los participantes respondió antes de que terminara la grabación.
  • Cuando estaban involucradas dos personas y la víctima, el 62% respondió con celeridad.
  • Mientras que cuando el experimento involucraba a seis individuos sólo el 31% de los individuos buscó ayuda para atender la emergencia.

A pesar de que los sujetos experimentales relataban estados de ansiedad ante la situación esto no les movió en pos de la acción. Algunas de las explicaciones que los investigadores hallaron para esta falta de altruismo fueron:

  • Difusión de la responsabilidad: Con otras personas presentes tendemos a pensar que otros intervendrán y nos abstenemos a hacerlo. La responsabilidad se distribuye entre todos los espectadores y cuantos más haya menos responsabilidad sentimos que tenemos. ¿Alguna vez en medio de la noche has oído saltar la alarma de algún vehículo?, ¿cómo reaccionaste?, ¿qué pensaste?.
  • También tendemos a asumir que habrá alguien más preparado para ayudar,  por lo que nuestra intervención es innecesaria.
  • En otras ocasiones nos da miedo ser avergonzados ofreciendo una ayuda no solicitada. Quizás halláis sido testigos involuntarios de una discusión doméstica excesivamente acalorada rayando cuando menos en cierto abuso verbal y puede que vuestra reacción haya consistido en una discreta retirada con la firme convicción de que al intervenir os habrían acusado de “meteros donde nadie os llama”.
  • Otra explicación puede ser que los espectadores al no ver reaccionar a los demás evalúan la situación de manera sesgada como menos importante de lo que en realidad es, a esto se llama ignorancia colectiva o pluralista. Muchos espectadores de bullyig tras una agresión relatan que les pareció tan sólo una “pelea” entre iguales.

Debemos conocer que se puede en cierta forma mitigar el efecto del espectador si  la víctima focaliza su petición de ayuda en una única persona en vez de apelar al público en general. Esto impide que la responsabilidad de difumine, ahora esa persona ostenta por completo el control de la situación y deberá reaccionar de alguna manera. Su toma de partido por la víctima puede así mismo romper la “estupidez” colectiva, ya que al ver a una persona dando auxilio la situación se reevaluará en la mente de los presentes como extremadamente conflictiva.

Un solo individuo marca la diferencia.