Ante el ambiente de abierta ilusión y esperanza que se despliega en esos mítines, muchos experimentan la esperanza de que fenómeno se abra paso y el día de las elecciones se produzca la sorpresa de que VOX alcance más escaños de los que le vaticinan las encuestas (un máximo de cuatro).
No es fácil ser miembro o simpatizante de VOX en España. Se requiere valentía, compromiso cívico y conciencia. Los que se unen al partido saben que serán hostigados, pero que el amor a España y la reconstrucción de un país destrozado por la política rastrera merece la pena.
VOX viene a reconstruir lo que han destrozado los políticos que han gobernado nuestra nación en las últimas cuatro décadas: los valores, las ilusiones, la esperanza y la importancia de pertenecer a España, la patria común. Pero VOX, sobre todo, está siendo capaz de relanzar lo más importante: el optimismo, a pesar de los desgarros que los miserables han causado a España y a su ciudadanía.
En VOX se habla de todo sin miedo, incluso de acabar con el cáncer de las autonomías, un drama que la mayoría de los españoles señalan como principal causa del deterioro de la nación y de la podredumbre del sistema, víctima de la corrupción, el despilfarro, los impuestos abusivos y de una forma arrogante y brutal de hacer política que permite a los partidos gobernar a placer, sin tener en cuenta los deseos del pueblo.
En VOX se habla de todo lo que no quieren oír los viejos partidos nacionales, ni los nacionalismos maltrechos por el odio: bajada de impuestos, castigo duro para los corruptos, reducir el tamaño del Estado, financiación de los partidos políticos por sus propios militantes, de terminar con la absurda burocracia, de administraciones limpias, respeto a los mayores, de devolver la esperanza a los jóvenes desheredados y abandonados por el sistema, de menos poder en los partidos, de una Justicia independiente, del amor a la patria, del protagonismo de los ciudadanos y de otros muchos valores y comportamientos que constituyen la esencia de una nación sana y pujante.
Una de las promesas de VOX que más emocionan es la supresión del detestable e injusto Impuesto de Sucesiones, el que roba las herencias, y la bajada de muchos impuestos innecesarios, que los políticos utilizan para financiar sus privilegios, lujos y corrupciones.
Comparar un mitin de VOX con cualquier otro, de derecha o de izquierdas, es como comparar la luz con las sombras. En unos comparecen mentirosos y mentirosas que lanzan discursos engañosos y un público más o menos abducido que se deja engañar, a pesar de que la evidencia les dice que no puede surgir la solución de los mismos que lo han estropeado todo y que están asistiendo a una ceremonia de engaño y mentira en busca de votos. En los mitines de VOX se percibe y se mastica la alegría y la ilusión por el resurgir de nuestra nación y por la regeneración de nuestra sociedad enferma.
He escuchado decir a muchas personas cercanas a VOX que mantener España viva no es posible mientras no reconstruyamos los valores perdidos y tengamos objetivos, ilusiones y metas comunes, verdades indiscutibles que, por desgracia, han sido masacradas en la España que han construido los politicastros que la han gobernado.
En honor a la verdad debo advertir a mis lectores que no creo en ningún partido, ni en VOX ni en ningún otro, y que por el momento pienso seguir sin votar cuando se abran las urnas para no participar en la orgía obscena que otorga el poder a partidos corruptos, pero debo decir también que si tuviera que votar lo haría por VOX, por ser fuente de las tres "E" que ilusionan: Esperanza, Españolidad y Emoción democrática.
Francisco Rubiales