El Festival de Biarritz, cerca de los 20

Publicado el 10 mayo 2011 por María Bertoni

Aquí figura el reglamento destinado a los interesados en participar de las tres competencias (en las secciones Largometraje, Cortometraje, Documental) que se desarrollarán en el marco del Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz, entre el 26 de septiembre y el 2 de octubre próximos. La apertura de las inscripciones que los organizadores anunciaron días atrás se convierte en excusa para escribir sobre esta “amable costumbre del otoño francés” -diría el ministro de Cultura porteño- a punto de cumplir veinte años.

Biarritz también fue una fiesta, sobre todo a mediados del siglo XIX cuando Napoleón III le regaló a su esposa Eugenia de Montijo un palacete con forma de E. Aún hoy, esta ciudad situada al borde de los Pirineos atlánticos conserva su porte aristocrático y su sentido de la exclusividad, en ocasiones de la exclusión (al menos en 2007 los sin techo que pretendían instalarse en sus calles eran corridos hasta la vecina Bayonne).

En 1991 tuvo lugar la primera edición del festival cuyos responsables actuales definen como “la referencia para el cine latinoamericano” (¿opinarán igual en San Sebastián, La Habana, Nueva York?). Desde entonces, los biarrots aprovechan cada oportunidad anual para descubrir realizaciones que en otras circunstancias no cruzarían el océano, y que de hecho rara vez atraviesan las fronteras terrestres de nuestro propio continente.

Por ejemplo, de las diez películas de ficción proyectadas en la 16a edición, sólo tres llegaron a la cartelera porteña: la brasileña El año que mis padres se fueron de vacaciones y las argentinas Hunabkú y Por sus propios ojos (dicho sea de paso, esta última ganó el premio biarrota a la interpretación, en reconocimiento a las actuaciones de Luisa Núñez y Ana Carabajal).

El Festival de Biarritz dura una semana y exhibe una cincuentena de films, entre los largos, cortos y documentales que compiten y los que no (el evento también incluye, entre otras propuestas, homenajes y retrospectivas).

Por supuesto, no tiene sentido compararlo con un BAFICI cuya programación supera los 400 títulos, en parte porque esta iniciativa pretende ofrecer un completo panorama del cine independiente internacional (y nacional). En parte porque se lleva a cabo en una ciudad -Buenos Aires- con 2.8 millones de habitantes y por lo tanto puede darse el lujo de convocar a unos 300 mil espectadores: diez veces más que toda la población biarrote.

Sí, en cambio, vale la pena recordar que la muestra de Biarritz busca “promover, defender y alentar el conocimiento de los cines y culturas de América latina” (así consta en el reglamento mencionado al principio de este post). Sin dudas el compromiso se mantiene vigente hace veinte años, razón suficiente para preparar desde ahora una merecida celebración.