El fin de la edad dorada de Pixar

Publicado el 26 julio 2012 por Fimin

Imaginen un bucólico prado, con unas divertidas y halagüeñas orquídeas sacándole la lengua al sol y un recto redil impertérrito hecho de una gravilla excepcional con viajeros de la talla de pícaros conejos, trabajadores ratones, vaqueros agradables y madrastras de entrecejo marcado. Imaginen que en la lontananza se divisan dos siluetas recortadas avanzando de la mano, brincando y con las mejillas sonrojadas a causa del esfuerzo de tanto amar, reír, llorar y volver a amar. Y sí, imaginen que estas dos figuras lejanas, al acercarse, son, ni más ni menos, Pixar y Disney. Escalofriante pero veraz. Desde que estas dos monolíticas corporaciones unieron fuerzas en 2003 (“Buscando a Nemo”), parece que una de ellas (Pixar) se está pasando al lado claro donde la otra (Disney) es la reina, emperatriz y otras autoridades reales.

Y ahora va y llega la noticia de que están preparando la secuela del pez naranja. Sólo un giro de timón podrá salvar a Pixar del torrente sanguíneo de Disney (desde 2006 es el padre político de la "lámpara animada"). Sumando la reciente “Brave: Indomable”, por su calidad dudosa, The Playlist ejerce funciones de altavoz internacional y abre impertinente el siguiente debate: ¿Es el fin de la edad dorada de Píxar?.

La gran compañía norteamericana de animación ha asumido el éxito creativo y comercial que muchos estudios hubieran querido soñar. Las stantonianas “Buscando a Nemo” y “WALL-E”, ésta segunda considerada por el crítico dedel New York Times, A. O. Scot,t como “la mejor película de la década”. “Ratatouille”, con un guión audaz, elocuente, irreverente… y luego “Up”, una oda emotiva sobre el envejecimiento con brochazos steam-punk en las aventuras del anciano, el perro parlanchín y el pájaro multicolor. Todas ellas obras maestras que prueban lo satisfechos que debían dormir los guionistas, directores y animadores de la institución californiana.

La armadura de Pixar se convirtió en una coraza con muy pocas grietas. En 2009, con“Up”, llegó al clímax creativo dando la sensación mundial de paradigma de imaginación, cordura comercial y modelo productivo a seguir. Incluso tiraban de espaldas, como en “Toy Story 3”, y encestaban sin querer. Pero a partir de ahí empezó el declive. Pixar entró en los olorosos jardines de infancia de Disney y afloró el cambió. Con el film “Cars” no hubo debacle, pero sí que hubo algo que en términos cinematográficos es parecido a debacle: indiferencia. Ni gustó, ni dejó de gustar. La gente acudió a las salas esperando otro deleite de Pixar y salió con la boca torcida por el desagrado y desacato del “me ha dejado igual”. “Cars 2” fue un auténtico desastre. Narrativamente pobre, llegando sin gasolina al tramo final del metraje. Llegó a los 550.079.088 $ de recaudación, pero el talento semipresente de la primera parte ya no estaba entre nosotros.

Sin embargo, este año, Pixar ha recibido dos golpes mortales: “John Carter”, que se estrenó esta primavera y hasta hace un mes aún se anunciaba como “la primera acción en vivo de Pixar”, y “Brave: Indomable”, un alijo de borrosa originalidad detrás de una costosa producción tapada sólo por la gran recaudación y éxito comercial. El “flaire” Pixar ha perdido autenticidad. Gran culpa de ello, como veremos luego, son las secuelas. Ahora más que nunca, vamos a coger a "John Carter" por el rabo.

Disney se ha hecho el sueco con una película que ha sido un costoso fracaso. Y es que no se le puede atribuir casi para nada parte del batacazo. Andrew Stanton, maestro de ceremonias animadas en Pixar; dirigió por primera vez, con "John Carter", un film de acción real y no llegó a coincidir con el prisma de los productores. Jamás hubiéramos podido imaginar una crítica como la que hace Mick LaSalle, del San Francisco Chronicle: "No hay nada que ver, nada sobre lo que pensar, nada por lo que interesarse y nada que sentir, sólo vacío. El vacío nunca se llena durante el curso de unos largos y yermos 132 minutos". Stanton, en una entrevista realizada por el New Yorker, admitió que le costó encontrar en la compañía gente que estuviera dispuesta a“repetir escenas como obligación; ¡así debería ser Pixar!”. “John Carter” es la muestra del pensamiento unidireccional de una productora todopoderosa.

Y ahí está "Brave: Indomable", el detonante de la discordia. ¿Éxito o fracaso? Primeramente, a Brenda Chapman (la primera mujer en dirigir un largometraje de animación; “El príncipe de Egipto”) le invitaron a dejar el mando a falta de un año y medio del lanzamiento comercial del film. Mark Andrews, el teniente de Pixar que le había obligado a desertar, la relevó y intervino para modificar ciertos aspectos de la historia. Si habla la taquilla y la recaudación, nos queda claro: Pixar lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a reventar con nada menos que 24,5 millones de dólares de recaudación. Pero si habla la experiencia y el gusto, las nuevas prospecciones Pixar empiezan a oler a axila Disney. Con historias que, como resume maravillosamente Roger Ebert (Chicago Sun Times), "a los niños les encantarán y los padres se sentirán decepcionados". Pues eso, éxito y fracaso. 

Una de las razones añadidas de la caída (o supuesta, como prefieran) es el "juego de sillas" que ha habido en los últimos años. Pues claro, si eres una gran multinacional y te anexionas otra empresa, ¡vas a querer unificar personal! Con lo que se lleva ahora, faltaría más. John Lasseter, vicepresidente ejecutivo y director de cine de Pixar, se convirtió en el director creativo de Pixar y de Walt Disney Animation Studios, así como el asesor creativo principal de Walt Disney Imagineering. Mientras que Ed Catmull, presidente de Pixar se convirtió en presidente de Walt Disney Animation Studios. Y como hemos advertido antes, el lado claro es muy tentador... Porque unificar personal es un eufemismo de unificar ideas. Y ya sabemos de qué pie calza cada una.

La esperanza es lo último que se pierde. A pesar de la secuela "Monsters University" que promete bochorno por doquier, Pixar nos presentará en los próximos años una serie de proyectos que hacen pensar en un posible Renacimiento. "The Good Dinosaur", en 2015 un largo aún sin nombre que nos pondrá en la cabeza de una niña pequeña y, en 2015 también, Lee Unrich ("Toy Story 3") nos emplazará en México para la celebración de El Dia de los Muertos. En la misma línea, Pixar tiene pensado aumentar la producción a dos films por año aprovenchando los talentos que tiene en el estudio satélite de Vancouver.

Lo que está claro es que algo ha cambiado. Que la misma filosofía con la que se levantó la piedra angular de Pixar ha mutado a otro concepto. O otro concepto la está haciendo mutar. ¿Hay que preocuparse? ¿Llegarán los buenos tiempos otra vez? ¿Acaso éstos no son tan malos? Está claro que la racha de victorias puede seguir, ¿pero a cualquier precio? ¿Entramos en otra edad, como por ejemplo, la del cobre? ¿Es el fin de la edad dorada de Pixar?. Esperemos, no sea el caso.