La multinacional Thomson Reuters, dedicada a realizar críticas de las revistas científicas y de ciencias sociales, ha lanzado el definitivo eslogan de la época. Su lema, a modo de formidable profecía, sentencia: "The end of think. The beginning of know": El fin del pensamiento, el principio del conocimiento. ¿Puede filosóficamente dividirse una categoría de otra? Puede que a primera vista esta escisión parezca sutil y superflua, pero presenta importantes diferencias en el carácter práctico.
Lo que se entendía por pensar, resulta ya demasiado lento para estos días veloces, mientras que con el conocimiento actualizado, diversificado y rico la intervención vuela, es el modelo del broker o del trader en la economía especulativa, feroz y veloz. La reflexión se reemplaza por la supremacía del conocimiento eficiente, útil, pragmático.
El conocimiento se extiende por la red sin una cabeza determinada, sin un sistema de pensamiento que le de forma, el conocimiento se manifiesta ahora por todas partes, y ni siquiera se sabe muy bien si ese conocimiento es "real" o parte de una fake-news, y también importa poco. Somos parte del mismo conocimiento pero no participameos de él, se nos da en bandeja, fácil, rápido, como comida de McDonals, se ha convertido el saber de la muchedumbre en la multitud del saber y, de otra parte, la eminencia del pensamiento en un accidente que nadie es capaz de localizar, perdidos en la marea y la velocidad del conocimiento.
La competencia social que nos ha impuesto el individualismo neoliberal hace tiempo que no se basa en ideas, ideologías, sistemas de pensamiento ni en doctrinas, salvo la suya, que es muy simple y sencilla: individualismo, nihilismo, competencia como estilo de vida y supeditar la vida al Dios Dinero. Ni siquiera las cuestiones morales les preocupa porque la moral, a su vez, tiende a formar una parte del conocimiento (científico) cierto o no, se apoya en el dato de la investigación y no en la base de una ética práctica, con los pies en la tierra. Cuando surge algo de lo que antes se denominaba "la voz de la conciencia", se ve acallada rápidamente por alguna de las tantas pantallas que hay a disposición.
A lo "Tormato"...
Lo dicen sin vacilaciones: no son necesarios los argumentos, no sirve dar razones. Es que, queda claro, el verdadero potencial electoral del elenco gobernante no se ubica en la argumentación. No hay modo de aportar razones lógicas que permitan persuadir a un trabajador a votar a un gobierno que hizo del ajuste su única política, que multiplicó el desempleo y liquidó el comercio, que empujó a millones de familias al hambre y le sacó el plato de comida de la mesa a la mitad de los pibes que hoy se caen bajo el umbral de la pobreza, que aniquiló el salario del laburante y disparó los precios de alimentos y medicamentos, que hizo del "gatillo fácil" y la Doctrina Chocobar su lógica represiva para ahogar cualquier expresión de protesta, que destruye la educación pública y pretende vaciar la salud en manos del Estado para beneficiar los negocios de sus socios privados.No, no hay un argumento sólido que permita justificar otra gestión de este sesgo. Con una excepción: un solo argumento permite configurar razones para su electorado. Ese argumento es el odio, que junto al "no pensamiento", es una constante en nuestra época de la boludez.