Revista Cine

El fin del romance (The end of the affair, Neil Jordan, 1999)

Publicado el 24 abril 2013 por Juanjo85

El fin del romance (The end of the affair, Neil Jordan, 1999)
Maneras de amar (y de odiar)Bajo esa capa de clichés en los cuales resalta el tan manido uso de los dos amantes besándose bajo la incesante lluvia portando vestuario de época se esconde un bastante desapercibido en su día aunque impresionante melodrama romántico y espiritual con la religión como elemento catárquico y segunda adaptación de la novela de Graham Greene de homónimo título tras Vivir un gran amor con Deborah Kerr en 1955.El fin del romance (The end of the affair, Neil Jordan, 1999)Desconozco su primera adaptación fílmica, pero no así la novela, y este trabajo de Neil Jordan respira el clasicismo, la elegancia y, por qué no, la calidad por los cuatro costados que tenía el texto del inglés Greene- autor, por otra parte, prolífico en su día a escribir para el cine: "El americano impasible" (The quiet American) o "El tercer hombre" (The third man)- en el que (y también en referencia a la película de esta entrada) cuestiones moralmente discutibles como el adulterio y la poligamia acaban permaneciendo en un discreto segundo plano, y en el que la religión acaba haciéndose la dueña de la función. Aunque también puede ser vista como un retrato de la ira hacia Dios (el católico, se entiende). Curioso, al menos.El fin del romance (The end of the affair, Neil Jordan, 1999)Para quién no esté familiarizado, o no lo suficiente, con Neil Jordan, anotar que es un director irlandés (de modo que católico) que, antes de abrazar de lleno esta El fin del romance, se dio a conocer por el boca a boca con la fantasía brit En compañía de lobos (The company of wolves, 1984) y la elegante e interesante Mona Lisa (1986), para revolucionar el panorama cinematográfico con la rompedora y ciertamente original Juego de lágrimas (The crying game) en 1992 y abrazar el Hollywood más comercial (con resultados muy plausibles por otra parte) con Entrevista con el vampiro (Interview with the vampire, 1994), para poco después escribir una disertación sobre su patria con Michael Collins (1996).El fin del romance (The end of the affair, Neil Jordan, 1999)El fin del romance presenta a dos amantes, Sarah y Bendrix, en el Londres de la Segunda Gran Guerra, interpretados por actores propicios y curtidos para el melodrama llorón (dicho sea en el mejor sentido del término), como son la norteamericana Julianne Moore- Lejos del cielo (Far from heaven (Todd Haynes, 2002) o Las horas (The hours, Stephen Daldry, 2003) y único miembro no británico del trío protagonista)- y el excelente intérprete británico Ralph Fiennes- La lista de Schindler (Schindler’s list, Steven Spielberg, 1993), El paciente inglés (The English patient, Anthony Minguella, 1996) o El lector (The reader, Stephen Daldry, 2008)- acompañados por el tercero en discordia, o sea, el marido de Sarah, Henry (Stephen Rea, actor norirlandés habitual del cine de Jordan).El fin del romance (The end of the affair, Neil Jordan, 1999)Sarah (Moore) se encuentra atrapada en un matrimonio sin pasión ni nada hasta que se da de bruces, precisamente a través de su marido (Rea) con Bendrix (Fiennes) un simple escritor. Total, que se lían hasta que Dios hace acto de presencia tras un hecho dramático que cuestionará la fe de la pareja. Y ya he contado bastante. Luego volveré en sí con el hecho dramático en cuestión, pero da a entender lo amargo que resulta a veces, para los creyentes, el cristianismo (el catolicismo en particular) y que en el film desemboca en algo, no ya positivo, pero que da a la cinta un muy esmerado aire trágico en todo el melodramatismo que esa palabra pueda tener en dicho contexto.El film empieza y concluye con dos entradas en el diario de Bendrix. La primera (“este es un diario de odio”) no nos dice nada todavía, pero al saber el fatal desenlace de la trama comprenderemos por qué cierra Bendrix su diario como lo cierra (Te odio Dios. Te odio como si de verdad existieses). Por su parte, Sarah escribe en el suyo: tenté al destino. Y el destino aceptóEl fin del romance (The end of the affair, Neil Jordan, 1999)Y es que en Sarah no es sólo su, según para quién, más o menos ridículo sentimiento de culpa lo que la atormenta. Recordemos, así, la secuencia del hecho dramático que he mencionado antes:1-   Pasado el ecuador del filme, ambos amantes descansan tras retozar.2-   Una bomba, lanzada por los alemanes, destroza gran parte de la casa, incluida la habitación donde yacían los dos personajes, que queda destruida. De los personajes todavía no sabemos si siguen con vida o no.3-   Tras la explosión, vemos que Sarah recupera el conocimiento, y busca desesperadamente por toda la casa a Bendrix, a quien encuentra, inconsciente. No hay forma de reanimarlo4-   Sin el conocimiento de Sarah, pues ya no está junto a él, vemos como Bendrix despierta y, tal y como hizo Sarah antes, la busca hasta encontrarla, de espaldas a él arrodillada y, como ella le cuenta, rezando (hasta entonces una persona profundamente no-creyente, pero, ya se sabe, nadie cree hasta que su avión se estrella) sobre la cama donde minutos antes yacían juntos5-   Ante la llegada de Bentrix, Sarah se levanta y le mira como si hubiera visto un fantasma, dejando el lugar para apenas volver a ver a Bentrix hasta el final del relato, ya moribunda y dejándose cuidar tanto por su amante como por el marido cornudo. Después de abandonar la casa dejando solo a Bentrix, sabremos que hizo una promesa ante Dios: si Dios salvaba de la muerte a Bentrix, a quién tanto amaba, la penitencia de Sarah sería no volver a verle. Y se vio obligada a cumplirla. Ya era adúltera, así que por lo menos tenía que aparentar (quien sabe si por convencimiento propio o por miedo a cómo la tratará Dios una vez muera: ahí Jordan juega con la ambigüedad), ser mejor persona a los ojos de Dios y del mundo.El fin del romance (The end of the affair, Neil Jordan, 1999)Esta parte de la cinta está filmada desde distintos puntos de vista (el de Bentrix y el de Sarah), lo cual sirve a Jordan para manejar a su antojo la voluntad y razonamientos del espectador.Y aquí subyace el significado de la religión en El fin del romance. Los creyentes, practicantes y/o devotos en la fe cristiana (no los bautizados, pues si así fuera así nos iría) creen que hay que amar a Dios por encima de todas las cosas, incluso más que a tu pareja, con la que se supone decides compartir tu vida, y por supuesto que el placer sexual nunca debe exceder al placer que se siente al amar a Dios. El romance entre Sarah y Bendrix se inicia por la más común de las razones por las que se inicia un idilio, y además adúltero: aburrimiento ante lo que se posee y excitación (sexual y no sexual) ante la novedad. El fin del romance (The end of the affair, Neil Jordan, 1999)Ambos son movidos por la pasión y la lujuria sin además, al principio, el menor remordimiento ni por estar engañando al marido (ella) ni al amigo (él), retozando incluso en la casa del matrimonio mientras el marido está enfermo. Novelista y cineasta retratan, en esta escena clave de la película en la cual sufren el accidente de la bomba y Sarah se marcha compungida y afligida, con lágrimas en los ojos al saber su penitencia, la transmutación del amor, inicialmente terrenal, de Sarah, hacia algo más grande que como ya he dicho, no por ridículo deja de ser admirable, al menos por lo que concierne al sentimiento melodramático/romántico que adquiere la cinta, esto es, la religión (Dios) como otro personaje más, puede incluso que el último vértice del triángulo amoroso. Por mucho que haga lo que hace, no se convierte instantáneamente en una santa (o sí, a tenor de lo que conocemos tras su muerte, en la última escena del relato), ya que lo hace llena de amargura y odio hacia Dios. Se reprenderá continuamente por haber hecho tal voto bajo la influencia de la histeria, la desesperación y el miedo de perder a su amante/amado, aunque al mismo intentará convencerse de que ha hecho lo correcto ante los ojos de Dios. Incluso admitirá que amó a su marido mientras tenía un affair con Bendrix, pero que ahora que es “buena” de corazón, no ama a nadie (no se lo creería ni ella, vamos).El fin del romance (The end of the affair, Neil Jordan, 1999)
Por ridícula o desfasada que parezca (recordemos que hacia el final a Sarah no le queda nada, salvo su amor por Dios), la historia adquiere tintes casi épicos en los poderes que supuestamente desarrolla Sarah para curar (otra vez, la última escena). Así, el amor (sexual) que sentía por Maurice se torna en amor y sacrificio por todas las personas. Pero no puede soportarlo por mucho tiempo y desea volver al “amor humano, normal y corrupto”. Y ahí está su condena. Ya no puede volver a ese amor a pesar de que Bendrix se lo implora y de ahí viene ese “diario de odio” hacia Dios con el que éste inicia el relato. En la escena en la que Bendrix suplica a Sarah (en la iglesia, rezando y ya muy enferma) que vuelva con él es cuando vemos el verdadero significado del amor humano, el cual es compartirlo todo (el rollo de en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad…y tal)… pero en el amor y en la guerra todo vale, y Bendrix tiene un rival, que es Dios, y éste último ha ganado: Sarah morirá varios días después por una neumonía. Como venganza y tras discutir con el sacerdote, Bendrix no le dará a su amada cristina sepultura. El fin del romance (The end of the affair, Neil Jordan, 1999)
Bendrix se pondrá hecho una furia cuando descubra que Sarah pidió hablar con un sacerdote para darle un entierro católico, y acabará por odiar a Dios cuando le sea revelado que a otro personaje le desaparece una cicatriz tras haber dormido con un rizo de Sarah bajo su mejilla. Bendrix acabará odiando a Dios, de modo que, al mismo tiempo, admitiendo que cree en él por todo lo que ha ocurrido. Lo que él creía que eran simples coincidencias se tornarán en pruebas “irrefutables” (aquí ya depende del nivel de fe que cada uno/a tenga). Pero que crea no significa que tenga que amarle, como ya se ha dicho.En definitiva, para hincharse a llorar (acompañado, preferentemente) y tomarse la religión sin los prejuicios que últimamente se ciernen sobre ella, aunque, puedes o admirarla como un personaje más de la historia (personificada en el Dios católico, y si eres religioso/a y/o católico) o directamente, y como hacen los protas, te puedes cagar en ella perfectamente (si sois románticos y os gustan los finales felices, es una opción perfectamente respetable como cualquier otra).

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