El fin salvífico de la música

Por Malagatoro

“Gracias a la música son soportables algunas -muchas- corridas de toros. La celebrada ayer en Málaga, por ejemplo, llevaba todas las trazas de un martirio si a la excelente banda Miraflores no le da por amenizar caricaturas de faenas. Claro que tal asunto debe ser aclarado: la música debe acompañar una buena labor de capote y muleta, y lo que ocurrió en este caso es que la notas musicales nos salvaron a todos de la quema, nos despertaron del letargo y del más inquietante sopor en el que se convirtió esta sexta corrida en la que se anunciaban toros de La Palmosilla, con dos añadidos de Salvador Domecq y un sobrero de El Torero.

Se anunciaban toros, pero salieron burras. Vamos, que lo que se vio ayer en La Malagueta fue un desfile de asnos, de justa presencia todos, bonitas hechuras, pero de comportamiento de animal de carga y no de bravura y nobleza. Ocurrió en esta plaza, pero no es noticia, porque hace tiempo que es costumbre en toda la geografía taurina. El campo está lleno de burras donde algún día hubo toros. Y, al final, sucede lo inevitable: que la gente se desanima, se aburre y muchos dormitan. Y, entonces, solo entonces, arrancan las notas musicales de la banda que te elevan al cielo y te hacen olvidar el mal rato. "Pero hemos venido a ver toros, y no a escuchar un concierto", argumenta el vecino; y tiene razón, maldita razón ante tamaña farsa como la que se desarrolla en el ruedo.”

Antonio Lorca en El País