El final de la escapada

Publicado el 31 marzo 2012 por Joaquín Armada @Hipoenlacuerda

Siempre supe que este funambulista se quedaría algún día sin cuerda. Después de 848 jornadas sobre el alambre, este hipopótamo termina hoy un viaje que comenzó hace mucho tiempo, en una casa de apuestas. Desde entonces, las páginas de los libros que le mantienen en equilibrio se han vuelto amarillas y su piel coraza tiene grietas por pasar demasiado tiempo volando sobre los ríos en lugar de bucear bajo sus aguas.

Este blog siempre fue un hijo deseado, aunque le castigase con un nombre extravagante para llamar la atención en una red superpoblada. Su nombre era también un antídoto contra la seriedad, a la que este funambulista ha tumbado en la lona varias veces, a pesar de tener un único y serio propósito: escribir sólo de libros leídos y no ser una enumeración de reseñas de solapa. No engañarte para compartir una pasión, la de los libros que nos hacen soñar.

Nunca he querido que este funambulista pareciese lo que es: un hobby. Siempre he intentado que sea un blog profesional. Si la actualidad, a golpe de guadaña o de premio, se imponía, improvisaba una entrada que nadie me había pedido mientras comía un bocadillo. Ser considerado uno de los 40 mejores blogs de literatura de España ha sido durante meses una pila atómica para un blog cuyo único combustible era raciones de lectura y vanidad, y la posibilidad de escribir un día una entrada de la que podía sentirme orgulloso.

Este funambulista no nació de una orden, pero en los últimos meses se ha convertido en una obligación que sólo yo me impongo. Una contradicción insostenible para un blog que se alimenta de mi tiempo libre, cada vez más escaso, preciso y precioso. La solución sería rebajar el nivel que pretendo o convertir este blog en un zombi, una bitácora que no se sabe cuándo se actualiza ni por qué. Ninguna de las dos me gusta.

Es cierto que cuando las parejas se separan no hay beso de despedida (sí Txemi, Chinarro), pero no quería que este blog llegase al final de la cuerda floja sin dar las gracias a la gente que lo ha hecho posible. Sin la amistad de Juan Bolás, responsable de esta página web durante años, este hipopótamo no habría salido del pantano de los propósitos. Y no hubiera tenido cuerpo sin Ángel Rodríguez. Sin su talento y su trabajo, vídeos como éste no habrían sido posibles.

David, Víctor, Rubén, Luis, Ana, Almudena y el resto del equipo de la web han mostrado siempre una paciencia infinita cuando les abordaba una y otra vez para corregir erratas que no veía en el folio y me chillaban en los oídos cuando leía el texto publicado. Sé que he sido el bloguero más pesado que habéis tenido que soportar, pero es la naturaleza de los hipopótamos.

Gracias a Juan Antonio, a Noelia, a Ángel, ¡otra vez!, y a Miriam, que me enlazaron en sus blogs a pesar de que yo no podía hacerlo en el mío. Mil gracias a las editoriales, sobre todo a las pequeñas, que respondieron a mis correos y me enviaron el libro deseado. Gracias a Palmiro y a Luna, por su fidelidad y sus brillantes comentarios. Y gracias sobre todo a ti, amigo lector. Ha sido un viaje fantástico.

4/2/2011