““El stop-motion confiere a la fantasía la apariencia de un sueño. Si la fantasía parece real, estas matando su esencia” Ray Harryhausen (Revista Filmfax nº 38)
En su ya clásico La espada mágica. El cine fantástico de aventuras (Calamar Ediciones, Madrid, 2006) Carlos Aguilar propone una de las mejores y más penetrantes definiciones sobre eso que podríamos llamar “lo Harryhausen”: (…) “Una óptica maravillosamente ilusionada, que ni sabe ni quiere saber dónde acaba lo verdadero y dónde comienza lo irreal. Expresado con otros términos, un sentido imaginativo elemental, pero en la más alta y filosófica acepción del concepto. Así, en la filmografía de Harryhausen lo fantástica jamás entraña una ruptura racional o una discordancia natural, puesto que pertenece a la realidad. Nunca cambia el tono de modo drástico cuando irrumpen los seres fantásticos, porque los personajes no revelan mayores dificultades para asimilar lo teóricamente imposible. Todo puede suceder. Y todo, en efecto, sucede, con la mayor, literalmente, naturalidad” (…) “Harryhausen cree realmente lo que cuenta. Él se lo cree, y sus auténticos admiradores participan a ciegas de esta sublime creencia”
Probablemente a alturas de 1980 este sentido primitivo, simultáneamente prístino y naif, que de lo fantástico tenía Harryhausen estaba fuera de la órbita de los gustos del público masivo. Algunas de las propuestas del género más interesantes, como elExcalibur junguiano de Boorman o la formidable Los Héroes del tiempo de Gilliam apoyaban parte de su discurso en el combate, crepuscular, entre el advenimiento de lo real y la vigencia de los fantástico, otras, en cambio, prescindía sibilinamente del elemento para darle, o bien forma de ciencia-ficción libérrima, La guerra de las galaxias y toda la cosmogonía que Lucas construyó en derredor, o bien orillarlo pese a ser pieza básica del mito adaptado, caso del Conan de John Milius. De esta tierra de nadie, de este momento de duda sobre la propia vigencia (y todo lo que ello implica) nacen la mayoría de carencias y debilidades de Furia de Titanes, no ya como película sino como obra de autor -puesto que Harryhausen es el autor de la práctica totalidad de filmes en los cual ha intervenido, tanto por sus labor de productor/mente pensante tras el proyecto, como por la personalidad en primer plano de su arte, por su impronta inconfundible- dentro del conjunto de una carrera de ejemplar coherencia artístico-vital. Hay toda una serie de concesiones al gusto, o al supuesto gusto, de la época que conspiran contra una de las esencias, sino la esencia, de “lo Harryhausen”: el sentido de la atemporalidad.(…)”continuar