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El final de perdidos (y el resto de la serie) explicado de forma clara y sencilla. Sí, incluso lo de los osos polares. -2-

Publicado el 30 mayo 2010 por Cinefagos

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La odisea de los supervivientes del vuelo 815 de Oceanic Airlines está acaparando la atención de esta semana, cuando hemos llegado a su épico final. En su momento los guionistas dijeron que esta serie tenía “un principio, un desarrollo y un final” y que una vez emitido el cierre, desaparecerían para no tener que dar explicaciones. Lamentablemente no ha podido ser así, y han tenido que salir a primera línea a defender un final que a la mayoría ha defraudado. No es mi caso, ya que me ha parecido uno de los mejores que he visto en mucho tiempo, pero sí hay gente enfadada porque no se han respondido a todas las preguntas que pululaban por los foros de Internet desde 2004. La primera parte de este Especial abarcó las tres primeras temporadas, de modo que nos encontramos ante el ecuador de la serie, el momento en que sus rarezas se acentúan y termina por cambiar la forma de ver una serie de televisión. Dicen, y con mucha razón, que Perdidos ha marcado una nueva era en cuanto al entretenimiento doméstico, y aunque haya gente que quiera que se deje de hablar de ella, tengo que decirles que aún nos queda un último esfuerzo, y después la dejaremos descansar. Tanto si te gusta, como si estás harto de verlo en periódicos y telediarios, sólo tienes que aguantar un poco. Y si por lo que veo, tu IP me certifica que trabajas en los despachos de la cadena de televisión Cuatro, no te preocupes, tu secreto está a salvo conmigo.

El Carguero.

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La tercera temporada dejaba una serie de elementos para que la cuarta fuera algo completamente novedoso. Tras la muerte de Charlie, como ya dije, una imagen histórica de la televisión, podemos ver que los supervivientes tienen la oportunidad de salir de la isla. Según una mujer que se ha lanzado en helicóptero, Naomi, hay un carguero amarrado a pocos kilómetros de la costa. Cuando finalmente logran contactar por radio y transmiten su posición al carguero, nos encontramos con más problemas. De nuevo el grupo se divide en dos, uno formado por los que quieren recibir al barco con los brazos abiertos, capitaneados por Jack, y otro donde piensan que no vienen a rescatarlos, bajo las órdenes de John Locke. Estos dos hombres se perfilan no como antagonistas, sino como modelos de conductas opuestos. Podríamos comprenderlos a ambos: las ganas de abandonar un lugar plagado de peligros o la posibilidad de quedarnos en un sitio que, palabras textuales, “No es una isla, es un sitio donde ocurren milagros”.

No tardarán en llegar nuevos personajes, que caen del cielo con paracaídas: Charlotte, arqueóloga, Miles, un vidente y Daniel Faraday, físico. Este hetereogéneo grupo de personajes que parecen metidos con calzador (al menos en los primeros capítulos) está comandado por Naomi, que trabaja para Charles Widmore, un hombre que se ha tomado muchas molestias para llegar hasta la isla.

Y es que a partir de aquí la idea de que la iniciativa Dharma es un pilar básico de la historia se desvanece para ocuparnos de una historia de rencor y odio. Todo empieza cuando las televisiones de todo el mundo anuncian el descubrimiento del vuelo 815 siniestrado sumergido bajo el mar con todos los cadáveres en su interior. Cuando la cámara submarina enfoca los restos del piloto aferrado aún a los mandos, un hombre, Frank Lapidus, entra en el marco. Él era el que estaba destinado a pilotar ese avión. De modo que también acaba en el grupo de Naomi y es él quien pilota el helicóptero que los lleva desde el carguero a la playa.

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Sin embargo, los científicos no vienen solos. Un grupo de mercenarios desembarca y usa la fuerza para buscar a un hombre en concreto. Efectivamente no puede ser otro que el mentiroso, manipulador, malvado y sobre todo diabólico Benjamin Linus. Desde muy temprano nos queda claro que Widmore y Ben tienen una particular guerra por el control y dominio de la isla. ¿Qué es lo que tiene tan especial? Se preguntaba el espectador por aquella época. La idea de que la isla era algo más que un trozo de tierra cautivó a millones de espectadores que añadieron esa a su lista de interminables preguntas. Por aquel entonces la audiencia de la serie había descendido, pero sus seguidores no dejaban de aumentar. Al igual que ocurrió con Expediente X hace años, la gente se lanzó a Internet en busca de respuestas, teorías varias y “huevos de pascua”, es decir, cualquier detalle por ínfimo que fuera, era desmenuzado en busca de una increíble revelación. Horas después de la emisión de cada capítulo, las descargas se multiplicaban y las discusiones de fans enloquecidos expandían el alma de la serie. Los guionistas supieron explotar eso muy inteligentemente, de formas que más tarde os contaré.

Ahora sigamos con la historia. No tardamos en llegar a otro momento magistral: Benjamin le pide a Danielle, la francesa psicótica de la isla, que huya junto con Alex, la hija que llevaba tanto tiempo sin ver (más que nada porque fue el propio Ben el que se la quitó) y su novio lo más lejos posible. Pero por el camino tienen un encuentro con distintos tipos de munición de combate que acaban con todos menos con Alex. La pequeña Linus está destinada a protagonizar una de las escenas más recordadas por los fans de la serie.

La vieja aldea de Dharmaville es el lugar escogido por Locke y sus seguidores para refugiarse. Dormir en camas de verdad y desayunar los deliciosos copos de maíz azucarado marca “Dharma” son un lujo que ya echaban de menos. Pero también se trata del sitio perfecto para una emboscada. Tras destruir un par de casas, una de ellas con Claire dentro, lo que obliga a Sawyer a irse convirtiendo poco a poco en un papá protector de su gente, logran rodear la casa donde Benjamin se esconde y exigirle que salga.

Los acompañantes de Ben piensan que es un buen trato, pero él se niega. Aquí podemos percibir miedo, pero asegura que todo irá bien. Es entonces cuando arrodillan a la pobre Alex frente a la ventana y le vuelven a insistir para que salga. Una pistola en el cráneo de una chica de dieciséis años puede ser muy convincente, pero él no se deja amilanar. Sigue hablando a través de la radio con sus enemigos, diciendo que esa niña no es su hija, que se la quitó hace tiempo a una mujer trastornada. Mientras sigue hablando tiene fuerzas para decirle a Alex que no se preocupe, que todo está bajo control, para luego rematar que no le importa en absoluto, y que si quiere matarla, adelante, pero no piensa salir de la casa.

En mitad de la frase se escucha un disparo y el cuerpo de Alex se desploma en el suelo. Es curioso cómo las leyes estadounidenses prohíben que veamos en pantalla cómo es asesinada, pero son capaces de jugar para mostrarnos un momento de brutalidad que no se vería en todas las series de televisión. Lo mejor no es eso, sino que por un momento, contemplando esos ojos de rana con tiroides que tiene, el mentiroso, manipulador, malvado y sobre todo diabólico Ben Linus nos da lástima. Y sentimos mucha pena por él cuando dejan el cadáver de la niña para que lo vean, y entendemos cómo de cabreado está cuando, tras una pared falsa de su casa, introduce una mano en una especie de pozo para invocar al monstruo de humo, que acude para acabar con todos los mercenarios. Mientras los protagonistas huyen, Benjamin se queda atrás. “Tengo que despedirme de mi hija, John”. Jamás una serie de la caja tonta se pareció más al arte puro.

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Pero hablemos de los científicos de Widmore. ¿Qué narices pinta una arqueóloga como Charlotte en la isla? Bueno, poco antes de ser reclutada desenterraba los huesos de un oso polar con el collar de Dharma en el desierto tunecino. Miles puede escuchar los pensamientos de los muertos, algo que será de vital importancia en la mitología de la serie, y Daniel Faraday viene a ser uno de los personajes más intrigantes a partir de aquí. Su apellido no es casual, pues Michael Faraday fue el científico descubridor de la inducción electromagnética. A grandes rasgos, se podría manipular nuestro cerebro aplicándoles cargas magnéticas en distintos puntos, que se convertirían en descargas eléctricas al tocar nuestra masa gris. Sus posibilidades están en pañales en la ciencia actual, pero podrían llegar a moverse miembros, bloquear palabras o recuerdos… en fin, controlarnos por completo. Somos pura energía, y eso es lo importante.

Mientras Jack y los demás empiezan a trasladar a los supervivientes del avión al barco usando una balsa, Benjamin dice que no va a dejar que Widmore encuentre la isla. Acuden a una vieja estación Dharma “La Orquídea”, y le dice a John Locke que le gustaría que ocupase su lugar una vez él no estuviera.

Mientras tanto, Jin, Sun, Kate, Sayid, Hurley, Jack y Sawyer van de camino al carguero o están sobre él usando el helicóptero pilotado por Frank Lapidus. Y allí es donde se encuentran con Michael, ya sabéis, el tipo que les vendió para salir de la isla. Por lo visto está tan dolido que se enroló en el barco para pagar por sus pecados. Y como si Dios tuviera algo en contra de nuestros protagonistas, un montón de lingotes de C4 apilados les demuestran que el barco no va a salir de allí fácilmente. Mientras tanto, Desmond sigue estando igual de raro: Ahora empieza a estar en varios momentos de su vida a la vez. Es capaz de viajar en el tiempo, pero esto ocurre sólo dentro de su cabeza, puede despertarse en 1995, en 2006, con resultados poco más que desagradables. Según Daniel Faraday, el físico experto en electromagnetismo, su cerebro es incapaz de asimilar lo que ocurre, lo que le acabará provocando la muerte si no encuentra algo en las dos épocas que le ayude a ubicarse. Necesita algo a lo que aferrarse, una “constante” en su ecuación, y la acabará encontrando en su amor Penny. Ese capítulo es todo un prodigio de las paradojas espaciotemporales (y me sirvió este San Valentin para regalarte a mi novia una tarjeta donde salía Daniel Faraday dibujado y decía: “cariño, pienso en ti CONSTAMENTE…”)

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Benjamin y John están en “La Orquídea”, pero han sido seguidos por el líder de los mercenarios. No va a ser fácil librarse de él, muestra un artefacto que tiene pegado al brazo y que controla su ritmo cardíaco. Es un seguro de vida, dice. Si deja de emitir pulsaciones, el trasto ese activará una bomba que hay en el carguero. La visión de un montón de gente inocente muriendo debería ser suficiente para garantizar su seguridad.

Pero por supuesto ese tipo no conoce al mentiroso, manipulador, malvado y sobre todo diabólico Ben Linus, que acuchilla al militar y le deja desangrándose en el suelo. Entendemos su furia, pero también que algo muy malo va a pasar.

En el carguero, todos se dan cuenta de lo que va a ocurrir, así que se abalanzan sobre el helicóptero. Michael se queda, pagando así su deuda, pero también lo hace Jin, que no llega a tiempo para evitar la explosión. Mientras, el grupo de súper-supervivientes deciden que lo único que pueden hacer es regresar a la isla, pero el combustible se está acabando. De forma simultánea en la que es otra gran escena, Ben baja a una cueva donde hay una gigantesca rueda anclada en la pared, como el timón de un barco. Con mucho esfuerzo logra girarla haciendo algo que ocasionó que muchos espectadores se quedaran alucinados, dejaran de ver la serie o por lo menos pensaran en la suspensión de la credibilidad: movió la isla.

A medio camino, los ocupantes del helicóptero se estrellan en el mar (llevando entre ellos a Aarón, el hijo recién nacido de Claire, personaje que desaparece misteriosamente una mañana), y, tras usar una lancha salvavidas, son rescatados por Penny, la novia de Desmond y, curiosamente o no, hija de Charles Widmore. Solo seis personas del 815 iban en el helicóptero, los, como se les conocerá en los medios “seis de oceanic”.

Lo novedoso en esta temporada no es la inclusión de flashbacks contándonos cómo eran esos personajes antes del accidente, sino los Flashforward, que consiste en contarnos qué les pasará DESPUÉS. Así, durante toda esta temporada vemos cómo los supervivientes intentan rehacer sus vidas sin mucho éxito sucumbiendo a la depresión y la bebida. Normalmente se haría al revés, es decir, presentarnos cómo abandonaron la isla en forma de recuerdos, pero aquí decidieron hacerlo de esta forma. No creo que se haya hecho antes (de forma tan regular) y la verdad es que contribuyó a engrandecer la serie haciendo este detalle único.

Así podemos ver cómo Jack, que lleva días agobiado por algo, acude a una funeraria. Frente a un ataúd, Ben Linus se le acerca y hablan acerca del hombre que reposa en su interior. Jack dice que fue a hablar con él, que le dijo que tras abandonar la isla, sucedieron cosas terribles. Que tenían que volver. Es hipnótico ver que toda esta historia está ya muy lejos del accidente aéreo original y que todo sucede en Los Ángeles. Ben dice que todos han de volver, incluso quien reposa su ataúd. La cámara gira y vemos que quien allí descansa no es otro que John Locke.

“Digan todos Namasté”.

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Cuando Benjamin Linus mueve la rueda, abandona la isla y aparece en el desierto de Túnez, viajando diez meses en el futuro. Allí puede ver cómo Sayid logró rehacer su vida con Nadia, su enamorada, y que esta ha muerto trágicamente. Los seis de Oceanic han tenido que mentir sobre su accidente. Afirman que el avión que reposa en el fondo del mar es en verdad suyo, mienten para proteger a todos los que se quedaron detrás. Ben contacta con Sayid y éste acaba trabajando para él matando a los hombres de Charles Widmore. El que puso un falso avión allí para que así se dejara de buscar a los supervivientes y, con ello, una pequeña isla privada.

Mientras tanto, en la isla John Locke se apresura a conocer a “los otros”, su nuevo pueblo y de quien se tiene que encargar a partir de ahora. Entre ellos está Richard Alpert, un hombre del que sólo os diré que parece que usa delineador de pestañas. Pero su momento de gloria dura poco. Una luz cegadora acompañada de un sonido horrible inunda el lugar y los absorbe por completo. Cuando cesa, John está solo, y algo parecido ha pasado con todos los supervivientes del 815: el campamento entero ha desaparecido. No pasa nada porque todos están a punto de ser aniquilados para que el grupo sólo incluya a los protagonistas. De la misma forma que con Desmond, los cerebros de todos empiezan a sufrir las consecuencias, y acabarán muriendo (como así pasa con Charlotte, el personaje menos importante del grupo) a menos que hagan algo. John tiene la idea de regresar a la Orquídea y ver qué hizo Ben para que eso ocurriera. Por el camino se encuentran con Alpert, que le dice que tiene que ir a buscar a todos los que se han marchado, que tiene que traerlos de vuelta y que para eso “vas a tener que morir, John”. Tardaremos en volver a ver esa escena desde otro ángulo, pero de momento John encuentra la rueda, que se ha salido del eje provocando que la isla de tumbos por el tiempo, cuando la vuelve a girar, él también abandona la isla y detiene los saltos. Es entonces cuando Sawyer, Juliet, Miles, Faraday ¡Y Jin! que logra regresar a la isla y encontrarse con los demás tras una serie de saltos temporales, deciden que, en la época en la que estén, tendrán que esperar a que John regrese.

Curiosamente están en 1970 y en la isla se ha establecido un grupo de científicos conocidos como La Iniciativa Dharma.

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Han pasado tres años. Haciéndose pasar por náufragos, los miembros de Dharma les permiten quedarse con ellos. En ese tiempo Juliet y Sawyer han establecido una relación y él además es jefe de seguridad en Dharmaville. La vida es agradable allí, además no hay que preocuparse en exceso por un pequeño grupo de nativos de la isla con los que mantienen una tregua. Lo más reseñable es que hay un crío de ocho años, hijo de un conserje, llamado Ben Linus y que se parece mucho a Harry Potter.

En Los Ángeles, John Locke ha ido visitando a los que lograron salir de la isla para pedirles que regresen obteniendo una serie de amables variaciones de la fórmula “No, muchas gracias”. Desesperado por su fracaso decide quitarse la vida, pero en ese momento aparece el Ben Linus adulto que trata de detenerle, le dice que es especial, y que conseguirá que todos regresen. Locke menciona a una mujer, Eloise, que en teoría sabría cómo volver a la isla. Le pregunta a Ben si le suena, y este asiente antes de hacer algo que hace que te olvides de la lástima que te dio la muerte de Alex: estrangular a John y después colgarle del techo para fingir un suicidio. Al final Ben logrará manipularlos a todos para que regresen, poniéndose en contacto con Eloise, quien resulta ser la madre de Faraday, que les recomienda tomar el vuelo Ajira 316. Todos llegan al avión, aunque no de forma voluntaria, y se encuentran con que Ben también viajará en él. Cuando empiezan las turbulencias, Hurley le dice al que tiene a su lado que “se abroche el cinturón”, parece que sabe de lo que va. Pero no dejan de ocurrir cosas extrañas, porque tras un aterrizaje forzoso en la isla de nuestros sueños, descubrimos que una luz se apoderó del avión llevándose a Sayid, Jack, Kate y Hurley, y dejando a Ben, Sun, Frank Lapidus (que encontró trabajo en Ajira… sí, es irónico) y el cadáver de Locke. El primer grupo ha viajado a 1970, mientras que el resto están en el presente.

En Dharmaville, Sawyer los encuentra y logra hacerles pasar por nuevos reclutas de la iniciativa Dharma, todos menos a Sayid, que se pierde y por desgracia es encontrado por alguien más. Le hacen prisionero y Sawyer debe decidir qué hacer porque si le ayuda, su trabajo, su apacible vida con Juliet en esas casitas campestres, se acabará. Mientras, un niño es el encargado de llevarle la comida a Sayid. Ben vuelve a darte lástima… su padre le pega, le acusa de matar a su madre en el parto, así que está convencido de que Sayid es uno de los nativos de la isla, un grupo al que desesperadamente quiere unirse. Le pide que si le suelta, le lleve con él, pero las intenciones de nuestro torturador irakí son bien distintas. Nada más estar libre le pega un tiro a Ben en el estómago en la creencia de que si acaba con él ahora, no se convertirá en el mentiroso, manipulador, malvado y sobre todo diabólico Ben Linus.  La idea de cambiar el futuro es algo que se explora aquí, estableciéndose las dos vertientes clásicas, la primera es similar a la teoría del caos: cualquier cosa que hagas repercutirá en el futuro, y la otra, más poética: Lo que pasó, pasó. Jack opta por lo primero negándose a curar al niño ante las súplicas de Sawyer. “Se trata tan sólo de un niño y si no haces algo, se va a morir” “Pues que se muera” responde.

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Al final Sawyer y Kate optan por la única opción que les queda: cogen al niño y lo llevan ante la frontera con los nativos de la isla. Allí un Richard Alpert que parece tener la misma edad a lo largo de las décadas dice que, si se hace cargo del niño, jamás volverá a ser como antes.

Es a partir de aquí cuando Benjamin empezará a convertirse en el cabrón misterioso y desconfiado que será en un futuro, que culminará con su ayuda a los nativos para acabar con los miembros de la iniciativa Dharma, incluido su padre. Lo que pasó, pasó.

Mientras, en la actualidad, podemos ver que entre los pasajeros de Ajira hay un hombre extraño, calvo y con una especie de gran paz espiritual, ante la pregunta de quién es, él responde: me llamo John Locke.

En 1970, la iniciativa Dharma está perforando en el lugar exacto donde un día se construirá El Cisne. Según Daniel Faraday, acabarán encontrando una gran bolsa de energía electromagnética que hará necesarias medidas de contención en el futuro, en otras palabras: El “incidente” que hizo necesario pulsar la tecla cada 108 minutos está a punto de suceder. Así que ante la pregunta de si podrían alterar el futuro, Daniel dice que “estaba tan obsesionado con las Constantes que olvidé las variables. Nosotros, las personas. Pensamos, razonamos, tenemos libre albedrío…” Dudo que alguien me haya dado una clase de matemáticas y física tan interesante en la escuela. Si logran eliminar esa energía, el búnker no será necesario, Desmond no tendrá que estar pulsando una tecla, tecla que un día dejará de pulsar, haciendo que un pico de carga electromagnética atraiga al 815 de Oceanic y lo estrelle. De pronto la posibilidad de resetearlo todo cobra vida. Para eliminar la energía electromagnética, Daniel decide detonar una bomba de hidrógeno propiedad del ejército de los EEUU que ya vieron en sus saltos en el tiempo y que custodian los nativos. Cuando va a ir a por ella, Daniel recibe un tiro por la espalda de manos de una mujer joven que le pregunta quién diablos es.

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“Soy tu hijo” son las últimas palabras. Luego entenderemos toda la existencia de Faraday, por qué su madre fue tan estricta, por qué no le dejó descansar ni un solo día, obligándole a ser el mejor físico posible a sabiendas de que un día acabaría siendo asesinado por ella misma, pero con la esperanza de que, si era lo suficientemente listo, sabría cómo hacer para evitarlo todo. Quizá hubiera encontrado la forma. Mientras tanto, y como toda buena relación paterno-filial, Widmore tiene otras razones para enviar allí a su hijo Daniel Faraday: recuperar su puesto como líder de los nativos de la isla y que perdió a manos de Benjamin Linus.

Pese a las protestas de Kate, Jack insiste en acabar la misión de Faraday y detonar la bomba. Si todo funciona, deberían volver al avión, jamás estrellarse y seguir su camino (con el añadido de que jamás llegarían a conocerse, claro) pero si no, todos morirán. A cara o cruz, la bomba no estalla en primer lugar. La bolsa de energía electromagnética es alcanzada por las máquinas haciendo que todos los objetos metálicos salgan despedidos. Juliet es atrapada por ellos y cae al interior de un gigantesco pozo. Histérica y herida de muerte, golpea la bomba con todas sus fuerzas mientras grita “!estalla hija de puta!” Un estallido deja en suspenso a la quinta temporada y a la audiencia, que no sabe si el plan ha dado resultado o no. La tercera y última entrega de este especial nos hablará de su última temporada y de las respuestas que o no llegaron, o lo hicieron de forma sutil, además de sumergirnos en las raíces de la mitología de la serie.

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El final de perdidos (y el resto de la serie) explicado de forma clara y sencilla. Sí, incluso lo de los osos polares. -2-
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