El final de un sueño (2)

Por Tiburciosamsa

Khomthuon Kanthanu es otro poeta cuya obra se vio muy influida por los acontecimientos políticos de mediados de los setenta. Khomthuon pasó de ser un poeta revolucionario a convertirse en un hombre desengañado que ve con resignación sus sueños caídos por tierra. O sea, que sufrió el destino de todos los poetas revolucionarios que no son fusilados.
Transcribo a continuación parte de uno de sus “Versos del año 2522” (se refiere a la era budista y corresponde a 1979, que en la Historia thailandesa fue un año más bien anodino), publicados en 1980. Tienen algo de la dicción caótica de un profeta apocalíptico. No se entiende mucho, pero la sensación de ira está ahí:
Infortunio y desastrehasta el año del hambrehasta la coronillaen el año 2522 de la era budista. Abandonada toda ThailandiaTodos viviendo en pobreza abyectaDeprimidos y oprimidos.Demasiada sangre vertida.Sudor corriendo,Miembros amputados, huesos rotosTodo está muy entremezcladoPara el vientre de los tres demonios codiciosos,Para el enjambre de alimañas, Que les siguen sorbiéndoles la médula,Mudos y ciegos como locos.Las ciudades son pálidas y lívidasA través de cuchillos, lanzas y rifles.Hay coerción violenta y amenazasPara formar grupos- ¡whoop!Los precios se disparanA discreción de los que mandanComo fuego del infierno.Sin embargo, esto está escondido, viene de un abismo profundo.La gente llora, los que hablan alto,Tendrán que sufrir si actúan abiertamenteSi se oponen, les matarán;Si son valientes, les detendrán…”
Un nuevo ejemplo de que la mejor poesía no es la que nace de la indignación, por muy justificada que esté.
En 1973 Suchart Sawadsii escribió “El Paraíso de la esposa del Presidente”, dirigido a la esposa del Presidente Nixon. Dentro de la literatura thailandesa, siempre volcada hacia los asuntos domésticos y poco interesada por lo que ocurre fuera de sus fronteras, es un poema bastante atípico:
“¿Te acuerdas?Soñaste con ver jóvenes asiáticos cuando en tu lascivia te acercabas al orgasmoSoñaste con ver cuerpos desgarrados de niños yaciendo en medio de los arrozalesOíste los sonidos estruendosos, gimientes de las bombas que explotaban cayendo a través de los cielos de la estación de los monzonesOíste el sonido bajo del ranad (un tipo de xilófono thailandés) que tocaba en el desfile funeral que llevaba a los muertos cuyo último aliento fue asfixiado por productos químicos.
¿Te acuerdas?Alcanzaste el clímax cuando viste las tiernas plantas de arroz consumidas por el napalmCerraste los ojos en éxtasis cuando las balas perforaron los cuerpos, salpicando sangre en todas direccionesBesaste los labios de los guerreros bronceados cuando estaban retorciéndose agonizantesAbrazaste lo que quedaba de los cadáveres de granjeros insignificantes.
¿Te acuerdas?Los ayes que plantaste y que regaron las lágrimas de las madres que perdieron a sus hijosLa bilis y tristeza que diste generosamente a las mujeres que perdieron a sus maridosEl agua y los arados que convirtieron la Llanura de las Jarras (un lugar de Laos que fue de los más bombardeados durante la guerra de Vietnam) en un estanque para pecesLas simientes de arroz que arrojaste a los campesinos para que se peleasen entre ellos.
¿Te acuerdas?Soñaste con ver jóvenes asiáticosAmorosamente abrazaste el falo que te llevaba al paraísoDesde Washington D.C. hasta Hanoi”
Aunque la mejor y más famosa poesía política la escribieran las izquierdas, los derechistas también hicieron sus pinitos. El comandante Boonsong Hakritsur escribió la canción “Escoria de la tierra” que fue muy difundida en la radio. No hace falta que explique quiénes son esa escoria de la tierra:
Escoria de la tierra, escoria de la tierraescoria de la tierra, escoria de la tierraéstos son los que son la escoria de la tierra:
Quien quiera que se llame a sí mismo “thai”, cuyo cuerpo parezca el del thai, que viva a la sombra del árbol bodhi dorado de nuestra tierra real, Pero que en su corazón siempre piense en destruir nuestro reino. Quien quiera que vea a los thais como a esclavos, que desprecie a la raza thai, a la tierra thai,Pero que gane su vida explotando nuestros recursos, mientras que nos llama esclavos.
Quien quiera que llame al pueblo thai a la desuniónQuien quiera que los movilice para la confusión y el desordenQuien quiera que nos divida en campos que se combatenQuien quiera que alabe a otras naciones pero abuse de la nuestraQuien quiera que pueda ser comprado para matar a un thai y que pide los favores de otras naciones como si fueran sus parientes.
Quien quiera que se venda a sí y a su naciónQuien quiera que ayude al enemigo a destruir nuestras fuerzas thai e impida que tomemos represaliasQuien quiera que nos distraiga mientras atacan nuestros enemigosQuien quiera que piense en hacernos daño y nos acoseQuien quiera que desee suprimir las tradiciones thaiQuien quiera que apoye los prejuicios de doctrinas peligrosas y las difunda en nuestra patria.”
Para que se vea que no sólo la derecha era capaz de componer canciones llenas de odio, traigo a colación una canción de 1975 del grupo Caravan titulada “Hombre y búfalo”.
El hombre ara la tierra con otros hombres el hombre ara la tierra con el búfaloHombre y búfalo tienen la profundidad que viene de haber trabajado juntos por siempreLa felicidad y el contento vienen de esto.
Vayamos, todos juntosA llevar rifles y plantas a los camposPor la pobreza y la pena que hemos soportado por tanto tiempoQue han revertido el curso de nuestras lágrimasAsí como hemos sufrido en nuestros corazones todas las dificultades.Por más ansiedad que tengáis, no temáis
Éstas son la letra y la música de la muertePorque nuestra hombría fue rotaPor la burguesía que, elevándose como una clase superior, devoró las plusvalías de nuestro trabajoDespreciando a la clase campesina,Tratándonos de salvajesEn verdad y ciertamente los opresores morirán.”
La canción es curiosa. Empieza de manera idílica. De ahí da paso al panfleto y termina convertida en un texto de manual marxista.
La tradición de literatura de protesta que comenzó en la década de los 60 y 70 ha continuado, aunque ahora sus objetivos sean el espanto en el que se ha convertido Bangkok, la corrupción o la clase política. Sin embargo a esa literatura le faltan la urgencia y la rabia que tenían los poemas de los años setenta. Tal vez sea que, como en otras partes, el capitalismo ambiente las ha domesticado.