Seguimos en las mismas, ¿o no?. Son dos emisiones sueltas de radio que, casi en días seguidos, oigo entre episodios de somnolencia curiosamente asimétricos (ergo: despertarme a las cinco de la mañana por haberme acostado demasiado pronto vs despertarme casi a las nueve por haberme acostado demasiado tarde), y gracias al sistema ahorrativo de ciertas emisoras, por el cual se reprograman durante la madrugada algunos programas diurnos. Bueno, también está la posibilidad de los podcasts. En cualquier caso, ambas emisiones coinciden en algo que, no puedo evitar, eriza algo mi vello. Se habla, muy en serio, de iniciar el proceso de independencia de Catalunya. Tan en serio, que, si fuera ese amigo mío que de vez en cuando se cuela en esta página, esto ya no sería una mera sospecha. El contador Geiger parecería un grupo de drum'n'bass. Los perros guardianes ladrarían sin cesar, raspando nerviosos la puerta con sus patas. Todo. Todo parece indicar que alguien que manda ha decidido tomarse en serio esta cuestión. Así que se apodera de mí, gracias a esas dos horas de radio, un cierto neguit, palabra casi intraducible del catalán. Es como una angustia intranquila con un cierto aspecto positivo. Como una impaciencia incierta hacia lo que acontece al final. O sea, es excitante que parezca que al final yo pueda tragarme mis palabras sobre el país de la bravata, de no hace demasiadas semanas. Es estimulante saber que, entre el goteo constante de malas y malas noticias, esa aburrida procesión de recortes, desgracias, incrementos del riesgo-país, y muchos etcéteras, asome al final del horizonte, o del túnel, o de la carretera, o de lo que coño cada uno pueda ejemplificar como extremo de un camino, eso, parezca apuntar algo mínimamente digno de ser un cambio.Luego está que a mí no me guste que quienes andan abanderando esta historia (lanzándose al discurso unificador empleando conceptos como la transversalidad, cosa que significa que, superada la transversalidad, habrá que ver qué hacemos con la longitudinalidad) sean los rancios de CiU, que ahora aparecen como ángeles custodios, como si fuera tan rápido, como si fuera un mero fiu, de los que dice John Self, lo de olvidarse que esos mismos políticos que quieren ponerse, hoy, agosto, el traje de super-héroes, son los que han instaurado miserablemente medidas de recorte (y se han apuntado ante España el patético tanto de ser los primeros en promoverlas), e individuos como Felip Puig han sido también protagonistas de episodios represivos considerablemente avergonzantes.Precisamente en la entrevista a este hombre de esta mañana yo echaba de menos cuestiones más de la calle. ¿Y si, yendo de chulos, proclamamos la Hacienda propia en Catalunya, el tan sabido cierre de cajas, convencemos a una parte significativa de los poderes para que se lleve a cabo, y los de Madrid envían los tanques? (bueno: ni los envían, les dicen a los que están en los cuarteles de Catalunya que salgan a dar un paseíto). Si pasa eso, en qué foto quieren salir. En la de los fusilados sin venda en los ojos, en la de los timoratos que acaban firmando la capitulación sentados en una mesa rodeados de tipos de pie, y con dos policías con las esposas preparadas... o, como me temo, van a ser el amiguete que cambia de semblante en cuestión de segundos y dice, mientras una gota de sudor frío se desliza por su mejilla y se queda allí colgando, "chicos, era broma!".