Cuando llega esta época en la que llevan un tiempo anunciando “la vuelta al cole” y el final del verano siempre me produce cierta nostalgia. Desde que tengo uso de razón el verano me trae recuerdos muy agradables de los juegos en el pueblo, de los paseos en bici, del cuidado de las gallinas, de los baños en la piscina, atardeceres inolvidables en el mar. Los olores de la brisa, de las noches estrelladas, del calor sofocante. Y todo ello acompañado de mucho amor. Amor de muchos tipos, las charlas en el patio con tus abuelos, con tus padres en el viaje de mil horas, las peleas con tus primos, los fuegos de campamento con tus amigos, los primeros besos de tus amantes, los inolvidables momentos con tu pareja, las inocentes risas de tus hijos… ¡Cuánto amor!
En esta época siento como pasan estos momentos por mi cabeza como una película bonita donde todas las escenas recorren mi vida, imágenes que me hablan de experiencias y emociones agradables donde he sido la protagonista siempre acompañada de personajes que sonríen.
Pero también me hablan de pérdidas porque soy consciente que son momentos que nunca más podré vivir porque algunas personas que aparecen ya no están y porque muchas de estas escenas fueron solo amores de verano.
Y en esta nostalgia siempre pienso en esa canción del “Final del verano” del Dúo Dinámico y siento esa mezcla de amores ya perdidos pero vividos.