La realidad es cruel y demuestra que los ciudadanos de este país, en otros tiempos valientes, heroicos y hegemónicos en el mundo, somos hoy campeones mundiales en cobardía y esclavitud porque a Rajoy le estamos tolerando, de manera sorprendente, toneladas de abusos y asaltos a la democracia y a la decencia.
Si con 4.987.300 desempleados había razones para cambiar a Zapatero, ¿no las hay para relevar a Rajoy con 6.202.700 parados?
El PP está gobernando el país con una mayoría absoluta que le regalaron los españoles pero que ya no existe. El gobierno de Rajoy es hoy un gobierno con un apoyo minoritario, casi ridículo, pero las democracias de tercera división, como la española, funcionan así, con fotografías añejas que reflejan mayorías que ya no existen y con apoyos teóricos que se han diluido. Hoy, si regresáramos a las urnas, el tal Rajoy y sus muchachos, culpables de haber incumplido todas sus promesas electorales, de haber llenado el país de desempleados y de pobres, de haber dado aliento a los corruptos, de recurrir a la policía con demasiada facilidad y de haber terminado de legalizar el atropello de las preferentes, probablemente la mayor estafa de la historia de las finanzas europeas, recibiría un varapalo de campeonato y tendría que escapar del poder tan humillado como lo hizo el PSOE de Zapatero, a finales de 2011.
Lo mas indignante, indecente y antidemocrático del gobierno de Rajoy es su rapidez y eficacia a la hora de recortar derechos y subir unos impuestos que ya son los mal altos, proporcionalmente, de toda Europa, mientras mantiene intactos los privilegios de la casta política y se niega a cerrar las cientos de empresas públicas inútiles existentes en el país, entre ellas las televisiones autonómicas y municipales, creadas para adorno de los políticos y para mantener con los fondos del Estado a familiares, amigos y miembros del partido. Muchos ciudadanos, cuando piensan en Rajoy, no pueden admitir un sólo gramo de bondad o decencia en su línea política cuando él prefiere subir los impuestos o retrasar las pensiones antes de cerrar una televisión pública. Es casi imposible valorar a un gobernante que prometió limpieza y que se niega a perseguir a los saqueadores de las cajas de ahorro y que no obliga a los ladrones a que devuelvan lo que han robado de los fondos públicos.
Que nadie olvide que este gobierno que toma decisiones anticiudadanas con tanta facilidad carece de los apoyos reales necesarios para hacer lo que hace. Su poder es legal, pero carente de legitimidad por muchas razones, entre ellas porque ha perdido la mayoría absoluta con la que fue elegido, porque se ha cargado de rechazo ciudadano y porque ha cimentado su poder sobre mentiras, engaños y traiciones, sin haber cumplido prácticamente ninguna de sus promesas electorales.
Desde que el PP sustituyó al PSOE, lo único que el gobierno ha hecho bien es comprar a la prensa y obligarla a mentir a los ciudadanos como nunca antes se había hecho, desde los tiempos anteriores a la Ley de Prensa de Fraga. También ha mejorado la prima de riesgo, que está bajando, aunque esa bajada podría ser coyuntural y deberse mas a la abundancia de dinero inversor en Asia que a los éxitos de un gobierno del PP que no hace otra cosa de arrojar paladas de estiércol a la economía, endeudándonos a un ritmo de vértigo, generando desempleo hasta límites astronómicos, cerrando empresas, sembrando el país de tristeza y protesta callejera y negándose, de manera dolosa y culposa, a adelgazar un Estado obeso y amorfo que es insostenible, que está plagado de enchufados con carné de partido y que sólo beneficia a las élites dominantes y a la marea de politicastros que arruinan la nación.