Ser empresario es una responsabilidad
Ser empresario no es una comodidad, es una responsabilidad: con la sociedad, con tus empleados, con tus clientes, con tus trabajadores y también por las consecuencias de tus decisiones.
Sin embargo, a pesar de todo, muchas veces el fracaso toma las riendas de tu empresa, tu proyecto y, lo peor, a veces de tu sueño.
¿Por qué ha pasado? ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué a mi?
Pero dime ¿quién ha dicho que esto fuera fácil? Para fracasar antes hay que haber hecho algo, y ese algo te diferenciará de los demás. Has intentado hacer algo grande, cosa que no todos tienen el valor de hacer.
Analizarás las causas, no puedes mirar para otro lado porque aunque la culpa esté lejos de ti la responsabilidad sigue siendo tuya, por supuesto.
Condicionantes
¿Cuántas vueltas has dado ya a las causas que han llevado hasta ahí? Habrás analizado hasta la saciedad los motivos, que pueden tener diferentes focos:
- Personales; cansancio, soledad, falta de experiencia o de preparación…
- De marketing, no he sabido transmitir el producto, no he comprendido al cliente..
- Del proyecto; equipo inadecuado, escasa financiación…
Llegados a este punto es posible que te hayas planteado abandonar. No te lo estoy poniendo demasiado fácil, ¿verdad?
Si a pesar de las noches sin dormir, las visitas al psicólogo y la ingesta de tranquilizantes y antidepresivos no ha podido contigo es que tienes alma de emprendedora y carácter para acometer un nuevo proyecto y dejarte desafiar por el reto. Y eso es mucho, créeme.
Vale, he fracasado
Pasarás a la fase de intentar asumir las consecuencias, y eso desde luego no se aprende ni se estudia si no lo has pasado. Hablo por experiencia.
El banco, los inversionistas, la familia, los clientes y los proveedores constituyen el principal grupo de damnificados en la mayoría de los casos ¿cómo enfocar hacia ellos el problema? ¿Cómo priorizar las decisiones? ¿cómo comprender sus reacciones?
Lo primero eres tú
Tu debes salir emocionalmente lo más indemne posible. Créeme, eres lo más importante de tu vida. Si caes no te levantarás, si te sobrepones podrás ir poniendo remedio poco a poco, y el tiempo purgará culpas y responsabilidades, tanto personales como económicas.
Entonces ¿Cómo, por qué y en qué orden debo afrontarlo?
- Tu familia. Es lo que siempre seguirá contigo, tanto si han colaborado contigo como si no lo han hecho debes ser sincero con ella. Ocultarlo no sirve de nada y te irá minando. La serenidad de tu entorno te dará una gran cobertura moral y de apoyo emocional.
- Amigos. No te alejes de ellos, ni ocultes innecesariamente lo ocurrido. La amistad es parte de nuestra propia vida, y totalmente necesario parta cubrir la soledad, aliada de la depresión. Recuerda que somos seres sociales.
- Proveedores. Piensa que probablemente les has hecho perder dinero. Normalmente el fracaso llega poco a poco y debías haberlo prevenido ante ellos. Han confiado en ti y les has fallado, pero puedes renegociar con ellos. Mantén contacto posterior al fracaso, ayúdales con tu red de contactos, no te conviertas en un deudor escondido, ayúdales mientras puedas.
- Banco. No debes preocuparte demasiado, salvo que eso te vaya a causar la ruina o el embargo de tus bienes. Puedes refinanciar la deuda al largo plazo. El dinero es “una cosa” que no debe martirizarte. En caso de que lo pierdas todo, posiblemente sea algo pasajero, mira alrededor, no es tan habitual que un fracaso suponga el final absoluto de nadie.
- Socios. No son fundamentales en tu futuro. Os unía un sueño pero ya no está. Los socios son algo pasajero, aunque hubieras pensado que eran para toda la vida. No les hagas culpables y asumir cada uno su parte correspondiente.
- Inversionistas. Han hecho su operación apostando a tu proyecto. Si hubieran ganado habrían sacado su beneficio. Para ellos ganar o perder es parte de su negocio.
Este es el orden en el que yo asumiría, tal vez de una forma demasiado fría, la supervivencia al fracaso. Pensar con un exceso de culpa te hará mucho daño, así que debes relativizar las cosas, como decía en mi anterior post.
Y sobre todo recuerda, que lo primero eres tú. Si tu estás bien, casi todo tiene arreglo.
¿Quién ha dicho que esto fuera tu final?
Próximo post. El fracaso emprendedor (2): Cómo sobrevivir y salir adelante