El fracaso es no levantarse

Publicado el 06 septiembre 2010 por Eandres
Cuando uno se acostumbrada a comer caviar, una buena lubina a la sal se te indigesta. No digamos unas insípidas pero nutritivas varitas de merluza congelada con las que muchos hemos crecido.
En esas estamos en el Mundial de baloncesto: la selección española de baloncesto nos ha mal acostumbrado en el éxito y en cuanto la máquina chirría aparecen las críticas y los críticos. Está claro que no hay que edulcorar ni encubrir y que hay que criticar, pero para construir y no para destruir. No con esta selección que se ha ganado el suficiente crédito y el respeto: vigente campeona del mundo (2006) y de Europa (2009) y subcampeona olímpica (2008 vs USA). Además, en este fantástico ciclo de cuatro años, la plata europea de 2007. Y hay que recordar que desde Paris'99 con Lolo Sainz en el banquillo, España siempre ha tocado metal en los Europeos (salvo en 2005 que fue cuarta) y todas las veces con entrenadores distintos.
La trayectoria avala a esta selección, a este grupo, que se ha ganado el derecho a que se crea en él. Sin ir más lejos, la conquista del oro europeo del año pasado en Polonia arrancó con una derrota ante Serbia precedida por un traspiés ante Lituania en el último amistoso. Tras el varapalo ante Serbia, España estuvo casi cinco minutos eliminada virtualmente. Entonces escribí: Falta un día menos para el oro. Era el momento de creer en el grupo. Y el oro llegó tornando en loas y aplausos las cuchilladas y las críticas.
Este año, el inicio ha sido idéntico. O peor: Inesperada derrota ante Francia, pequeño resurgir sin convencer ante Nueva Zelanda y varapalo sonoro ante Lituania tras ir ganando por 16 creando un mar de dudas. Fue el momento de aprovechar y cargar contra la selección y de disparar las críticas y de recordar que el seleccionador, Sergio Scariolo, era y es italiano.
Que España no era España lo veía hasta un ciego. No había sensaciones positivas, faltaba alegría, faltaba chispa, falta 'mojo' y faltaba Pau. Y Calderón, baja a última hora por lesión que trastocó la composición inicial de la selección y los planes previstos.
Era el momento de la críticos. Y también el momento de creer pese a que el camino era el más complicado: ganando a Líbano y Canadá, las dos cenicientas del grupo, a España se le dibujaba un camino muy complicado como tercera de grupo: Grecia en octavos y EE.UU. en cuartos. El apocalipsis para los críticos.
Una última victoria de Nueva Zelanda a Francia situó a España segunda. Demasiado premio para tan poco demostrado. Pero el azar, la suerte -que es para el que la trabaja, dicen- aupó a España a la segunda plaza y a cruzarse con Grecia, que intentó evitar el lado difícil del cuadro (España y EE.UU.) y le salió mal la jugada.
Lolo Sainz, puede hablar con conocimiento de causa de lo que es la suerte de un resultado con el que no cuentas. En París'99, España estaba fuera, haciendo las maletas rumbo al avión cuando un inesperado resultado la clasificó. Acabó ganando la plata. Ahí se gestó el espíritu y el compromiso de hoy.
El caso es que esta España, que no jugaba a nada y donde sobraba todo el mundo según los críticos, se personó en octavos y se cargó a Grecia dando un puñetazo en la mesa para meterse en cuartos ante la combativa Serbia, que ganó a España al inicio de Polonia'09 y fue arrollada en la final por la misma España.
El caso es que sigo creyendo en este selección, porque me ha demostrado que hay que creer en ella y porque conozco bien a los jugadores tras tantos años, aunque está claro que algún día, muy a nuestro pesar, nos caeremos del podio. Nadie dijo que esto fuese a ser fácil. Por muchos motivos: baja de Pau, lesión de Calderón, alto nivel de otras selecciones, hay que jugar sin el mejor jugador de la historia de nuestro baloncesto, lesiones de jugadores, malos momentos de forma de otros...
Pese a todo, el compromiso de los jugadores está ahí. Y no se puede dudar de él. Bueno, algunos sí dudan de ellos: he leído que Scariolo es italiano, que Marc no es la sombra de su hermano, que Garbajosa y Mumbrú están de prestado, que otros jugadores tenían que estar ahí, que los suplentes no dan la talla, que falta relevo generacional y por supuesto, que el gran culpable de todo esto es José Luis Sáez, el demonio en persona.
Muchos de estos críticos se subirán al carro si al final, felizmente, llega la medalla. Muchos se han subido al carro del baloncesto con los éxitos recientes y no perdonan el despido de Pepu. Sí, Pepu fue un gran técnico, y así los escribimos en Basuketoboru. Se vió en Japón 2006 donde empezó la leyenda con un cuento de Disney. También chirrió en 2007 (es humano) y fue él quien anunció que dejaba la selección tras Pekín 2008. Sólo se adelantaron los plazos. Además, sin él, se ha ganado una plata olímpica con otro entrenador (Aito) y un oro europeo con otro (Scariolo). ¿No ha llegado el momento de pasar página?
Otros críticos piensan que la selección es como una Liga Fantástica en la que con juntar a 12 tios que promedien 15 puntos o más es la solución. Eso ha hecho en los últimos años EE.UU. y a sí le fue. Tuvo que reconvertirse. Y para volver a triunfar copió el modelo de España. No me lo invento. Me lo dijo el presidente de la Federación de EE.UU. en Pekín 2008.
Otros muchos no entienden de liderazgo, de intangibles, de grupo, de trabajo en equipo, de esfuerzo, de compromiso. Esto no lo refleja la estadística, engañosa en tantas ocasiones.
El miércoles toca Serbia. Si España sigue siendo España, la nueva España post Pau-Calde y que se vio ante Grecia, ganará y pasará a semis ante Turquía (presumiblemente), anfitriona de este Mundial. Y luego, la final, ante EE.UU. (presumiblemente). Y yo creo en España. Desde el sufrimiento. Así sabrá mejor. Y si no llega (al igual que si llega), a analizar para poder seguir construyendo. Llegar cuesta, mantenerse más. Esto solo lo hacen los grandes. Ya que el verdadero fracaso no es caer, si no no saber levantarse.