Las principales consecuencias de esa política es la soledad de la mujer, su desamparo, porque el gobierno no sabe protegerlas, y la enemistad del hombre, que pudo haber sido su gran aliado y la clave para su victoria.
La policía española acaba de denunciar que el mal funcionamiento de las pulseras anti violencia de género y de otros dispositivos defensivos hacen difícil defender a las mujeres.
El socialismo español, fracasado, decadente y minado por la corrupción y el abuso, ha convertido el feminismo en una de sus líneas estratégicas, pervirtiendo sus metas y haciéndolo tozudo, sectario y lobbysta.
Sus últimas "fechorías" son escalofriantes: han estimulado esa locura que llaman "discriminación positiva", han aceptado la indignante "cuota", han acorralado al hombre incluso dictando leyes que lo humillan y aplastan, y han confundido "igualdad" con "paridad", dos conceptos que no son iguales; uno es constitucional y el otro un abuso totalitario.
El actual gobierno español que preside Sánchez, incapaz de ver sus vicios antidemocráticos, ha convertido ese feminismo desquiciado en uno de sus estandartes políticos y electorales.
Pero lejos de obtener éxito, el sanchismo contempla con terror como los jóvenes ya emigran en masa hacia VOX y las mujeres, tradicionales votantes socialistas, también empiezan a huir del siniestro sanchismo pervertido.
Detrás del fenómeno está una degradación de la democracia y de la nobleza del juego político. Muchos partidos políticos actuales pretenden que todas las ideas, principios y objetivos, hasta los fundamentales, se supediten a la conquista y disfrute del poder político, que es su objetivo prioritario y, sin duda, el gran cáncer de la democracia.
Como muchas cosas buenas de este mundo, aquel feminismo inicial, estimulante y honrado, fue asesinado por los partidos políticos, como también han asesinado la democracia, la familia, el mérito, la decencia, el honor, la justicia y decenas de valores imprescindibles, construyendo un mundo vulgar y asqueroso.
El feminismo de partido está cogiendo una peligrosa deriva radical y nacionalista y se está convirtiendo en un movimiento excluyente que persigue ganar votos, enfrentar y dañar el núcleo de la sociedad, que es la familia, y perpetuar la lucha entre hombres y mujeres.
El feminismo de izquierdas se ha enrocado como lobby de presión y de influencia y su discurso, cada vez más, se dirige a perpetuar el socialismo en el poder.
Ese afán político enloquecido genera a diario problemas artificiales con los que pretenden hacernos ver la necesidad de mantener e incrementar nuevas estructuras como la "Burocracia de género", que se agrega a la densa burocracia ya existente.
La bajeza de la izquierda española es tan intensa que prefiere el conflicto a la paz, la crispación a la armonía y la trifulca a la justicia, siempre que le genere votos y adhesiones, que es lo único que pretende.
Y el feminismo ha tenido la mala fortuna de convertirse en estandarte y punta de lanza del sanchismo, que es una enfermedad letal de la izquierda, la democracia y la decencia en España.
Francisco Rubiales