Personalmente yo me vuelvo loca cada vez que voy al mercado y ya tengo mis quesos favoritos para cada ocasión y combinación, con preferencia por los quesos cremosos y malolientes, de los que está prohibido llevar en espacios públicos (véase el Époisses de Bourgogne).
Por eso no dejo de preguntarme cómo demonios he hecho para conocer al único francés que detesta el queso hasta el punto de impedirme acercarme demasiado a él si he comido queso, y es que mi francesito sólo come el queso de la pizza, y eso si no es muy fuerte.
Dios le da pan al que no tiene dientes. O 300 variedades de queso al que no le gusta.