Hacia mediados de los años 60 todo parecía indicar que la carrera de Alfred Hitchcock comenzaba a tambalear. Se iniciaba así una crisis en la que el mago del suspense, inmerso en la era del color, parecía no adaptarse a los gustos de un público cada vez más exigente y más difícil de embaucar.
‘Cortina rasgada’ (1966) no alcanzó el mismo éxito que tuvo ‘Con la muerte en los talones’ (1959) y ‘Psicosis’ (1960). Sí, es cierto que el listón anterior estaba bastante alto. Mientras, Hitchcock mantuvo conversaciones con Robert Blonch (autor del libro que inspiró Psicosis) durante 1964 para crear una nueva entrega en la que el protagonista fuera un asesino en serie. Los desacuerdos monetarios y la falta de convicción por parte de Hitch llevaron al garete las conversaciones. No sería hasta finales de los 60 cuando aparece la figura de Benn Levy, buen amigo del director y con quien había trabajado allá por los años 20 en algunas de sus películas. Él sería el que retomase la idea y, junto al director británico, se puso manos a la obra en una película transgresora y con tonos de cine bizarro.
Sexo, desnudos explícitos y violencia desatada, como si de una película de Jess Franco se tratase (salvando las distancias) es lo que se puede ver en las pocas fotografías y los escasos fragmentos de su rodaje que se dieron a conocer no hace muchos años. La grabación tuvo lugar a inicios de 1968 y el proyecto fue conocido como ‘Frenzy’ (Frenesí) y luego rebautizado como ‘Kaleidoscope’. Sin embargo, la innovadora película quería adelantarse demasiado y pronto fue parado su rodaje y abandonado el proyecto. Llegaría ‘Topaz’ (1969), su desinflamiento por la crítica y…nuevamente, un giro de tuerca a la idea de ‘Kaleidoscope’ que daría lugar al ‘Frenesí’ (1972) que pasó a la historia del cine.
‘Frenesí’ supone una vuelta a los inicios de Hitchcock. Hacía más de treinta años que el director de cine británico no volvía a la tierra que lo vio nacer y fue en 1972 cuando, escoltado por una multitud de fotógrafos y periodistas, fue recibido como si de un mesías se tratase en Londres. La ciudad que acogió su penúltima película.
Una serie de asesinatos en serie de mujeres por la ciudad de Londres despierta la atención de Scotland Yard. Un ahogamiento, un estrangulamiento,… todas las muertes son diferentes pero tienen un denominador común: una corbata. Richard Blaney (Jon Finch), tras ser despedido y no contar con nada de dinero, se verá envuelto en la trama y se convertirá en el principal sospechoso de la tragedia. Primer homenaje: nos encontramos ante una situación que a Hitchcock perturbaba enormemente, la confusión con otra persona y la involucración en un complot del que no forma parte (‘Con la muerte en los talones’).
Desde el primer momento sabemos que su amigo Robert Rusk (Barry Foster) es el asesino y es que no estamos ante una película en la que tenemos que descubrir quién es el malo sino que, sabiéndolo de antemano, lo que no conocemos es cómo se salvará Blaney. Una tensión que se recrudece en el momento en que se le tuercen las cosas a Rusk en el momento en que Blaney estaba en el punto de mira de la policía. Y, hasta el último segundo, no sabremos cómo terminará. Por cierto, con otro homenaje, en este caso a un primer plano del instrumento que puede servir de arma homicida (‘Recuerda’).
Una magnífica fotografía de la Inglaterra de principios de los 7o, con unos colores pasteles muy cuidados en todo momento y en la que predominan los planos cortos en los momentos de tensión (tercer homenaje: una tradición en su filmografía). Una carga violenta que se hace más explícita en la que no solamente vemos un cuchillo que parece que ni roza el cuerpo, sino que presenciamos una violación, desnudez y un ahogamiento como si estuviéramos presentes en la misma habitación.
Imprescindible ver al menos las películas aquí mencionadas antes de acudir a ‘Frenesí’, sobre todo para ver la evolución artística del genial director. No solamente son cameos o reutilizaciones de tácticas estéticas y para muestra, una secuencia: las escaleras del piso. Una secuencia impresionante y que llega a la perfección cinematográfica de un Hitchcock preocupado por sacarle el máximo partido al objetivo y los movimientos de la cámara. Sin duda, esta secuencia representa el culmen del septogenario director. No se pierde tampoco el fino humor inglés que siempre le ha caracterizado y que se representa en el personaje del jefe policía y su maltrecho matrimonio. Y si no me creen, échenle un vistazo al trailer. Disfruten de la película.
Para aquellos que quieran sumergirse aún más, pueden ver parte del rodaje y a Hitch este video de sorprendente calidad:
Juanjo Sánchez
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