El fuego de la fe

Publicado el 05 febrero 2015 por Cronicasbarbaras

Qué horrible final. Quemado vivo. El piloto jordano de 26 años Moaz Kasasbeh sacrificado en una terrible agonía ordenada por el Estado Islámico que domina buena parte de Irak y Siria aplicando la interpretación más brutal de la Sharia. 

Los adjetivos se quedan cortos: depravación, crueldad, inhumanidad, pero todas esas características que señalan lo terrible que puede ser la maldad humana sólo denuncian las consecuencias de algo mucho peor: el verdadero fuego de la fe. 

Las creencias, religiosas, ideológicas o políticas, cuanto más se acerquen al fanatismo, más aceptan participar en las peores perversidades. 

El fuego de la fe interior que recomendaba mantener Pablo el Apóstol y que quemaba a Teresa de Ávila tiene traslación exterior en la aplicación fundamentalista de cualquier dogma. 

Por eso el reavivamiento espiritual de crecientes masas de musulmanes, su vuelta al integrismo salafista, es tan peligrosa: ardientes de fe carecen de sentido de la medida para castigar a los enemigos de Alá, que merecen decapitación, crucifixión, lapidación, arder vivos. 

Hasta en la aparentemente moderna Turquía el veinte por ciento de la población aprueba la pena de muerte para los enemigos del islam: la fe ardiente es más poderosa allí que la forzada evolución humanista del siglo XX. 

Nuestro mundo cristiano quemaba vivos a los herejes que negaban la Trinidad en tiempos de Justiniano, siglo VI; legisló la pena en 1184 y la ratificó en el Concilio de Letrán y el Sínodo de Toulouse, en el siglo XIII. 

La Inquisición europea –la española era una más—asó vivos a numerosos herejes, y el protestante francosuizo Juan Calvino lo hizo con Miguel Servet en Ginebra en 1553. 

Esa fe ardiente que abandonamos gracias a la Ilustración se mantiene en distintos grados en el islamismo. Debemos destruirla, además de con bombas, corrompiéndola con otra Ilustración que incluya todos los pecados sexuales tomados como juegos, y no como actos sagrados o atentados contra Alá.

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SALAS