Camaradas,
El Führer ha querido explicar al pueblo alemán las acciones que ha desatado hoy la Wehrmacht contra Yugoslavia y Grecia y ha emitido la siguiente proclamación donde ha podido decir las cosas más alto, pero no más claro:
Berlín, 6 de abril de 1941.¡Al Pueblo Alemán!
Desde que el Imperialismo Británico se lanzó a la conquista del mundo, se esforzó en involucrar a Europa y sus pueblos en una serie interminable de guerras internas con el fin de debilitarlas. Demasiado a menudo Inglaterra se encontró con hombres de estado y líderes del pueblo, en parte cegados, en parte corruptos, que les ofrecían sus páises al servicio de la dominación mundial británica. Durante siglos, las altas finanzas judías se han beneficiado en gran medida de estas guerras de conquista instigadas por Inglaterra. Bajo el eslogan “democracia”, esta conspiración de imperialismo y capitalismo ha acarreado un sinnúmero de problemas al mundo, y en especial a Europa.
En el año 1914 estas fuerzas lograron asaltar Alemania y le obligaron a entablar batalla. El objetivo era la destrucción de la vida económica alemana, el saqueo de los recursos económicos de Alemania y, con estos fines, la indefensión de Alemania. La batalla entonces no fue entablada contra el Tercer Reich Nacionalsocialista, sino contra el estado federal constitucional-democrático.
Apenas habíamos conseguido levantar al Pueblo Alemán y conducirlo hacia un nuevo resurgir –después de que la desintegración de la economía alemana y de la vida alemana se hubieran prolongado durante más de una década y media- mediante la potencia del movimiento Nacionalsocialista antes de que las mismas fuerzas que una vez más proclamaron su viejo objetivo: ¡la Alemania independiente, que se encuentra en proceso de recuperación, tenía que ser destruida de nuevo! Y, como antes, una vez más creyeron que las manos de alquiler serían las más adecuadas para desencadenar el conflicto.
Polonia fue escogida para provocar una lucha con Alemania sin ningún motivo y para responder con la fuerza todos los esfuerzos que pretendían asegurar un acuerdo razonable en pacífica cooperación. Enfrentada al poder de la nueva Wehrmacht alemana del Tercer Reich, que entretanto había sido convenientemente preparada, este intento fracasó al cabo de unas pocas semanas. Después, Gran Bretaña intentó a través de Noruega penetrar por el flanco derecho alemán. Con unas pocas horas de antelación, resultó posible eludir el ataque y de nuevo después de algunas semanas de lucha heroica, fue abocado al fracaso. Los soldados alemanes se mantuvieron firmes desde Kirkenes hasta Helgoland, y así aseguraron todo el Lebensraum alemán.
Estas derrotas obligaron a Churchill a buscar nuevos caminos. De ese modo tomó la decisión de moverse a través de Bélgica y Holanda, que estaban aliadas con Inglaterra, para golpear el corazón de la economía alemana, el Ruhr. Esta vez, Francia fue escogida para soportar el principal peso de la batalla. En una marcha triunfal única e histórica, la Wehrmacht alemana también frustró este intento y barrió la Europa occidental de ingleses.
Rechazando mis nuevas propuestas de paz, Churchill estuvo ahora decidido a lanzar el peso del Imperio británico contra Italia y, sobre todo, a hacerse con el control de la costa del Norte de África con la ayuda de tropas procedentes de Nueva Zelanda y Australia. Hoy, este intento también se puede considerar frustrado gracias a la cooperación de las fuerzas alemanas e italianas.
Desde el comienzo de la guerra, Inglaterra se ha esforzado con persistencia en conseguir que los Balcanes se conviertan en un escenario de guerra. De hecho, los diplomáticos británicos han tenido éxito en primero atrapar a Grecia ofreciéndole una garantía, siguiendo el ejemplo de la Guerra Mundial, y finalmente abusando de sus propios propósitos. Los documentos publicados hoy nos ofrecen una oportunidad inmejorable para llegar a comprender el mecanismo de funcionamiento de una manera de obrar que, una y otra vez ha tratado de involucrar a otros en la lucha y sangrarlos hasta la muerte en interés británico de acuerdo con las recetas británicas más antiguas. En contraste con esto, yo he puesto repetido énfasis en los siguiente:1. que el Pueblo Alemán no se opone al pueblo griego y2. que nunca toleraremos que, tal y como sucedió durante la Guerra Mundial, una potencia obtenga una base sobre territorio griego destinada a penetrar hacia el Lebensraum alemán cuando se le presente la oportunidad. Barrimos de británicos el flanco norte. Estamos decididos a no tolerar una amenaza similar en el flanco sur.
En el servicio de una verdadera consolidación de Europa, me he comprometido desde el mismo día en que ascendí al poder de establecer relaciones amistosas por encima de todo con Yugoslavia. Conscientemente, me olvidé de todo lo que había ocurrido entre Alemania y Serbia. No sólo ofrecí a los serbios la mano del Pueblo alemán, sino que también trabajé, como un obrero honesto, para ayudar a llevar a cabo un repaso de las dificultades en las relaciones entre Serbia y las naciones individuales aliadas con Alemania. De hecho, parecía como si las tensiones se estuvieran relajando lenta pero exitosamente, reemplazando una atmósfera insoportable y pavimentando el camino hacia la cooperación fructífera, no sólo de una naturaleza política, sino también y por encima de todo, económica. Y, ¿qué otro objetivo podría haber estado persiguiendo Alemania en una zona en la que no defendía ni reclamaciones ni intereses territoriales ni económicos? Para eliminar de Yugoslavia el sentimiento de que la política alemana cambiaría en su detrimento antes o después, traté de integrar al estado yugoslavo en el interior de ese grupo de potencias que están comprometidas a construir el continente europeo del futuro de acuerdo con el principio de respeto hacia los intereses justificados de todos en un trabajo común de paz y tranquilidad. De veras creí que esta sería la mejor forma de contrarrestar los temores yugoslavos de que este objetivo en lo que respectaba a Yugoslavia fuera o posiblemente pudiera ser diferente de la perspectiva de Alemania e Italia o de Alemania y Hungría.
Hice esto a pesar de que el liderazgo de los estados yugoslavo y griego estuvieran apoyando los intereses de los señores de la guerra de las democracias occidentales de la manera más irresponsable, como buen sabemos gracias a los documentos franceses. El 25 de marzo de 1941, en Viena, Yugoslavia accedió con solemnidad al Pacto Tripartito. Yo y todo el Pueblo Alemán nos sentimos muy contentos por ello porque parecía que se había detenido la expansión de la guerra a los Balcanes. Quizás incluso la vaga esperanza estaba justificada en último término para solucionar el conflicto existente mediante un acuerdo razonable.
Sin embargo, apenas habían regresado a Belgrado los Ministros firmantes del Tratado, que elementos al servicio de los ingleses, una camarilla militar que hasta el fin de los tiempos continuará organizando golpes de estado, contraatacaron. El Gobierno que había buscado la paz con Alemania fue depuesto. Se publicó una declaración oficial según la cual esto había sido necesario precisamente por su política hacia Alemania. Además de esto, se produjeron escenas que son una auténtica desgracia en la vida internacional y que el Pueblo alemán, como gran potencia que es, no está dispuesto a tolerar con paciencia. El enviado alemán fue insultado; el adjunto militar alemán fue atacado; uno de sus asistentes, un oficial, resultó herido; numerosos oficiales, representantes de empresas, y otros, fueron maltratados públicamente. Los salones de exhibiciones, los negocios, las oficinas y las empresas alemanas fueron demolidas y devastadas. Un sinfín de mujeres y hombres fueron apaleados, en especial nuestros Volksdeutsche, sus negocios y viviendas parcialmente saqueados y un número considerable de alemanes étnicos fueron asesinados en el proceso.
Estos sucesos fueron planeados por las mismas criaturas que, en el año 1914, ya habían sumido al mundo en una desgracia innombrable con el asesinato en Sarajevo. Y, al igual que entonces, los Servicios Secretos británicos financiaron e incitaron a esta camarilla militar de criminales. Y sin embargo ahora, aunque los sucesos sean los mismos, una cosa ha cambiado:
¡Ahora, el estado atacado no es la vieja Austria, sino el Reich alemán de hoy! El nuevo Gobierno serbio ha organizado una movilización general. Ha admitido haberlo hecho en secreto durante días. Por lo tanto, ha revelado que cree que va a ser capaz de poder reemplazar mediante la fuerza las relaciones pacíficas con Alemania. ¡La fuerza que ha convocado la destruirá ahora! ¡El Pueblo Alemán no odia al pueblo serbio! El Pueblo Alemán no encuentra razón alguna, sobre todo, para luchar contra los croatas y los eslovenos. ¡No quiere nada de ellos! El pueblo alemán se encargará de darle su merecido a la camarilla serbia de criminales en Belgrado que parece creer que por segunda vez puede ponerse a disposición de los británicos en su intento de asesinato contra la paz en Europa.
Ahora que he tenido que presenciar de nuevo cómo, a lo largo de un periodo de ocho años, hemos trabajado en vano para reconstruir la amistad, he decidido restaurar las relaciones tolerables a un nivel que haga justicia a los principios étnicos de esta parte de Europa, en colaboración con mi aliado, para confiar la representación de los intereses alemanas a aquella potencia que sola –una vez más- se muestre capaz de proteger la ley y la razón.
Desde esta mañana, el Reich alemán está combatiendo a los usurpadores de Belgrado y aquellas unidades que Gran Bretaña de nuevo intenta llevar desde los Balcanes a la batalla contra la paz de Europa.
La Wehrmacht alemana no depondrá sus armas en esta zona hasta que haya expulsado a este círculo de conspiradores de Belgrado y hasta que el último británico haya abandonado esta parte del continente. Dios quiera que el infeliz y ciego pueblo de Yugoslavia se dé cuenta que le debe todo esto al peor “amigo” que este continente ha tenido durante los últimos trescientos años y continúa teniendo: Inglaterra.
El Pueblo Alemán ha emprendido esta lucha con el conocimiento de que sus líderes han hecho todo lo humanamente posible para evitar este conflicto. Todo lo que ahora pedimos a la Providencia es que siga protegiendo y bendiciendo los caminos de nuestros soldados, ¡como ha hecho hasta ahora!
Adolf Hitler.
Es lebe der Führer!Führer befiehl, wir folgen!