Sin lugar a dudas este mundial de fútbol, organizado en Sudáfrica, dejó muchas enseñanzas y análisis aplicables todos ellos para el futuro próximo tanto del fútbol local como internacional. En primer lugar, y primordialmente, que todavía está viva la idea de jugar conceptualmente, a los toques y basándose en la calidad técnica. Si el torneo anterior lo había ganado la eficacia italiana, hoy es el turno del buen juego demostrado por España. Seguramente, los detractores de esta manera de entender el juego dirán que el planteo tuvo muy pocos goles a favor y que Holanda pudo haber ganado si Roben metía uno de esos contragolpes. Es verdad, en el deporte no existen sentencias finales, pero jugar al ataque de manera asociada, profundizando la tenencia del balón y generando espacios por los sectores donde no está la pelota llevaron a España a lo más alto. La segunda y gran enseñanza que dejó la copa del mundo es que las acciones en conjunto están más allá que las individualidades. Mientras que las apariciones de ídolos dejaron mucho que desear, caso Messi, Cristiano Ronaldo, Rooney o Kaká, el juego en conjunto prevaleció en los partidos más importantes y, por ende, posicionó a seleccionados como Alemania, Uruguay o el mismo España. Entonces aquellos que basaron su juego en los destellos que pudiesen dar sus estrellas quedaron en el camino, el caso ejemplar por excelencia fue Argentina.Las razones de por qué España se consagró habrá que buscarlas, en primer lugar, en la composición de su equipo. La mayoría de jugadores del Barcelona multicampeón (salvo Messi, los laterales y los delanteros) fue el corazón del equipo catalán estuvo en la selección: Puyol, Xavi Hernández, Iniesta, Busquets, Piqué. Además, la presencia de dos goleadores como Torres y Villa le dieron un poder de fuego que apareció en los momentos precisos. En segundo lugar, la idea de juego. Al igual que Barcelona, Vicente del Bosque les inculcó a sus jugadores que la mejor manera de ganar era teniendo la pelota y creando situaciones de gol a partir de pases cortos y movimientos de distracción en el lado ciego.
Es rescatable también la idea de que un técnico puede ser o no contemporáneo a sus dirigidos. Una de las excusas que puso el periodismo a la salida de Basile de la selección Argentina fue que su franja etaria estaba muy alejada de jugadores como Messi o Agüero y por ello no tenía cómo llegarles desde lo discursivo. Una falacia importante que algunos la creyeron y se encargaron de divulgarla y defenderla. Hoy este concepto mentiroso se cae por completo y demuestra, una vez más, que en el fútbol nada está dicho.
La gran cuestión de fondo, aquella que Maquiavelo se preguntó muchos años atrás, es si el fin justifica los medios: ¿Es necesario utilizar todo tipo de artimañas para ganar un partido o el titulo mismo? Teóricamente existen dos maneras de afrontar un partido de fútbol. O teniendo el balón como hizo España o cediendo la posesión de la pelota y el terreno al rival esperando un error, como lo hizo Italia hace cuatro años. Una ganó por penales sufriendo hasta el final . La otra también triunfó pero de una manera más lírica, con sufrimiento si, porque el rival también juega, pero más placentero para la vista del espectador.
Se terminó el mundial y, para los argentinos, dejó más pena que gloria, más incertidumbres que certezas. Es rescatable la idea de jugar al ataque que propuso Maradona. Faltaría un proceso de recambio de jugadores, mayoritariamente en la defensa y el medio campo, capaz de concretar un proyecto de fútbol parecido al español, para lograr el tan preciado juego asociado, la tenencia del balón y el juego bonito: el fútbol que le gusta a la gente.