Las victorias deportivas recientes de deportistas españoles, sobre todo en deportes de conjunto: futbol y baloncesto, han devuelto a la “actualidad” los símbolos de la “españolidad” que por fas o nefas estaban escondidos en los recónditos pliegues de nuestra historia: siempre latente, siempre batiente.
España es de los países donde la bandera, el himno, los escudos e incluso algunos signos y símbolos del estado están más obliterados, no solamente por la poca afección tradicional de los ciudadanos por unas instituciones, representadas por políticos bastante ineficaces e irresponsables desde hace siglos, sino porque la historia se ha encargado de vincular las particiones, separaciones cainitas, de los españoles a tal o cual bandera, tal o cual credo, tal o cual himno.
Y esa fuente o semilla de separación asociada al himno, la bandera, la del águila o la republicana, las banderas de las Comunidades Autónomas, siempre significando algo inexistente o centrífugo, ha creado disensión y separación y, por tanto, poco sentimiento de unión alrededor de esos símbolos salvo el muy básico de pertenencia al clan, tribu, en un pensamiento de defensa-ataque muy progagandista.
En muchos casos el crecimiento y creencia en estos símbolos más locales se ha hecho, como en vasos comunicantes, generando el desamor por los conjuntos para así alimentar a unos a costa de otros. Si a estos le añadimos el empleo político, de las derechas más radicales y profranquistas, de los símbolos de todos llegamos a la situación de desarraigo actual, una situación que denota o, al menos, denotaba una separación buscada.
Sin embargo, el futbol y el baloncesto, más el primero premian más que los éxitos individuales el sentimiento de unión, de comunión para un progreso exitoso, para una mejora plausible, para un mañana honroso de todos como conjunto. Pero no de cualquier manera, no de una forma ofensiva y excluyente, sino integrando a los que piensan, hacen y sienten diferente, tomando como referencia un grupo humano, la selección de fútbol o baloncesto, que son amigos, primero, y luego eficientes y concernidos colaboradores en pos de un bien común: el éxito deportivo. No importando orígenes, ideologías, políticas pardas ni intereses nacionalistas, de unos y otros, con el denominador común de ser espurios, sino con la amabilidad flagrante de la francachela simpática y, después, antes, durante, el esfuerzo duro y sin reservas hasta el éxito.
Quizás esta sea la enseñanza primordial de los peloteros, que el futuro se conquista no dejando a nadie atrás, no creando fronteras ni banderas “contra”; no alimentando a las dos Españas que “a palos” siempre son menores sino desde cada concepto y cada interés y circunstancia afrontar el futuro unidos. Luego, cada cual y en su casa, dirá y creerá en lo que más le interese o más le mueva, eso es harina de otro costal como lo es la más que seria utilidad del futbol, “pan et circus” para tapar la cercenante reforma laboral pero, eso, como los nacionalismos rampantes y las crisis fagocitadores, también son harina de otro costal.
Símbolos en Recuerdos del día de mañana.
Imagen: http://josegura.blogspot.com/2010/07/necesitabamos-confianza-para-salir-de.html
Despierte el alma dormida, avive el seso e despierte. A fin de cuenta sino pensamos y vivimos para que queremos estar. Los pensamientos de hoy son recuerdos del mañana que tenemos hoy.