El diario El Correo publicaba ayer un amplio reportaje titulado “EITB paga la factura del cambio”. Un trabajo exhaustivo sobre el primer año de gestión del equipo de Alberto Surio, caracterizado por la pérdida constante de audiencia y el desafecto de una parte importante de la ciudadanía, que ha dado la espalda al ente público. Se ha dicho, no sé si con razón o sin ella, que el votante nacionalista ha dejado de conectar EITB, pero, en mi opinión, el que ha dado la espalda a la televisión y a la radio autonómicas ha sido el votante de izquierda.
Nadie niega que la irrupción de los canales temáticos puede tener una relación directa con la caída de audiencia de EITB; ahora bien, a estas alturas del partido, nadie niega tampoco que el ente público ha dejado de representar el sentir mayoritario de la sociedad vasca. Los informativos, por ejemplo, están tan escorados a las directrices que emanan del Gobierno PPSOE, que han llevado a muchas personas a buscar otros espacios, no más objetivos, pero, al menos, no tan sumimos a la estrategia de Patxi López y Antonio Basagoiti.
EITB tiene menos medios técnicos, humanos y económicos que otros canales y, por tanto, su baza para ganar audiencia debe ser una combinación de cercanía, pluralidad y credibilidad. Cuando no se reúne ninguna de estas tres cualidades, sólo cabe esperar una larga cuesta abajo, que lastre su apuesta por un cambio real, que la ciudadanía hoy no percibe. Gobierne quien gobierne el ente público debe ser un referente de calidad e independencia, en el que todas las voces y sensibilidades tengan reconocimiento y expresión. Cuando esto no ocurre, la audiencia busca cobijo en otros nidos y alguien debe repensar la estrategia y buscar la solución en la proximidad, en el respeto a todas las opiniones y en la confianza y la empatía con el público potencial.