Hizo referencia Pablo Casado al acto celebrado hace unos días en el Congreso de los Diputados en conmemoración de los 40 años de las primeras elecciones democráticas. Y nos hizo una puntualización muy interesante, vino a decir lo siguiente: mientras políticos de la transición (de AP, PCE, PSOE, UCD…) que sufrieron la dictadura y la transición, se saludaban entre todos ellos con cariño, se abrazaban y se alegraban de verse, otros políticos actuales estaban serios, enfadados, sin aplaudir y retirando el saludo a algunos porque ellos consideraban que no merecían ese reconocimiento ni estar allí.
Lógicamente se refería a Podemos, a Pablo Iglesias y su banda. Gente que, la gran mayoría, ha nacido ya en democracia y que ahora pretende reescribir la historia, adaptándola a sus intereses e ideología; repartiendo carnets de demócratas y diciendo que ellos no han votado la Constitución del 78 y que, por lo tanto, no les representa.
Este es el gran problema de esta extrema izquierda que nos ha tocado sufrir, que es antisistema, que quiere romper con el orden establecido, con la democracia, para imponer la suya, la democracia que solo se adapta a su ideología, la democracia que solo les beneficia a ellos. Lo peor de todo este panorama es que, además del apoyo electoral que tienen, el PSOE se les está acercando peligrosamente, adoptando parte de sus postulados y estrategias. Y lo que está claro es que el futuro de España no puede pasar por esta izquierda radical.