A mí me parece un aparatito fascinante. No hace un año que lo tengo y se ha vuelto imprescindible en mi vida como lector. Tiene muchos detractores, que se oponen a leer de una manera distinta a como se ha hecho toda la vida. El otro día le pregunté a Antonio Soler y dijo que él nunca iba a renunciar a la individualidad de un libro de papel. Yo creo que el debate no va acerca de si el libro electrónico terminará imponiéndose o no, sino sobre sus ventajas e inconvenientes, porque está claro que dentro de unas décadas el libro tradicional tendrá el mismo papel que tienen actualmente los discos de vinilo: un objeto de coleccionista. Y no seré yo el que le de la espalda al formato con el que aprendí a leer, pero nuestros herederos no tendrán este sentimentalismo.
Indudablemente, para mí, que soy un lector empedernido con un espacio limitado para guardar mis libros el libro electrónico es como una utopía hecha realidad. Lo que se impone ahora es que la industria se ponga las pilas y comience a trabajar con este formato ofreciendo productos de calidad a precios muy muy razonables. Yo estoy dispuesto a pagar (siempre me he dejado ingentes cantidades de dinero en libros), siempre que el precio actual se rebaje sustancialmente. Les dejo un interesantísimo artículo del escritor Jorge Volpi aparecido el pasado sábado en El País. Él sí lo tiene muy claro:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Requiem/papel/elpepiopi/20111015elpepiopi_12/Tes