Porque ayer, durante la jornada de reflexión, los manipuladores de la opinión pública actuaron torticeramente con sus presiones para que la gente apoyara una determinada opción política. Una falta de delicadeza que demostraba nerviosismo. Un columnista de prestigio intelectual, en su espacio semanal de El País, trastocaba su trayectoria ideológica de izquierdas para decantarse por Ciudadanos, la última esperanza política, decía, que se le parece. Otro medio de comunicación, que no oculta su conservadurismo monárquico, aprovechó el día de reflexión para publicar un reportaje de fotos, en blanco y negro para subrayar la desolación, sobre la catástrofe humanitaria que sufren los venezolanos por culpa del régimen de Nicolás Maduro, la bestia negra izquierdista de Sudamérica. Y es que, para estos manipuladores de derechas, la izquierda era el enemigo a batir. Así de contundente lo vino a dejar por escrito, también en ABC, otro doctor en filosofía que nos tenía engañados con la careta de progresista con la que desenmascaraba en otros su desfachatez intelectual, sin percatarse de la propia. Afirmaba rotundo que lo que estaba en juego en estas elecciones era la Nación y no el Gobierno. Que el PSOE era el problema puesto que persigue permanecer en La Moncloa a cambio de indultos, reforma constitucional y autodeterminación. Así, sin dudarlo ni cubrirse con el socorrido “presuntamente” acerca de las motivaciones inconfesables de los socialistas.Si todo esto se dijo el día de ayer, un día para guardar silencio y pensar una decisión trascendental, podrán imaginarse el tono de la precampaña y de la campaña propiamente dicha. Insufrible.
Mañana será día de análisis y confirmación final de los resultados. Pero, hoy, es preciso subrayar la victoria del PSOE y del conjunto de la izquierda, política y social, en España, precisamente cuando los vientos que preocupan en Europa eran los del ascenso de la extrema derecha. Los españoles, con su voto, han conjurado ese problema, demostrando ser más sensatos y moderados de lo que preveían las encuestas y afirmaban por escrito los manipuladores de la opinión. Toda aquella incertidumbre previa de estas elecciones, que se mantuvo hasta hace un momento, ha sido despejada con el triunfo de la socialdemocracia, en particular, y de la izquierda, en general, a pesar de las exageraciones, las descalificaciones y la crispación que caracterizaron una campaña y el desarrollo de sus debates y confrontaciones. Los españoles han decidido que el futuro de España, que empieza hoy, sea progresista. Hay que felicitarse por ello.