Durante estos días, especialmente en el mes de abril, las noticias no paraban de hablar sobre Corea del Norte. Los medios especulaban una inminente guerra entre Corea del Norte y Estados Unidos al ver intercambios de mensajes hostiles promovidos por sus portavoces. La hemeroteca me dice que, después de la firma de armisticio, excepto alguna que otras tensiones en la zona fronteriza entre las dos Coreas como el incidente del hacha del día 18 de agosto de 1976 perpetrado por dos soldados norcoreanos, solamente hubo mensajes de intimidación hacia Corea del Sur. Desde 1953 hasta los años 80, el régimen norcoreano había ordenado más de 5.500 mensajes de amenaza hacia el territorio sur. Una vez cada dos días. Hasta que, en los años noventa, esa cifra había disminuido coincidiendo con la caída de la Unión Soviética.
La estrategia del régimen norcoreano para demostrar a la comunidad internacional que ellos eran "perjudicados" era invitar a todos los periodistas del mundo occidente (excepto los periodistas surcoreanos), en vísperas del día de nacimiento de Kim Il-Sung, a mostrar las calles recientemente modificadas y edificios nuevos construidos en las principales avenidas de Pyongyang. Y, al llegar aquel "gran" día, hacer ver a los periodistas el desfile militar con miles de soldados recorriendo los 415 metros de longitud de la plaza Kim Il-Sung. Su intento era mostrar esa posición defensiva para que la comunidad internacional culpabilice moralmente a Donald Trump. Pero esa actitud pasiva ni siquiera ha durado 24 horas cuando lanzó un misil a las 5:50 de la madrugada del día siguiente, pero que se estalló inmediatamente quedando en entredicho su actitud que llama a la confusión.
Tengo la sensación de que ni Corea del Norte ni Estados Unidos quieren dar el primer paso para su particular contienda que el mundo sigue observando de cerca. En el caso de Corea del Norte, la crítica vertería en ellos al fabricar armamentos mientras que la desnutrición en la población infantil y adulta es cada vez más preocupante pero que el régimen no está interesado en solucionarlo. Y en el caso de Estados Unidos, ya han tenido un historial manchado con Afganistán en 2001 e Irak en 2003 que precisamente no han salido bien parados y más de una década después, la comunidad internacional no ha olvidado de las consecuencias de aquellas dos guerras. Confiando en la hemeroteca, no creo que ocurra más allá de los rifirrafes, pero en todas las guerras los más damnificados han sido los civiles y, en este caso, tampoco será la excepción en caso de que uno de estos países dé el primer paso. El diario de Corea del Norte