El ingreso de Croacia en la Unión Europea en julio de 2013 supuso para muchos el pistoletazo de salida de un nuevo proceso de ampliación comunitario hacia los Balcanes. Tras décadas de guerras sangrientas, odios étnico-nacionalistas y rivalidades religiosas, el sueño europeo dejaba de parecer inalcanzable para la región. La promesa de un futuro de paz y prosperidad parecía cada vez más cercana para otros países balcánicos, aunque no por ello necesariamente más sencilla de conquistar. La Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM), autodenominada República de Macedonia, lo sabe bien. Su candidatura de adhesión ha sido siempre una de las más delicadas de los Balcanes como consecuencia de la disputa que mantienen Skopie y Atenas desde su creación como Estado en la década de los 90. Un conflicto que, paradójicamente, no guarda tanta relación con tensiones militares, étnicas o culturales como con un asunto en apariencia mucho más inofensivo o banal: el nombre del país.
Aunque parezca lo contrario, esta cuestión no es en absoluto baladí. En Grecia, la utilización de la palabra Macedonia en el nombre oficial de la ARYM es observada como una amenaza para su integridad territorial y ...
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El futuro europeo de la república macedonia fue publicado en El Orden Mundial - EOM.