El Studio Ghibli cumple 25 años desde su fundación en 1985, y para celebrarlo he decidido dedicar algunas entradas a repasar un poco esa historia plagada de curiosidades y anécdotas. Para no reiterar algunas cosas demasiado trilladas ya desde el principio, como es la propia historia de Ghibli desde sus comienzos (supongo que eso será más adelante, intentaré aportar algo a la historia que quien más y quien menos, ya conoce) he empezado por el lado opuesto: En vez de mirar al pasado lo hago mirando hacia el siempre complicado e incierto futuro al que se enfrenta el estudio de Takahata y Miyazaki.
Isao Takahata y Hayao Miyazaki
En la primera entrega repasaba lo que suponía el nuevo intento de Ghibli en asentar un director que diera alternativa a los trabajos de Hayao Miyazaki y en menor medida, Isao Takahata (menos prolífico, pero que parece que trabaja ahora en un próximo proyecto más de una década después de su última obra). Hablo de Hiromasa Yonebayashi, al frente de The Borrower Arrietty (Karigurashi no Arrietty) que se estrena en Japón en tan solo unas semanas, el sábado 17 de Julio.
Pues bien, hoy miro hacia atrás porque antes que Yonebayashi lo intentaron otros, casi todos con poca fortuna.
El primer intento es en 1993 cuando se estrena en televisión Puedo escuchar el mar (primera producción de Ghibli exclusiva para la pequeña pantalla). En esta ocasión es más que nada una prueba de fogueo en la que se da rienda suelta a la creatividad y el trabajo de los miembros más jóvenes del estudio. Al mando está un joven ya experimentado en series de éxito como es Tomomi Mochizuki (Ranma 1/2, Maison Ikkoku, Kimagure Orange Road). En ese momento cuenta con 35 años (nació en 1958), sin embargo él no guarda ninguna relación anterior con Ghibli y quizás eso afecta a la forma de trabajo y al resultado final del film, alejado del estilo de Miyazaki y Takahata. Logra una película correcta, pero muy menor e intrascendente. Tampoco se pretendía más, el caso es que Mochizuki no vuelve a trabajar en el Studio Ghibli posteriormente.
El segundo intento es mucho más serio y ambicioso: Le llega la oportunidad a Yoshifumi Kondô. Trabajador, compañero y amigo de toda la vida de Hayao Miyazaki e Isao Takahata, es el tercero en discordia pese a que nunca ha dirigido nada hasta entonces. Miyazaki se empeña mucho en promocionarle como director, sabe de su enorme talento, cree firmemente en él como sucesor natural y sus años de magnífico trabajo desde las series de los 70 lo demuestran. No en vano, una parte de las ideas y sobre todo los diseños del Studio Ghibli se deben a Kondô.
Miyazaki planifica con sumo cuidado este proyecto que pretende sentar las bases para dar viabilidad y futuro al estudio de animación, pues es impensable mantener a flote la compañía solo con el trabajo de los dos fundadores ya que se juega con fuego al arriesgarlo todo si una película sale mal en taquilla.
Con esta premisa se estrena Susurros del Corazón en 1995, bajo la dirección de Yoshifumi Kondô (nacido en Marzo de 1950, cuenta con 46 años cuando estrena su película) y la inestimable ayuda de Miyazaki en diversas facetas para que todo salga bien, principalmente el guión... ¡Y funciona! La película obtiene una aceptable taquilla pero lo más importante es que resulta un trabajo imponente, a la altura de las obras de Miyazaki sin pisarle su particular estilo pero bebiendo directamente de él. El film enamora a muchos aficionados escépticos con el relevo generacional.
Es todo un soplo de esperanza para el Studio Ghibli lo logrado con Kondô. Pero esta historia no tiene un final feliz, como muchos ya sabréis.
Tras Susurros del Corazón el Studio Ghibli se embarca con optimismo en el proyecto más ambicioso y exigente de su historia: La Princesa Mononoke con Miyazaki en la dirección. Un Yoshifumi Kondô ya destapado y reconocido ampliamente, es designado supervisor de animación de la película.
Mononoke se estrena con enorme éxito en 1997. La sobrecarga de trabajo en los últimos años, las fuertes responsabilidades adquiridas, la presión y el esfuerzo que supone para todos realizar La Princesa Mononoke pueden con Yoshifumi Kondô que tristemente fallece el 21 de enero de 1998 a causa de un aneurisma.
La vía de futuro nás factible del Studio Ghibli se quiebra brusca e inesperadamente, pero sobre todo se va una persona que deja con su trabajo un enorme legado. Miyazaki y Takahata pierden a un gran amigo. Es desde entonces cuando Miyazaki se plantea la retirada en los momentos más duros pero que finalmente relativiza adoptando una postura frente al trabajo mucho más relajada que la locura que supone hacer La Princesa Mononoke con un sistema de trabajo extremadamente exigente y asfixiante.
Tras el éxito mundial de El viaje de Chihiro en 2001, el Studio Ghibli vuelve a probar fortuna con los jóvenes talentos. Se prueba suerte con Hiroyuki Morita que dirige Haru en el Reino de los Gatos estrenada en 2002. Morita, nacido en 1964 y que para el estreno tiene 38 años logra una carrera fulgurante en Ghibli. Tras trabajar siendo muy joven en labores menores dibujando animaciones intermedias en Nicky, la aprendiz de bruja (1989) avanza en su carrera fuera del estudio como gran promesa (ya fue asistente del supervisor de animación en Akira de 1988) para pasar por producciones importantes de distinto tipo, casi siempre como animador. Memories de Katsuhiro Ôtomo (1995), Perfect Blue (1997) o Spriggan (1998) cuentan con su trabajo antes de volver a pisar el Studio Ghibli diez años después para ser animador en Mis vecinos los Yamada de Isao Takahata ya en 1999.
Esto junto a su experiencia anterior le otorgan el privilegio de dirigir para Ghibli Haru en el Reino de los Gatos, planificada por Miyazaki aunque sin participar en ella directamente.
El resultado es decepcionante. Ni la animación, ni la historia, ni el guión están a la altura de las expectativas. Era un trabajo menor, pero se esperaba algo mejor del estudio que un año antes había sorprendido al mundo con El viaje de Chihiro.
Hiroyuki Morita tampoco convence y no vuelve a dirigir en el Studio Ghibli. Continúa su carrera sobre todo en series televisivas de renombre como Planetes (2003), Monster (2004) o Paranoia Agent (2004). También participa en la exitosa película Ghost in the Shell 2: Innocence (2004) co-producida por Ghibli, incluso vuelve a trabajar para el estudio como animador en Cuentos de Terramar (2006). Aunque quizás su mayor logro hasta la fecha tras comandar una película del Studio Ghibli haya sido el dirigir su propia serie de 24 episodios, Bokurano en el año 2007. Tras ocho años desde Haru, no han vuelto a contar con él para dirigir.
Los años pasan y en Ghibli no encuentran un director de garantías para el futuro. Pero insisten, cada vez con mayor ahínco puesto que el tiempo se les echa encima.
En 2006 llega un intento que según se mire, puede llegar a ser desesperado: Se estrena Cuentos de Terramar dirigida por Gôro Miyazaki. No solo es hijo de Hayao, se enemista (y reconcilia posteriormente) con su padre sino lo que para mi era más grave de todo: No tiene ninguna experiencia en el campo de la animación. Por tanto su único bagaje era un apellido, el más grande de la animación japonesa. Pero al fin y al cabo un apellido no hace buenas películas.
La licencia que se toma el Studio Ghibli al otorgarle esta oportunidad a un debutante tan inexperto tiene una lectura bastante negativa, y es el intento de perpetuar la marca Miyazaki por la vía directa dejando de lado el verdadero talento. Parece ser que uno de los "jefes" de Ghibli de toda la vida (presidente y productor), Toshio Suzuki, se empeña en esta decisión que él como buen hombre de negocios, ve una mina de oro aún considerando un enfrentamiento con Miyazaki padre, que se opone a la decisión.
Yo no soy particularmente duro con la película (me parece simplemente correcta, con sus fallos) pero creo que gran parte del mérito de la producción estaba en el gran equipo de trabajo ya formado que hay en el estudio y que a buen seguro intentaron guiar al novato Gôro y que eso fue decisivo para que las carencias del director se vieran bastante atenuadas y la película terminara siendo medianamente digna.
No dudo que Gôro pueda llegar a ser un buen director, pero antes de comandar una superproducción tenía que haber pasado otros procesos en la profesión.
Y así llegamos a este 2010 donde un hombre es la nueva esperanza de futuro para el Studio Ghibli: Hiromasa Yonebayashi.
Mochizuki no volvió a aparecer por Ghibli. Kondô por desgracia falleció. Hiroyuki Morita tampoco volvió (ni salió especialmente bien parado con su película). Gôro Miyazaki ha sido quizás el director más cuestionado, aún así hará otra película para Ghibli en los próximos años, según confirmaron.
El balance es bastante pobre en este aspecto, sin embargo hay razones para confiar en que The Borrower Arrietty (Karigurashi no Arrietty) cambie la tendencia y pueda empezar a consagrar a un Hiromasa Yonebayashi que es muy joven a sus 36 años (por tanto, muy apto como opción de futuro).
Hayao Miyazaki no solo apoya el proyecto, sino que participa directamente en él con la escritura del guión, lo cual recuerda a la magnífica experiencia en Susurros del Corazón.
Hay otra diferencia fundamental respecto al resto de intentos: Yonebayashi lleva varios años escalando peldaños desde labores menores hasta la dirección de animación, participando en casi todas las películas del Studio Ghibli desde 1997. Eso quiere decir que ya lleva muy dentro el espíritu que Miyazaki y Takahata siempre quisieron de manera muy particular transmitir en el estudio desde sus inicios. Es la garantía de un buen profesional que se ha ganado el puesto a pulso a base de demostrar su valía.
El tiempo demuestra que el futuro es una asignatura pendiente del Studio Ghibli que según los dos fundadores se van acercando a edades que inevitablemente mermarán su capacidad de trabajo, se acelera en un proceso que tiene que culminar en un estudio que se sustente sin ellos dos. Aunque seamos realistas: Ghibli es Miyazaki y Takahata, y eso nunca podrá cambiar. Las películas que se hagan sin ellos podrán ser mejores o peores, pero los genios nacen, no se hacen. Ojalá tengan buen ojo y encuentren otro genio de la animación que siga dando alas al Studio Ghibli por muchos años más, pero eso es complicado solo planteárselo.
Pero yo soy el primero que confío en que haya un relevo generacional que sepa afrontar el futuro de un estudio tan peculiar y con las ideas tan claras como lo es Ghibli. Simplemente porque hace falta que exista un estudio de animación con personalidad propia.
Pero por ahora centrémonos como mucho, en un futuro a corto plazo en el que esperemos nuevas genialidades tanto de las apuestas nuevas del Studio Ghibli como de los propios Hayao Miyazaki e Isao Takahata, ¡y por mucho tiempo!
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