El futuro, para mañana..

Por Jordanvid

Entre tanto desorden, ando pasando desapercibido por una sociedad inocua, deambulando sin que me vean por MI CAMINO DE VIDA, intentando sobrevivir alimentándome de la  dignidad que me queda, quejicoso y  hambriento de justicia, de solidaridad y de una paz que ahora se cotiza al alza, bien preciado y escaso que ya no se encuentra en cualquier esquina, hay que rebuscar para encontrarla.

Cumplo condena por los errores cometidos en mi pasado, sesteo en el purgatorio de la cotidianidad, alimentándome de un modelo de sociedad que entre todos hemos construido y que  ahora, un monstruo llamado avaricia y/o lujuria nos gobierna sin contemplaciones  y nos devora sin satisfacerse del todo. Difícil recuperar un tiempo pasado, que justo es eso, pasado, que ya no está y que ya  no se le espera.

Hemos eliminado de un plumazo, derechos y bienes que nuestros padres con esfuerzo fueron construyendo para nosotros durante muchos años, dejándose media vida en esa tarea, una herencia que no hemos sabido conservar, llevados por un tren de vida que nos ha rebasado y que ahora muchos miran con añoranza.

El estado del bienestar se ha disipado porque estamos inmersos en nuestras “Zonas de Confort” viéndolas venir sin casi hacer nada, esperando a que cambie sólo, es a lo que estamos acostumbrados hacer, o eso creo, total nada es para siempre, tampoco la crisis ¿no?

¿Que hemos hecho?

Ahora nos quejamos, alimentamos tertulias inútiles entre compañeros y amigos justificándonos o echando la culpa a los demás, como si cada uno de nosotros estuviéramos excluidos de lo que ha pasado  como si durante estos años de crisis, no hubiéramos estado aquí.

Ahora toca fajarse en jornadas interminables de trabajo, con sueldos paupérrimos que apenas dan para sobrevivir, abonados a la lotería de saber si en la próxima renovación de nuestro contrato laboral seguiremos trabajando. Miro de reojo, esas promociones vacacionales, o esos anuncios de Disneylandia que sé no están hechos para mi, así que aguanto el envite como puedo y sigo soñando con el próximo sorteo de la Lotería de Navidad, no me queda otra.

Quizá si sobrevivo, podré contarle a mi hija que un día su padre perteneció a una sociedad más equilibrada mas digna y de la que casi fue feliz. Una infancia de juegos en las calles, compartiendo espacios públicos, disfrutando de pocas restricciones, de largas horas perdidos compartiendo aventuras con los compañeros de clase, apurando los segundos a esos relojes que sonaban, hiendo al cine de vez en cuando, esperando a que los dos rombos de la series para los mayores dieran por finalizado el día.

¡El futuro, para mañana amig@s!