Nuestra liga, como la vida – rememorando al gran Julio Iglesias- , sigue igual. El Barsa haciendo el mejor fútbol que se recuerda a equipo alguno y batiendo todos los records; el Madrid viviendo del coraje y de su enorme pegada si saber muy bien a qué juega; el Atleti como los perros del tío Alegría, que eran muy buenos pero cuando veían la pieza levantaban la patita para hacer pipí; el Valencia pasando de las ínfulas de grandeza a la depresión, liquidando, de paso, entrenadores buenos, malos y regulares; y los demás clubes, con la revelación de siempre – en este caso el Getafe – haciendo lo que pueden para alejarse de la quema.
En el capítulo de jugadores, más de lo mismo.Ronaldo, el goleador más completo en la historia blanca, haciendo buenos los esfuerzos del trío de seguridad de su equipo – emulando a Luis- : los campeones de todo Casillas, Ramos y Alonso. Por cierto, todos en el Madrid antes que su actual técnico.
En la acera de enfrente, Falcao. El hoy mejor delantero centro del mundo, echando de menos a surtidores eficaces de balones y haciéndonos recordar con sus goles al mejicano Hugo Sánchez, aunque más completo que éste.
Y el cuarteto mágico culé: Xavi, Iniesta, Busquet y Cesc; con el solista Messi de gran artista invitado, bordando el fútbol acompañados de otros músicos, jóvenes o veteranos, increíblemente buenos; más los que hacen cola en la academia de la Masía afinando sus instrumentos. ¡Vaya ejemplo de proyecto serio de club a nivel mundial!
Por eso a Guardiola, quien tuvo el valor jugándose el puesto de ponerlos a todos en escena sin importarle años, experiencia, camisetas, y dinero invertido en nadie, se lo rifan en medio mundo los mejores equipos y selecciones. Hay un dato que mide la importancia de este técnico en la historia del Barsa: si se comparara lo que ha cobrado como entrenador y el valor de los futbolistas que incorporó y que siguen en el club, no sólo sería el más barato en la historia blaugrana sino que aún deberían pagarle muchas veces lo percibido para igualar el saldo. Eso, aparte de ser el más laureado, haciendo de su equipo un referente mundial y dejando como herencia un sistema de juego tan claro como espectacular y un mundo de expectativas reales en todos los jóvenes valores de la cantera.
Siguiendo con los técnicos, destaca el gran hallazgo de Tito Vilanova, también parte de la herencia de D. Pep, quien acaba de protagonizar el mejor comienzo de liga en la historia del fútbol español continuando la filosofía futbolística de su predecesor. Incluso mejorando determinados aspectos de su juego,como la posición más eficaz de Cesc y su mayor solidez defensiva en líneas generales; aparte de la frecuencia y frescura en las rotaciones en todas sus líneas.
En la orilla del Manzanares tenemos a un Simeone empeñado en reverdecer los antiguos valores atléticos de la garra, la rapidez y la eficacia, aunque se echen de menos canteranos con el marchamo colchonero, sacrificados por jugadores de clase media con experiencia contrastada. En su haber encontraríamos las rencontradas fortaleza y regularidad del equipo, y la reubicación de Juanfran al lateral, haciéndolo internacional desde el ostracismo en que se encontraba.
Pellegrini en el Málaga, haciendo buena su magnífica trayectoria como técnico de buen gusto futbolístico; Luis García y JI. Martínez en el Getafe y Levante confirmando sus ya reconocidas cualidades; y a Michel y Melen Sevilla luchando por alejar reincidentes fantasmas y volver a recientes y pasadas glorias ‘nervionenses’ y blanquiverdes.
Y en el Madrid, Mourinho. ¿Qué quieren que les diga? Ahora que recibe palos y críticas por todos lados, casi las mismas que llevamos mucho tiempo haciéndole desde estas páginas, no voy a extenderme. Narcisista, histriónico, llorón, caprichoso, caballo de Atila por donde pasa, y de éxito ocasional pero calidad discutible; cualquier técnico de tercera, con todos mis respetos, haría más de noventa puntos con la plantilla que tiene.
Pero, sobre todo, dilapidador de la centenaria y gloriosa imagen de un club que la ha cimentado con triunfos y señorío a lo largo y ancho del planeta futbolístico. Y digo señorío, sí, esa cualidad que el luso nunca apreciará porque siempre dirá como el viejo torero: primero yo, segundo yo y ‘dimpuésnaide’.
Y porque el futuro, como la honra, se gana día a día. Al margen de triunfos y fracasos; esos dos impostores, que diría Kipling