Cierto que Harry S. Truman tenía razón al afirmar que la libertad democrática es el derecho a escoger a las personas que tendrán la obligación de recortárnosla.
Cierto también que los ciudadanos aceptaríamos de buen grado esos recortes si nos explicaran qué hemos hecho para ser acreedores a ellos y por qué los recortadores eligen unos recortes y no otros.
Porque ¿es justo privatizar la gestión de la sanidad o no sabemos que se trata de un negocio con el que algunos empresarios se lucran y enriquecen a costa de nuestra salud y de que se recorte la sanidad pública, que era de las mejores cosas, si no la mejor, que se ha hecho en el tiempo de la democracia? ¿No sería más justo comprar menos piranhas, algún avión de combate o helicópteros menos?, ¿por qué en la sanidad sí y en el armamento no?
¿Es justo (¿o es lo cómodo?) que cinco millones y medio de pensionistas vayan a perder 425 euros de poder adquisitivo el año 2012 a causa del IPC, o que a los funcionarios públicos, entre lo bajado y lo por bajar, se les reduzca su salario un 12%, y sin embargo el impuesto de sociedades sea un engaño constante a la Hacienda pública, el fraude fiscal asciende a cantidades con las que no habría déficit de no producirse y de permitirlo, es justo que haya 25.000 cargos de libre designación, es justo que no se recuperen las cantidades, digan lo que digan, de lo empleado para salvar cajas y bancos?
¿Es justo promover aún más la escuela concertada, también negocio, y sin embargo a la Iglesia católica (sí, esa fijación) no se les rebaje ni un euro de los 6.500 millones de ellos que recibe anualmente del Estado, es decir, de nosotros?
La brutalidad –y hasta el sadismo, podría decirse- con que lo anuncian y practican hacen que seamos, cada vez más, demócratas resignados, que es lo peor que le puede pasar a una democracia que galopa hacia una dictadura sin formas ni respeto.
Todo eso, y más, es lo que ha ordenado Cospedal, como prolegómeno de Rajoy. Eso sí, también ahorra en el menú que pagará a los altos cargos de su Comunidad: les recomienda no gastar más de 18 euros en el menú del día, dos menos que Alberto Fabra para los de la Comunidad Valenciana. Enhorabuena a quienes han votado a todos ellos. La feria, la pobreza y el futuro han comenzado.