Publicado por la república
El presidente Ollanta Humala cometería un error si se confiara en el aumento reciente de su aprobación, pues varios nubarrones asoman en algunas regiones donde podría desbordarse la conflictividad social.Según Datum, Humala es aprobado a nivel nacional por el 58%, una trepada de ocho puntos en el último mes y de diez frente a diciembre. La primera dama, Nadine Heredia, tiene una aprobación de 60%, lo cual es importante pues es obvio que este gobierno se maneja en un tándem pedaleado por ella y el Presidente.Un sustento de estos indicadores es el optimismo económico que se percibe en la población: 54% está de acuerdo con el manejo económico del gobierno; 82% cree que habrá más inversión privada o que seguirá como ahora; y 90% piensa que, dentro de un año, la situación económica de su familia estará mejor o igual que hoy.Junto con esta buena apreciación relativa de la opinión pública por la situación actual del país y de su perspectiva, están las señales de que el gobierno se está ordenando mejor en algunos de sus objetivos medulares vinculados a la calidad de vida, que es el meollo de la cuestión.En este contexto, es particularmente importante el anuncio de las metas de inclusión social para este quinquenio, cuyo aspecto más notorio es el propósito de reducir la pobreza de 31 a 16% del total de la población en el año 2016.El avance de la fijación de metas es, sin embargo, desigual. En educación, por ejemplo, la ministra Patricia Salas ya va ofreciendo señales de un mejor establecimiento de una perspectiva futura para el sector a su cargo, mientras que, en cambio, en Interior, el ministro Daniel Lozada todavía no logra cuajar una política de seguridad ciudadana que transmita confianza a la población, ni parece que será capaz de lograrlo.Pero donde está el nubarrón principal de este gobierno es en su pobre capacidad de diálogo con las distintas fuerzas políticas y sociales del país, lo cual es un serio obstáculo en el contexto previsible que se viene del incremento de la conflictividad social.Esto es consecuencia de contar con un premier gris como Óscar Valdés, al que solo le gusta conversar con el fujimorismo y el Apra, cuya visión de la política se parece a la de un jefe de cuartel, y quien carece de la capacidad de ofrecer una ilusión creíble al país de que hay un futuro mejor.Un gobierno como el que está cuajando el presidente Humala merece y requiere un premier que no solo deje contentos a los niveles A/B y a los políticos y empresarios que, durante la campaña, lo despreciaban y que, ahora, se deshacen en elogios sobre su otrora cuco, sino que ofrezca una visión de sociedad democrática e integrada que Valdés no tiene.