Felis silvestris lybica
El gato de Chipre es un gato doméstico que, según cuenta la leyenda, desciende de los gatos que Santa Elena, madre de Constantino el Grande, llevó a la isla en el siglo IV para deshacerse de las serpientes que infestaban la isla. Parece ser que en aquella lejana época, la santa visitó Chipre, pero casi todos sus habitantes se habían ido debido a una sequía de 36 años. Decidió fundar el monasterio de San Nicolás en el punto en que había atracado su barco a pesar de la proliferación de serpientes venenosas, por lo que mandó traer un barco lleno de gatos procedentes de Egipto y Palestina para combatir a los reptiles. También se dice que al amanecer y al anochecer los monjes tocaban la campana para llamar a los gatos y darles un poco de carne antes de que salieran a cazar.
Monja con gatos en San Nicolás
El monasterio, fundado en 327, fue dedicado a San Nicolás y entre otros menesteres, los monjes debían alimentar a los gatos. Así lo atestigua un texto escrito por el monje veneciano Francesco Suriano en 1484, cuando visitó el monasterio: “Es maravilloso verlos, pues casi todos han sido heridos por las serpientes: uno ha perdido la nariz; otro, una oreja; y otro más, un ojo, o peor aún, ambos. Es harto extraño ver que a la hora de su comida, al oír una campana, se reúnen ante el monasterio, y al volver a sonar la campana, cuando han comido bastante, todos se alejan para luchar contra las serpientes”.
Gatos en el claustro de San Nicolás
Según escribe el padre Stephen de Lusignan en 1573 en “Corografía y breve historia de la isla de Chipre”, las tierras colindantes pasaron a ser propiedad del monasterio con la condición de que los monjes alimentaran siempre a cien gatos.
Durante la invasión de la isla por los otomanos a finales del siglo XVI, el monasterio fue destruido y los gatos no tuvieron más remedio que buscarse la vida.
Gato en San Nicolás
Después de años de abandono, en 1983, el monasterio fue entregado a seis monjas que decidieron resucitar la tradición. Hoy en día, los gatos ya no cazan serpientes, pero viven felizmente en el patio y los jardines del monasterio. El convento recibe un insuficiente subsidio del gobierno chipriota para cuidarlos, y las monjas dependen en gran parte de las donaciones de turistas y de amantes locales de los felinos.
Gato en el claustro de San Nicolás
El gato chipriota no es una raza reconocida, es un gato común que ocupa toda la isla, desde las regiones montañosas y más frescas, hasta las zonas más cálidas cercanas a la costa. Pero, además de cazar serpientes, puede que sea el gato doméstico más antiguo del mundo. En 2004, un grupo de arqueólogos franceses encabezados por Jean-Denis Vigne descubrió los restos de un gato de ocho meses enterrado al lado de su dueño en Shillourokambos, un yacimiento neolítico precerámico ocupado entre el noveno y el octavo milenio antes de Cristo.
Tumba neolítica en Shillourokambos
Hasta entonces, siempre se creía que el gato había sido domesticado en Egipto, donde también era venerado, y por las representaciones de gatos domésticos con 3.600 años de antigüedad. Sin embargo, el gato chipriota y su dueño fueron enterrados juntos hace 9.500 años, cambiando radicalmente la idea de la asociación entre felinos y humanos. Los huesos pertenecen a un espécimen de buen tamaño con un gran parecido al Felis silvestris lybica (Gato salvaje africano).