El gato montés

Por Davidalvarez

Hay algunos animales que son completamente imprevisibles, puedes ir al monte toda tu vida y no verlos nunca y otras veces los ves varias veces seguidas y luego nunca los vuelves a ver. Eso es lo que me pasa a mi con el Gato montés (Felix silvestris), durante años no conseguí encontrarme con uno y en el último año lo vi tres  veces, aunque dos de ellas de noche y fugazmente.
Pero ayer fue distinto, fui a una zona de la cordillera con Héctor y con Tino donde solían ver a un gran macho de vez en cuando mientras cazaba en un prado. Creo que hay muy pocas personas en el norte de la Península que hayan observado tantos ejemplares distintos y en tantas ocasiones como ellos (eso si a base de muchas horas de prismáticos y telescopio), así que no podía estar en mejor compañía.
Al poco de empezar a caminar, Tino vio un enorme gato sentado en un prado a unos 300 metros. Era un macho que ya tenían controlado desde hace al menos cuatro años y que reconocían por una muesca en su oreja derecha. Estuvo cazando ratones en el prado y luego se tumbó para meterse luego en el bosque.

Al poco tiempo de esconderse entre los árboles, las urracas (Pica pica) y los arrendajos (Clamator glandarius) empezaron a reclamar insistentemente, lo que indicaba sin duda que el gato seguía por allí. Nos cambiamos de sitio y nos situamos a unos 200 metros de donde estaban los córvidos, en un alto desde el que se controlaban unos prados que el gato solía usar como cazadero. Montamos el telescopio y empezamos a escudriñar la zona, pero no vimos nada. Localizamos una corza que ramoneaba entre las escobas para de vez en cuando quedarse clavada mirando hacía "algo" que había a su espalda.
Tuvo que ser Tino otra vez el que descubrió al gato. Había bajado por la ladera y estaba tumbado dormitando entre la vegetación, justo hacia donde miraba la corza. Ya eran más de las ocho de la tarde y la luz empezaba a bajar pero con el telescopio se le veía perfectamente. A la distancia a la que se encontraba resultaba imposible hacerle una foto con el equipo que llevábamos así que intentamos probar montando un macro sobre el telescopio y tirando a una velocidad de 1 segundo y un diafragma de 2,8. Para mi sorpresa un par de fotos quedaron algo decentes, lo suficientes para que se viera el gran gato.
Él siguió descansando, levantando la cabeza de vez en cuando para ver lo que pasaba a su alrededor. Pero no fue hasta que se puso el sol cuando se desperezó y salió de su encame para caminar lentamente hacia el prado. Había empezado la caza, pero nosotros apenas ya podíamos verlo.
NOTA: haced click en las fotos, que algo mejor se verá.