El gato montés europeo

Por Nazarinasociacion

El gato montés europeo (Felix silvestris silvestris) es una subespecie del gato montés. Junto al lince es el único felino salvaje que vive en el sur de Europa. Se le puede confundir fácilmente con un gato doméstico que se haya asilvestrado, aunque es de mayor tamaño y de constitución más fuerte. Suele medir unos 70 cm de largo y entre 38 y 44 de alto, con un peso de 3 a 7 kilos, y un rabo de unos 30 cm de largo.

Su pelaje también difiere del gato doméstico en que es más tupido, sobre todo en los meses de más frío. Tampoco cambia mucho de un ejemplar a otro y suele ser de color pardo grisáceo atigrado, más claro y ocráceo en el vientre y partes inferiores, con cuatro rayas negras longitudinales en la frente que convergen en una línea que recorre toda la espina dorsal. Otra peculiaridad suya es la mancha blanca amarillenta que muestra en la garganta.

Se encuentra en casi toda Europa, excepto en Escandinavia, Islandia, Inglaterra, País de Gales e Irlanda, aunque por razones diversas. En Inglaterra y País de Gales ha desaparecido por diferentes causas, como puede ser la deforestación o el exterminio sistemático por considerarle una alimaña, principales motivos por los que la población de gatos monteses ha descendido de forma alarmante en Escocia.

Siempre se ha creído que el pequeño felino prefiere un hábitat boscoso, pero nuevos datos recogidos en los países mediterráneos parecen indicar que incluso prefiere un entorno de “mosaico”, constituido por matorral y pastizales, a una zona propiamente forestal. Vive en las llanuras, mesetas, colinas o media montaña.

Se alimenta en un 90% de pequeños roedores y en un 3% de pájaros y batracios. En España concretamente, su alimentación se compone mayormente de conejos y de roedores en igual medida. Nunca caza en los árboles, y utiliza dos técnicas muy diferenciadas:

– La técnica de acercamiento, que consiste en moverse constantemente en busca de una presa.

– La técnica de acecho, en la que se queda inmóvil, sentado o tumbado durante muchos minutos al cabo de los que se desplaza unos metros más allá, para volver a esperar hasta que se presenta una presa.

Los machos alcanzan la madurez sexual a los nueve meses, y las hembras a los diez. El periodo de celo suele tener lugar de enero a marzo; la gestación dura de 56 a 63 días, y las camadas son de uno a cinco gatitos. Para parir, la hembra escoge un lugar escondido que ofrezca protección de la intemperie, como puede ser un hueco entre las rocas o en un tronco, o incluso la madriguera abandonada de un zorro o de un tejón. Al cabo de tres meses, la madre empieza a traer presas muertas y posteriormente vivas para que los cachorros aprendan a cazar. Suelen emanciparse a los cinco o seis meses. La longevidad media de un gato montés europeo es de quince años.

Son animales solitarios cuyo territorio puede abarcar varias hectáreas. Un macho comparte su territorio con varias hembras, normalmente de tres a cinco. Tiene varias madrigueras que ocupa de forma temporal.

El gato montés es una especie protegida por acuerdos internacionales y por distintas legislaciones europeas, nacionales y autonómicas. Entre los peligros que le acechan está la deforestación, la destrucción del matorral para evitar incendios y la creciente urbanización. La persecución directa por el ser humano a través de continuas campañas de control de predadores, ha supuesto en el pasado su desaparición en gran parte del área de distribución original, al ser considerado una alimaña por los gestores de los cotos de caza, y también para satisfacer el mercado peletero en algunos países. En Escocia, casi el 80% de los gatos monteses morían a manos de los guardas de caza. A pesar de la protección legal, el control de predadores sigue siendo una importante amenaza para la especie, particularmente en España: ha podido demostrarse que las capturas y muertes en cajas-trampa son aún elevadas, por ejemplo en Castilla-La Mancha y en la provincia de Málaga. Otro peligro podría ser la hibridación con gatos domésticos que han vuelto a un estado salvaje, aunque de momento los pocos estudios realizados parecen indicar que es un factor muy menor.

Ojalá dejasen vivir tranquilo a este precioso animal cuyo único defecto es equilibrar naturalmente la población de roedores y conejos.