en el mundo antiguo..
al gato romano le gustaba cada noche subir al techo mas elevado
del pueblo para poder a la luna mirar.
se la imagina como un enorme disco de queso que flotaba en la
inmensidad de la noche, rodeada de hadas que la hacían flotar,
ya se echaba de lado o miraba al oeste donde el sol cada día se
iba a ocultar, a veces lo sorprendía un frió helado del norte, que
traía susurros y aromas de comida que los mortales empezaban
a preparar.
el gato romano se estiraba y limpiaba con su lengua, las patas, la
panza, la cola y el lomo, porque quería estar, presentable para
cuando la luna saliera, detrás de esa nube, tan brillante y bella
que ya no la veía como un pedazo de queso que flotaba, sino como
el gato enamorado que se creía ya.
el gato romano le maullaba a la luna, pero ese maullido era la
canción que componía en el día mientras simulaba que dormía y en
la noche se la dedicaba con mucho afán, a veces desafinaba y un zapato
mortal le llegaba a pasar cerca de la cabeza o el típico sale gato,
deja dormir en paz…
el gato romano pasaba durmiendo en el día porque en la noche le
gustaba mirar, a la luna de plata flotar en el cielo, y el se imaginaba
flotar como una estrella fugaz.