El genealogista ante los escudos de armas: guía para no perderse

Publicado el 27 octubre 2014 por Antonio Alfaro De Prado @genealogiah

La exhuberante Heráldica envía permanentemente sus cantos de sirena a los genealogistas, quienes son atraídos por los antiguos y bellos tratados que pretenden hacer creer que junto a toda genealogía debe figurar un estudio heráldico. Pero quienes se sumergen en estas obras sin unos conocimientos mínimos obtendrán el previsible resultado… un naufragio total.

Ya vimos en el post sobre Diccionarios de apellidos, huid de ellos! que éstos suponen una auténtica trampa para principiantes, fomentando historias fantásticas, describiendo escudos de los que no se citan fuentes ni nombres ni fechas y que, en definitiva, generan la creencia de que basta con consultar un diccionario y se obtendrá automáticamente un escudo “verdadero”. Nada que ver con la realidad, la Heráldica es una ciencia diferenciada y distinta de la Genealogía, con sus propios principios, normas y, sobre todo, con miles de excepciones.

Compleja pero a la vez maltratada desde hace siglos incluso por los propios Reyes de Armas que atribuyeron sin rigor miles de escudos, por aquellos linajes que usaron armas que no les pertenecían, mercantilizada por los intereses económicos de quienes han creado toda una industria de venta de blasones… Y, últimamente, también sumida en el caos de Internet donde miles de páginas lucen escudos de armas inventados o plagiados.

Ejemplo tomado al azar que ilustra la proliferación de escudos falsos y/o mal diseñados en la Red. ¿A quienes entre los millones de García corresponde este escudo? ¿por qué tiene un diseño propio de la heráldica anglo-sajona? Cualquier escudo debería tener asociado el nombre de quienes lo usaron, las fechas y las referencias de su procedencia.

Si queremos conocer el posible uso de escudo de armas por parte de nuestros antepasados deberemos tener en cuenta estos aspectos previos:

1- La Heráldica en España fue propia únicamente de los nobles, entendido el concepto en su sentido amplio, desde los hidalgos e infanzones hasta los Grandes de España. Sí es cierto que en su nacimiento allá por los siglos XIII y XIV se popularizó y  fue usada en algún caso por mercaderes, pero desde el siglo XV pasó a constituir el símbolo por excelencia para exhibir la nobleza de las personas y familias. Sólo si investigamos un linaje que fue noble o que pretendió serlo deberemos contemplar la cuestión heráldica.

2- No todos los nobles usaron escudo. El blasón era esencialmente un elemento suntuario, aún si descubrimos que una familia estuvo empadronada y fue reconocida por noble durante siglos se puede dar la circunstancia de que nunca llegaran a usar escudo de armas. Consideremos especialmente las zonas de España donde sus habitantes fueron casi universalmente hidalgos; la cornisa de Asturias, Santander, Vizcaya y Guipúzcoa, área que junto a Burgos acumulaba en 1787 nada menos que tres cuartas partes de los hidalgos españoles (ver los datos de Floridablanca). En estas poblaciones era hidalgos hasta las personas que ejercían los oficios y trabajos más humildes, incluidos los pobres de solemnidad, por tanto, muchos de ellos apenas si sobrevivieron durante siglos sin mayores pretensiones. Tengamos en cuenta además que la heráldica es una muestra externa de nobleza pero que no constituye un requisito para demostrar ésta.

3- Aún habiéndolos usado es posible que nunca lleguemos a conocerlos o necesitemos años de investigación. El paso de los siglos y sobre todo la mano del hombre ha hecho desaparecer miles de escudos, tanto en piedra como en otros materiales, han sido retirados de las fachadas, de las capillas familiares, del mobiliario, etc. A ello debemos añadir que la inmensa mayoría de la documentación nobiliaria no hace referencia a los escudos de armas o, de hacerlo, puede resultar imprecisa. Por ello no es de extrañar que en muchos casos nos encontraremos con familias notoriamente nobles y con una posición elevada que si duda hicieron ostentación de escudo de armas, pero cuya identificación puede resultar tremendamente difícil, si no imposible.

4- Hay que saber apreciar las pruebas encontradas. Otro aspecto complejo será la valoración de las pruebas heráldicas que hallemos. A veces el anillo antiguo de la familia, un viejo arcón, un grabado o un escudo en piedra que siempre se atribuyeron a los antepasados no lo son; quizás procedan de otra rama o se compraron hace tiempo y se creó una leyenda en torno a ellos. Ante cualquier escudo atribuido a un linaje deberemos intentar conocer las circunstancias que lo rodean; fechas, poseedor/es, quien lo realizó, etc. para evaluar si puede ser una prueba válida.

5- En caso de existir, lo más probable es que no encontremos un solo escudo único para todo un linaje. Es muy frecuente descubrir que varias ramas de un mismo tronco usaron diferentes escudos o incluso dentro de una misma línea se produjeron cambios radicales en las armas. Otras veces nos aparecerán variantes con diferentes esmaltes, composiciones similares pero no idénticas, alteraciones en el contenido del escudo… No busquemos un escudo único, la heráldica familiar es muy probable que evolucionase en el tiempo y, en la mayoría de los casos, lo hizo de forma heterodoxa.

La conclusión final es una afirmación que suele evitarse u ocultarse en la mayoría de los textos que tratan sobre el tema: como le ocurre a la inmensa mayoría de las familias españolas, lo más probable es que tus antepasados nunca usaran un escudo de armas y, si lo usaron,puede que nunca se sepa cómo era o que no se llegue a tener certeza de su composición.

La Heráldica, icono de la Europa Medieval, nos ofrece bellos repertorios como este, fechado en 1650, Varios apellidos y armas legalmente sacados de un Nobiliario que para en el Archivo del Real Convento de S. Pablo de Córdoba, por el P. F. Ignacio de Cárdenas. Ejemplar conservado y digitalizado por la Biblioteca Nacional de Madrid.

Dicho todo esto, si tenemos indicios de que estamos investigando una familia hidalga, veamos unas sugerencias sobre  cómo hacer para intentar localizar el escudo familiar. Para ello deberemos plantearnos lo siguiente:

-¿Sabemos en qué población vivían? Busquemos las casas blasonadas actuales o antiguas, acudiendo a libros de historia local o a páginas web locales. Repasemos qué escudos se conservan y a quienes se les atribuyen. A veces un escudo complejo recoge varios linajes y muestra sin duda alguna quien lo mandó labrar. En otras ocasiones se conoce su titular por la fecha de la edificación, por inscripciones adosadas, etc.

- Sin abandonar esta población, consideremos también la posibilidad de encontrar escudos en las iglesias, ya fuera por enterramientos familiares o por poseer capillas o altares. Las antiguas lápidas sepulcrales, dentro y fuera de los templos, solían también mostrar elementos heráldicos.

-En el ámbito familiar ¿sabemos si hay anillos, joyas, libros, muebles o algún tipo de objeto familiar antiguo con un blasón? En este caso deberemos ser más cautos ya que puede tratarse de escudos artísticos, no relacionados con la familia, o procedentes de alguna rama familiar que no es la directamente paterna. Por otra parte, si es posterior a principios del XIX no tendremos las mismas garantías de que es legítimo, ya que a partir de esa fecha comenzó el mercantilismo farsante que buscaba ofrecer escudos a todo aquel que quisiera pagar por ello.

-Todo lo anterior serían en realidad usos heráldicos, pero lo definitivo es una prueba documental de concesión o confirmación de armas. La principal la certificación de un Rey de Armas,  pero hay otros muchos documentos que nos demostrarán las armas de nuestros antepasados. Tendremos que buscar los posibles pleitos de hidalguía o infanzonía que pudieron mantener, cualquier otra probanza de nobleza donde se pueda hacer mención a la heráldica (órdenes militares y otras instituciones nobiliarias, pruebas de ingreso en los antiguos colegios mayores, cadetes del ejército, seminarios de nobles, etc) o bien en documentos privados en los que también podía mencionarse esta heráldica (fundaciones de mayorazgos con obligación de uso de unas armas determinadas, certificaciones ad perpetuam rei memoriam, etc).

Y por último, no olvidemos que se trata de una disciplina independiente de la Genealogía y que requiere poseer ciertos conocimientos previos, por lo que muchas veces será necesario contar con el asesoramiento de un entendido que nos ayude a apreciar las pruebas o que nos pueda sugerir vías de investigación. En la aparente sencillez de la Heráldica residen las grandes posibilidades de incurrir en graves errores.

ENLACES SUGERIDOS

-Portal de Heráldica de Wikipedia

-Directorio de blogs heráldicos, probablemente los blogs son la mejor fuente de información que existe actualmente sobre la heráldica moderna. Suelen incluir estudios de escudos particulares pero también reflexiones sobre la disciplina.

-Armoria.info, interesante repertorio de armas del antiguo Reino de Aragón, con mención de las fuentes consultadas.

-Colección de tratados heráldicos digitalizados por la Biblioteca Nacional.  Para disfrutar de la Heráldica más clásica, incluyendo algunos antiguos tratados.

-Heraldaria. Pese a ser una página comercial, es útil su amplísimo catálogo de escudos de armas que desgraciadamente se muestran sin citar su procedencia.

Antonio Alfaro de Prado