El general

Publicado el 06 junio 2011 por Fragmentario

Una mañana el general sintió que era hora de retirarse. Ya no quedaba nada del peligro moro, la corona ya era libre de su ímpetu fraticida. Esa misma noche en la campaña pidió de rodillas la licencia de su príncipe. Le mostró sus heridas viejas y jóvenes, clamó su edad, alegó incapacidades imaginarias. El príncipe entendió de inmediato que su mejor soldado extrañaba a una mujer, entonces le negó el permiso.

El capitán que lo halló traía noticias de Murcia. Urgió al príncipe a despertarse, pero el príncipe soñaba el sueño de la muerte. El maestre de campo corrió a notificar del regicidio a su general, pero el general no estaba.

Muchos años después, en Almería, me confesó su secreto. Ya iba al final de su vida feliz y a la mitad de su bota de vino. El viejo olía a historia y afuera olía a lluvia.

Recuerdo que tuve el valor de preguntarle. El joven sacerdote que era yo no concebía que el mayor guerrero castellano, el hijo del infanzón, el más fiel vasallo del rey fuera capaz de matar al único heredero.

«En esa época», me contestó, «yo tampoco era un héroe».