El genocidio desde un punto de vista histórico (I)

Publicado el 09 mayo 2016 por Debarbasyboinas @DeBarbasYBoinas

Han pasado ya más de 70 años desde que Raphael Lemkin acuñase el término genocidio. En el contexto de la II Guerra Mundial, concretamente en el año 1944, Lemkin escribe un libro llamado El poder del Eje en la Europa ocupada. Era un abogado polaco, de origen judío, causa por la cual se verá obligado a exiliarse a los Estados Unidos, después de que algunos de sus familiares fuesen asesinados.

En este título intenta explicar los procesos por los cuales la Alemania nazi estaba dominando Europa y que técnicas empleaba. Entre todas, destaca la existencia de una en concreto, la del genocidio. A grosso modo, el definía el genocidio como: “Un plan coordinado por diversas acciones encaminadas a la destrucción de los fundamentos esenciales de la vida de grupos nacionales, con la finalidad de su aniquilamiento o destrucción“.

Es decir, no se trata ya de eliminar a individuos como tales, sino a grupos sociales por completo, su dignidad, salud,… Se debe aclarar que aunque Lemkin desarrolla esta teoría en el contexto de la II Guerra Mundial; fue, en verdad, el resultado final de una larga cadena de estudios y reflexiones. Son muchos autores los que ya en el pasado o en la misma época de Lemkin tuvieran pensado sobre como nombrar a este tipo de prácticas propias de la época en la que vivían.

Desde los mismos orígenes del término genocidio, se observa en esta palabra una dualidad de funciones: Por un lado, defender y proteger a ciertas personas de la violencia. Esta visión está enfocada especialmente cara el ámbito jurídico y legal, con el propósito de culpar a los perpetradores de los crímenes.

Por otro lado, adquiere una visión histórica o sociológica. Al margen de que los culpables fuesen condenados o no por los actos acometidos, lo que se busca es dar cuenta de estos sucesos. Para ello es preciso determinar un término que defina este tipo de práctica en concreto y poder diferenciarla de otras tipologías como guerra civil, por ejemplo. Esto plantea una serie de problemas porque la perspectiva histórica o social puede ser diferente a la perspectiva jurídica.

Ejemplos anteriores de genocidio: desde el punto de vista histórico, el punto de partida que Lemkin pretendía emplear para definir genocidio, tuvo como marco la Revolución Francesa, en el período de gobierno jacobino, dado que en él se emplea la práctica del terror revolucionario para suprimir colectividades o grupos sociales enteros. Esta supresión de los grupos enemigos de la revolución se combina con un proyecto de nacionalización de las masas.

En general, las corrientes revolucionarias francesas: hebertistas, girondinas o jacobinas, coinciden en la necesidad de movilizar a las masas a favor de la revolución, pero también llevar a cabo un proceso de homogeneización, extirpar a los contrarios y los defensores del Antiguo Régimen.

Esto incluyó procesos de carácter etnocultural: erradicar los dialectos que no fuesen el propio idioma francés, la lengua vehicular que querían instaurar. En este proceso, los revolucionarios se encontrarán con una resistencia de una región occidental, la Vendée, lo que da pie a lo que se llamó el “Genocidio de la Vendée”. En esta región se procederá a efectuar un proceso de nacionalización y homogeneización.

Como consecuencia, se produce una insurrección generalizada liderada por una coalición de campesinos, hidalgos, cierta parte de la nobleza, clero y algunas clases medias. Se produce una auténtica guerra civil entre revolucionarios y contrarrevolucionarios.

Lo que interesa aquí es que la respuesta ante esta insurrección va ser la guerra y la práctica de la liquidación de la población que participa en la sublevación y en las protestas. Para acabar con esta insurrección hay que acabar con los que la hacen. También se llevan a cabo prácticas eugenésicas, para evitar que estos revolucionarios se reprodujesen, de forma que controlaban su natalidad.

Simón de Eiré