El gita de sai baba - capítulo xiii. tiempo desperdiciado es vida desperdiciada

Por El Despertar Sai @ELDESPERTARSAI

EL GITA DE SAI BABA

EL CAMINO DE LA AUTOREALIZACIÓN Y

LA LIBERACIÓN EN NUESTRA ERA

DIVINOS DISCURSOS

Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

Prashanti Nilayan

Compilado y editado por Al Drucker

CAPÍTULO XIII. TIEMPO DESPERDICIADO ES VIDA DESPERDICIADA

El Señor declaró en el Gita: "Quien se acuerda de mí me es caro". Por eso, recuerden siempre al Señor. Ofrézcanle su mente y su voluntad. Entréguenle su todo, y pronto lo podrán alcanzar.

Encarnaciones del amor:

En el Gita, el Señor enseñó que la dicha y el pesar, el calor y el frío, la ganancia y la pérdida, la crítica y el elogio, deben de ser encarados con igual actitud. La ecuanimidad es uno de los atributos centrales del verdadero devoto. El devoto tiene otras buenas cualidades, pero todas están contenidas en dos: la disciplina y la renunciación. La disciplina consiste en tres tipos de penitencia: la corporal, la mental y la verbal. La renunciación consiste en comprender los defectos que hay en los objetos y en llevar una vida sin apegarse a ellos; o sea, vivir únicamente como testigo. Si pueden asumir estas dos cualidades -la disciplina y la renunciación- en su vida cotidiana, no tendrán necesidad de ninguna otra práctica.

Comienza tu práctica espiritual siendo joven

Si desean cultivar estas dos cualidades, tienen que comenzar desde pequeños, ocupando este periodo de su vida santa y noblemente. Hoy en día, la gente asume la práctica espiritual ya mayor. Tras disfrutar holgadamente de cosas mundanas y comodidades, de atiborrarse y hartarse de placeres mundanos, la gente emprende el camino espiritual tardíamente. Una vez transcurridas sus vidas totalmente enfocadas en los objetos sensoriales: familia, hijos, dinero, propiedades, posición y fama, llegan a la madurez sintiéndose decepcionados. Descubren que no había nada real en esas cosas y que la paz interior y la dicha duradera no provienen del mundo físico y los emprendimientos mundanos. Al tocar el ocaso de sus vidas y experimentar un vacío, es cuando inician su práctica espiritual.

Cuando en edad avanzada padezcan todo tipo de achaques físicos y mentales, les será muy difícil llevar una vida espiritual rigurosa. Mas ni siquiera entonces deberán desanimarse, pensando que la gente mayor ya no puede progresar en lo espiritual. Por supuesto que tienen acceso a experiencias elevadas. Es mejor pensar en el Señor tardíamente, que nunca haber pensado en Él. Cuando de pensar en el Señor se trata, no existe restricción alguna de tiempo, lugar o edad. Por eso el Maestro divino declaró en el Gita: "En todo momento, en todo lugar, piensen en mí", si bien declaró también que el mejor momento para determinada práctica espiritual es la juventud, o sea cuando están en la flor de su vigor físico, plenitud de sus sentidos y lucidez mental.

El proceso se compara con reservar un boleto de avión antes de emprender el viaje. Al llegar al aeropuerto, cuando tienen un lugar ya reservado, se disponen a su viaje con toda calma. Por el contrario, si se dirigen al aeropuerto en el último momento, sin reservación, puede ser que no logren subirse al avión, ya que ello dependerá de la suerte. Pueden acabar teniendo que viajar en un medio más lento, o postergar su partida. Es lo mismo para aquellos que comienzan a ponerle atención a la espiritualidad cuando son mayores. Pueden tener avances espirituales significativos o no a esa edad. Lo que sí es seguro es que de haber iniciado su práctica espiritual tempranamente, habrían podido obtener grandes logros espirituales a su edad avanzada.

No desperdicien su juventud

Si desperdician su juventud gozando la vida, malgastando su vigor físico y agudeza de sentidos, y aun pretenden fundirse con el Señor en las postrimerías de la vida, quizás no les sea posible. No tiene caso ofrecerles a los demonios los platos más abundantes, y una vez ahítos, ofrecerle las sobras al Señor. ¿Creen que ello pueda complacerle? ¡Claro que no! Cuando despilfarran su vigor y plena capacidad en los demonios del enojo, la avaricia, la lujuria y la soberbia, no pretenden ofrecerle a Dios lo que queda, pues Él no aceptará su ofrecimiento. El Gita subraya que la juventud es un periodo atesorado que debe de emplearse con gran cuidado para poder avanzar espiritualmente.

Cuando han gozado de algo por largo tiempo puede suceder que lo den por garantizado y no lo valoren. Sólo logran apreciarlo realmente cuando lo pierden. Mientras gozan de la vista, no valoran a fondo lo precioso de tener ojos. Sólo aprecian la grandeza de la vista cuando quedan ciegos. Del mismo modo, mientras gozan de buena salud y sus facultades están en su apogeo, no aquilatan su valor. Cuando su salud se quebranta y sus facultades desmejoran, se arrepienten y lamentan haber perdido sus capacidades. Mas entonces es demasiado tarde. En su juventud se entregaron a malos hábitos y conductas banales, y dejaron que enraizaran en ustedes. Despilfarraron y mal usaron las capacidades que les regalaron, por seguir ciegamente sus deseos carnales. Mas, al tiempo, los malos hábitos se transformaron en los peores enemigos de sus años maduros.

La mayoría de las personas no usan bien su capacidad de discriminación. No intentan descubrir quién es su verdadero amigo y quién su adversario. Si viven a merced de los sentidos y los bajos instintos, en lugar de aguzar la inteligencia para desentrañar el sentido profundo de la vida, ¿hay alguna razón para llamarse humanos? ¿No deberían de considerarse tan solo animales? Únicamente cuando extraen el sentido de la vida y abrazan las nobles virtudes humanas, sus sentidos dejan de asolarlos.

Empleen su cuerpo en aras de Dios

Hasta hoy han usado a Dios a favor de su cuerpo. No han empleado su cuerpo a favor de Dios. Cuando enferman, rezan para recuperar la salud, sin embargo no usan sus atributos físicos que poseen para adorar a Dios. Piensan que les sobrará tiempo para eso en el futuro y, así, se dedican a desperdiciar el tiempo actual. Suponen que tras retirarse podrán abrazar la contemplación de Dios y la práctica espiritual. Prefieren gozar la vida y el mundo, mientras dura su juventud. ¿Pero cómo podrían pensar en Dios ya mayores, cuando hayan perdido sus facultades?

Si no están empleando su fuerza y capacidades para adorar al Señor ahora, después será demasiado tarde. Cuando los niños se burlen de ustedes y los llamen "viejitos", ¿podrían entonces iniciar una vida espiritual en serio? Cuando peinen canas y se muevan con dificultad, y estén medio ciegos, y hayan decaído sus sentidos, ¿podrían entonces usarlos para adorar a Dios? No, no les sería posible. Las escrituras han subrayado enfáticamente lo fútil de iniciar una vida espiritual en la vejez. Se dice que cuando el dios de la muerte los encuentra y los llama a voces: "¡Ven, ven!" Y a sus allegados ya les anda por deshacerse del cadáver, y alegan: "¡ya sáquenlo de aquí!, ¡sáquenlo!" Mientras su mujer e hijos los lloran, ¿podrían en ese momento pensar en Dios? ¿Acaso podrían decirle a los suyos que no los lloren, y solicitarle a la muerte aunque sea un ratito más para pensar en el Señor antes de partir?

La juventud es el periodo en el que hay que acumular todo lo que vamos a necesitar, si deseamos un futuro feliz. ¿Creen realmente que es posible pensar en el Señor cuando se retiren? Pues no, no es posible. Es antes de retirarse cuando tienen que entregarse firmemente a su práctica espiritual. En su lugar, se dedican a hacer negocios para continuar en ello aún después de retirarse, o pierden el tiempo en clubes, despilfarrando su preciosa vida de mil maneras. No pueden iniciar su vida espiritual cuando la muerte esté a la puerta.

Érase una esposa que reconvenía a su marido, diciendo: "¿No crees que al menos ya de viejo tendrías que pensar en Dios? No lo hiciste durante tu vida activa. Por favor, ¡hazlo al menos ahora!" El hombre de negocios replicó: "Ni siquiera tengo tiempo para morir, mucho menos para pensar en Dios." ¿Ustedes creen que la muerte no le llega a quien dice no tener tiempo de morir? ¿Se comportará la muerte de acuerdo con sus deseos? No; el tiempo no perdona. Así que mientras les quede tiempo, hagan buen uso de él.

El enemigo llamado muerte, junto con sus fuerzas militares -las enfermedades-, esperan el momento de hacerle la guerra a su cuerpo. La gente muere de maneras horribles e inevitables ante enfermedades fatales. Mas no hay ejército que venza cuando se ha obtenido la gracia de Dios. Así que gánense la gracia de Dios en la juventud y prepárense para hacer frente a los adversarios que los asediarán más tarde. Sobre todo, convénzanse de que la travesía de la vida es larga. Otros viajes, ya sea en camión, tren o avión, duran poco; no requieren de mayores preparativos. En cambio, necesitan estar bien preparados para la larga travesía de la vida, para poder enfrentar los contratiempos del viaje. De otro modo, la pasarán muy mal cuando surjan los verdaderos problemas.

Los contenedores con sustancias químicamente activas llevan una etiqueta con una fecha futura que se les adosó al tiempo de su producción. La fecha de caducidad señala que el contenedor usó su periodo útil de vida y deberá de retornar las sustancias al almacén para ser recicladas. Lo mismo ocurre con el contenedor de su cuerpo. En él también hay una fecha, la que Dios mismo les imprimió.

No recuerdan que tiene que retornar. La gente olvida esta verdad fundamental. Si de verdad desean disfrutar los placeres de la vida más tarde, gánense la gracia de Dios a edad temprana. Los periodos de la infancia y la juventud revisten gran importancia en el curso de la vida humana. Al no ponderar el peso de esta etapa, pierden su tiempo en la juventud. Utilizan una taza de oro, remachada con gemas preciosas, en afanes viles o despreciables. Para avivar el fuego de sus sentidos, emplean exquisita madera de sándalo. El recipiente es precioso, el combustible, de primera, pero la comida que guisan en ellos es insípida y pobre. Tan preciado cuerpo y tan sagrado combustible son despilfarrados, a favor de deleites triviales y sin sentido. Cosas sin valor son depositadas en el precioso recipiente para divertimento sórdido. Con un arado de oro aran el terreno de su corazón, y no cosechan sino yerbas inservibles.

La verdadera vida humana implica discriminación y renunciación

El recinto de su corazón es lo más sagrado que hay. El Maestro divino ha declarado que incluso ese rincón le pertenece. El Señor ha aseverado que Él es el corazón y el conocedor de este. Él es el verdadero poseedor de su corazón y de su cuerpo. Con un arado de oro, han estado levantando deleznables cosechas de placeres sensuales. Quien tenga idea del tesoro que es el corazón y los sentimientos de los que es capaz, jamás haría mal uso de ellos. La vida debería de ser empleada en el bien, en beneficio de los demás, en la enseñanza de las metas sagradas, en recorrer el sendero divino, y llenar el pecho y la mente de luz radiante. Deberían de usar esta vida para fundirse en la divinidad. Sólo entonces tendrán autoridad para decir que su vida es santa y genuina.

Se dice que es tan difícil, que es casi imposible nacer como humano. ¿Qué tiene tan especial la vida humana? ¿Por qué es tan difícil de obtener? Los placeres que disfrutan las aves y los animales también son disfrutados por el hombre. ¿Qué caso tiene afirmar que la vida humana es tan preciosa y especial? Se debe a que ustedes son capaces de discriminar entre el bien y el mal. Y poseen la capacidad de soltar sus apegos y su odio. Por lo tanto, deberían de emplear la inteligencia que les fue dada para distinguir entre el modo animal de vivir y el modo humano de vivir. Al no distinguir al 'yo' verdadero del pequeño 'yo', al no desarrollar una inteligencia superior, son presas de la zozobra y el pesar. No encuentran paz interior porque no toman el camino correcto.

Con firme determinación, los jóvenes deberían de asumir los tres tipos de penitencia -física, mental y verbal- y ser ejemplo para todo el mundo. Por eso deben de utilizar su naturaleza activa para someter a su naturaleza lerda. Al final, deberán utilizar su naturaleza armónica para someter a su naturaleza activa. No es posible estar armónicos mientras la naturaleza lerda o la activa estén actuando en ustedes. Si su cabeza está vacía, cabe la esperanza de llenarla con buenas ideas, pero si su cabeza ya está repleta de ideas banales, ¿cómo sería posible introducirle alguna idea elevada o excelsa? Han llenado su cabeza de verdadera basura mundana, así que primero tendrán que vaciarla de nuevo. Sólo entonces podrán llenar su cabeza con sentimientos e ideas elevadas.

Manténganse firmemente enfocados en Dios

Muchos de ustedes siguen caminos sin sentido; llevan vidas insulsas. Lloran cuando nacen y lloran cuando mueren. Y entre las dos, a lo largo de su vida, lloran por cuestiones banales. ¿Acaso lloran cuando declina la rectitud? Es por eso por lo que debían de llorar; es en eso que debían de empeñar su vigor y sus talentos, en corregir el declive de la rectitud y en coadyuvar a sanar las heridas que ello deja a su paso. ¿Qué es vivir rectamente? Es la recordación constante y la contemplación ininterrumpida del Señor. Es cumplir con sus obligaciones pensando en el Señor. El Gita nunca dijo que deberían dejar a su familia, o abandonar su riqueza y propiedades e irse a vivir al bosque. ¡No! Cuiden de su familia. Cumplan con su deber; pero manténganse enfocados en el Señor. Hagan lo que hagan, no se olviden de su meta. Si se rinden, se extraviarán y tomarán el camino equivocado. Su meta suprema debe de estar consolidada en su mente. Realicen las tareas de cada día con la mirada puesta en su meta.

No permitan que nada contamine sus palabras. Adhiéranse siempre a la verdad. Algunos piensan que en tiempos difíciles se puede alterar la verdad. Incluso creen que en ocasiones es necesario mentir. Sin embargo, en situaciones comprometedoras pueden mantenerse ecuánimes y callar, en lugar de decir algo que es verdad o no lo es. Si dicen la verdad, díganla gentil y suavemente. No digan la verdad de una manera ofensiva, o presenten una no-verdad de manera agradable. Siempre que enfrenten una situación constreñidora, tienen que aprender a desembarazarse del compromiso sin tener que mentir. A veces deben de aprender a salir a flote con mucho tacto, aprendiendo a usar las palabras sin lastimar. Se suele decir "Afortunado es el que sabe expresarse sin herir a nadie." No deben de lastimar a nadie ni dejar que ellos los lastimen. He aquí una historia que viene al caso.

Lleven su práctica con firmeza

Una mujer casada asistía a reuniones en las que un maestro espiritual explicaba las escrituras. Estaba muy concentrada escuchando con gran atención al maestro. Un día, el expositor contó la historia de Rama y Sita y, al respecto, puntualizó que para la mujer el esposo tiene que ser la única meta en su vida. "La responsabilidad de una esposa -dijo- es satisfacer al marido y hacerlo feliz. Debe de tratarlo como si fuese Dios." Tras escuchar esto, la mujer se fue a casa. El discurso le hizo tanta mella que de inmediato resolvió ponerlo en práctica. En cuanto llegó su marido a la hora de la comida, ella sacó la tina con agua para lavarle los pies para prestarle reverente servicio. El marido quedó desconcertado. Luego entró a casa y se sentó para secarse los pies, pero su mujer insistió en hacerlo ella misma.

Tras ver esto y volver a la oficina, el hombre llamó a un médico para llevar a su mujer. Él no sabía que su esposa estaba asistiendo a unas charlas. Cuando el médico la revisó le recetó unas pastillas para dormir, pues le pareció que la mujer había tenido un ataque de histeria, y que descansando uno o dos días, seguramente se pondría mejor. Después de comer, el marido instó a su mujer a que fuera a descansar en lo que él regresaba a la oficina. En cuanto el marido se retiró, la mujer se fue a escuchar la siguiente charla. Esa tarde, el maestro expuso lo que es la relación ilusoria entre marido y mujer. Preguntó a los asistentes: "¿Quién es el esposo? ¿Quién es la esposa? Nada es permanente. Todo es transitorio. En realidad nada existe." Y agregó "Sólo Dios es verdad. Él es la única verdad." Tras esto, la mujer regresó a casa y se dirigió a su altar.

Esa noche el hombre regresó de la oficina media hora antes para atender a su mujer en caso de que ésta no se sintiera bien. Tocó a la puerta para que su esposa le abriera. Ella respondió desde adentro: "No hay madre, no hay padre, no existe casa; nada existe, ni siquiera el esposo." Ahora sí el hombre se alarmó, pero logró que su mujer le abriera la puerta. En cuanto entró se dirigió al teléfono a llamar al psiquiatra. Éste llegó y examinando detalladamente a la mujer, expidió el diagnóstico. Explicó que tras escuchar aquellos discursos, le habían sobrevenido actitudes disparatadas, pero que si permanecía en casa, pronto se recuperaría. En casa se dispusieron todas las medidas para evitar que ella asistiera a las charlas. Todo mundo quedó informado; se le pidió al chofer así como a la servidumbre que no dejaran que la mujer fuese ahí.

Tras las restricciones impuestas por el médico, la mujer dejó de asistir a las charlas por dos días, y su conducta volvió a la normalidad. El desapego que había desarrollado había sido momentáneo y superficial, y no duró gran cosa. Ahora el marido estaba contento. La vida había vuelto a su rutina normal. Tras una semana, la mujer retomó las charlas. Ese día, el expositor explicó las enseñanzas del Gita. Señaló que las palabras deben de usarse siempre con verdad pero sin poner presión en las personas. La mujer lo escuchó y regresó a casa. Su esposo le informó que había una boda esa noche y quería que fueran juntos. Ella se arregló y asistió a la boda con su marido.

La ceremonia comenzó. Según la tradición del lugar, el lazo auspicioso de la novia debe de llevarse a toda persona mayor, para que ésta lo toque y bendiga. Cuando el padre de la novia se acercó a la mujer, la reconoció y cortésmente le preguntó: "¿Cómo está su madre? ¿Bien? Se trataba de un educado intercambiar de palabras, en lo que él sostenía el lazo para que ella lo tocase y bendijese. Pero la respuesta de la mujer fue: "Mi madre está bastante bien en lo que cabe, pero resulta que hace una semana mi suegra murió repentinamente; llevaron su cuerpo al crematorio al día siguiente."

La persona de al lado la reconvino "¿Por qué dijo algo tan poco auspicioso mientras tocaba y bendecía el lazo que se supone debe de brindar larga y feliz vida a la novia y a su futura familia?" La mujer replicó "¿Y acaso yo debería de mentir en aras del lazo? No, yo jamás diría una mentira. Lo cierto es que mi suegra murió y la cremaron al día siguiente." Una inteligente joven que estaba cerca enmendó: "Madre, claro que debes de ser veraz, pero también debes de considerar las circunstancias y pensar si lo que vas a decir es oportuno."

Sean veraces pero usen palabras discretas

Cada vez que escuchan una enseñanza espiritual, se empeñan ese día en practicarla con gran devoción y convicción, mas sólo ese día. Esa no es la forma correcta de llevar el aprendizaje espiritual. Usen su intelecto para sondear el contexto donde se encuentran, antes de emitir una opinión tocante a la situación. Cuando hagan o digan algo, deben de saber que la verdad es la vía magna para alcanzar su meta ulterior. No manchen su lengua de falsedad. No mancillen su cuerpo infligiendo violencia. La mente no debe de ser empantanada con malos pensamientos ni feos sentimientos. No será hasta que santifiquen y armonicen su mente, lengua y cuerpo, que podrán obtener la visión de Dios.

Los estudiantes deben de poner gran cuidado en decir la verdad. Decirla sí, mas no seguir agregando argumentos hasta que lastimen a otros innecesariamente. Deben de controlar la lengua. Si al sostener un altercado con alguien, le mientan sus defectos dizque porque están diciendo la verdad, las cosas se van a poner mucho peor. No deben de odiar jamás. Si hay amor en su corazón, sus palabras ciertamente saldrán con gentileza. Incluso si hay enojo, éste será pasajero.

Existen cuatro tipos de personas. El enojo de una persona serena es breve; se disipa rápidamente. Esa persona, afirma el Gita, tiene alma grande. El segundo tipo es de los que guardan el enojo unos minutos, mas luego lo olvidan. La tercera categoría es la de quienes permanecen enojados todo el día. Pero la categoría más baja es la de los que están enojados toda la vida.

Los cuatro tipos de enojo

El divino Maestro lo ha puesto en estos términos: "El enojo de una persona buena se compara con escribir sobre el agua; es impermanente. El enojo del segundo tipo de personas es como escribir en la arena; será barrido de un momento a otro. El enojo de la tercera categoría de personas es como grabar sobre piedra. Después de mucho tiempo, también se irá desgastando. Pero el enojo del cuarto tipo de personas es como grabar en acero, nunca se irá a menos que se funda el acero y se forme de nuevo. Sólo poniéndolo al fuego quedará destruido. Y sólo mediante intensa capacitación puede haber posibilidades de cambio."

Las cosas esenciales de la vida diaria están contenidas en el Gita. Es muy difícil tomar todas las enseñanzas y practicarlas al mismo tiempo. Pero al menos se deberían de tomar las que aplican directamente a nuestra vida, y practicarlas. Así se obtendrán frutos de inmediato, y se avanzará rápidamente hacia la más alta meta espiritual.