Hay que reconocer que el gobierno de Sánchez se ha puesto las pilas y lo está haciendo en Cataluña mucho mejor que el del fracasado y cobarde Rajoy, que culminó su ristra de estupideces con un 155 tan blando e inoperante que no sirvió para nada y que hizo posible que la factura de aquel referendum mal controlado y de las represiones torpes posteriores la estemos todavía pagando en el escenario mundial, donde España adquirió una imagen inmerecida como país poco democrático, extraordinariamente torpe y hasta fascistoide.
El gobierno de Sánchez está invirtiendo en propaganda y ha puesto a sus ministros a trabajar para difundir una imagen real de la España del presente, desvistiendo con crudeza el conflicto catalán y presentándolo ante el mundo como lo que es: una confabulación fascista y de violencia real contra la paz, las instituciones y contra una parte importante de catalanes, a los que el nacionalismo subyuga y maltrata.
Por otra parte, la visión de los mossos catalanes dando mamporros a los violentos profesionales que la desleal y probablemente delictiva Generalitat moviliza desde las sombras es un espectáculo que los españoles de bien y los demócratas están agradeciendo.
Hay prudencia en el gobierno de Sánchez, pero parece que no es la prudencia cobarde del pasado, sino la prudencia firme de quien quiere una respuesta proporcional y escalonada, pero no insuficiente, al miserable desafío catalán, cuyas instituciones se están desacreditando cada día más, hasta el punto de que si un día se les aplica el artículo 155 de la Constitución con toda dureza esa medida parecerá lógica e inevitable.
Sobresaliente es, sobre todo, la campaña de defensa de la verdad sobre el conflicto catalán en el mundo, una necesidad y un deber gubernamental que el gobierno de Rajoy, vago y torpe, incumplió. Ver a los ministros explicando la verdad miserable de la Cataluña rebelde y campaña de vídeos y declaraciones en los medios y en los foros internacionales resulta un espectáculo que tranquiliza y satisface a millones de españoles.
No sabemos como va a terminar la rebelión de los fascistas catalanes, pero muchos empezamos a sentirnos más seguros y tranquilos al ver las reacciones firmes y solventes del gobierno en funciones.
Francisco Rubiales