El gobierno quiere privatizar tu barrio

Publicado el 24 junio 2014 por Xavier Xavier B. Fernández
“Que se privatice todo, que se privatice el mar y el cielo, que se privatice el agua y el aire, que se privatice la justicia y la ley, que se privatice la nube que pasa, que se privatice el sueño, sobre todo si es diurno y con los ojos abiertos. Y, finalmente, para florón y remate de tanto privatizar, privatícense los Estados, entréguese de una vez por todas la explotación a empresas privadas mediante concurso internacional. Ahí se encuentra la salvación del mundo… Y, ya metidos en esto, que se privatice también a la puta que los parió a todos”. José Saramago (Cuadernos de Lanzarote 1993-1995). Cuando aún no han acabado de privatizar los aeropuertos, ya están preparando la privatización de los barrios. Encomendar la gestión de un barrio a un Business Improvement District (BID), una entidad a la que sólo pertenecen empresarios (no necesariamente residentes en ese barrio; basta con que alguno de sus negocios esté abierto en él) supone crear ciudadanos de primera (ellos) y de segunda (los asalariados, jubilados, parados y en general los no empresarios en activo). O sea, se vuelve al decimonónico sistema de la democracia censitaria, con todos los privilegios que comporta. Porque puestos a privatizar la gestión del barrio, ¿por qué no encomendársela a la asociación de vecinos del mismo, en vez de a la asociación de comerciantes? ¿Acaso no sería eso más justo y democrático? Pero la democracia no tiene nada que ver con esto; es una simple cuestión de mercado. La privatización de la gestión del barrio suele ser el primer paso en un proceso de gentrificación: se convierte el barrio en un escaparate atractivo que atraiga clientes para los comercios de la zona (de eso se trata, y de nada más: olvídense de programas de guarderías públicas, asistencia a los ancianos u otras mariconadas socialistoides); se expulsa a los pobres y a los mendigos (que deben desplazarse a otros barrios, creando un sistema de barrios “de segunda”, con pobres, y “de primera”, donde los pobres están prohibidos). Los ciudadanos de gran poder adquisitivo se interesan por los barrios libres de pobres, lo ponen de moda y revalorizan las propiedades, o sea, los precios de venta o alquiler de viviendas y locales comerciales se ponen por las nubes, cada vez más inalcanzables para los vecinos de toda la vida y los comercios tradicionales, que deben seguir la senda del exilio que antes siguieron los mendigos. Y he aquí que el barrio ha mejorado notablemente, mientras que sus expulsados habitantes han caído un escalón más en una escala social cada vez más larga. La gentrificación no es un proceso de dignificación de los barrios, es una maniobra militar de asalto, conquista, colonización y expolio. De los ricos contra los pobres. Una más. ¿Qué será lo siguiente? ¿Privatizar los Estados, como profetizó Saramago? Nah, no hace falta. Ya están privatizados.